Manuel Bolaño ha vuelto al 080 Barcelona Fashion con «Plan B», una colección atemporal que refleja la labor de los últimos años al frente de su Atelier.
¿Cuántas veces (me) he preguntado dónde estaba Manuel Bolaño en las últimas ediciones del 080 Barcelona Fashion? Al fin y al cabo, hubo un momento que no podíamos entender la pasarela de la Ciudad Condal sin su presencia… Y, de repente, la nada. Bueno, vale, decir «la nada» es pasarse tres pueblos porque, al fin y al cabo, el diseñador ha seguido trabajando sin parar en su Atelier Bolaño, espacio en el que practica la moda fuera de la pasarela y del imperativo de las temporadas y en el que, fundamentalmente, se dedica a diseñar vestidos de forma personalizada para sus clientes.
De hecho, «Plan B» no solo es la colección con la que Manuel Bolaño regresa a 080 Barcelona Fashion, sino que sobre todo es una colección abierta que pretende ofrecer una mirada panorámica a lo que ha estado (y sigue) haciendo el diseñador al frente de su Atelier Bolaño. Esto viene a significar que, a priori, no hay que entender «Plan B» como una colección pensada para la próxima temporada de primavera / verano 2019, sino más bien como una visión atemporal en la que los diseños de Bolaño quedan atrapados en un ambar eterno que sirvan tanto de reflejo del pasado como de referencia para el futuro.
Y esa puede que sea la prerrogativa del diseñador con este «Plan B«… Pero está claro que no es así como muchos vivimos esta colección sobre la pasarela barcelonesa. Para empezar, la puesta en escena confería solidez y coherencia interna a la sucesión de looks: el recorrido de las modelos incluía diferentes paradas en las que diversos fotógrafos las inmortalizaban en poses de revista vintage mientras en los altavoces sonaban Ornella Vanoni y otras divas de la canción (dramática) italiana. Todo ello en una oscuridad absoluta solo rota por focos redondos que recordaban a tiempos pasados que, a su vez, también afloraban a la superficie de los diseños de «Plan B«.
Porque una cosa debe quedar clara: el detallismo casi obsesivo de Bolaño en todas y cada una de sus prendas está a años luz del resto de diseñadores de esta pasarela. Sus vestidos son estructuras complejas que consiguen fabular una subyugante ilusión de simplicidad: todo encaja con tanta naturalidad en los looks de «Plan B» que cualquiera podría pensar que son sencillos… Cuando más bien son todo lo contrario. En esta ocasión, eso sí, Bolaño ha reducido su paleta cromática a dos colores: blanco y negro. La exuberancia de sus diseños se percibe, entonces, en las diferentes capas y, sobre todo, en los detalles minúsculos que consiguen capturar la belleza femenina pluscuamperfecta y sublimarla en diferentes direcciones, ahora hacia una confortable partida de campo, ahora hacia el vestido de noche, ahora hacia las líneas rectas de una flapper, ahora hacia la estética yanki a lo «Grease«, ahora hacia la concesión grunge, ahora hacia un cisne blanco con plumas doradas.
Una de las conversaciones más recurrentes tras el desfile de «Plan B» cuestionaba si varias de sus modelos eran hombres o mujeres… Lo que, de hecho, introduciría de lleno a Bolaño en las estimulantes exploraciones en torno a la cuestión de género en el mundo de la moda. Y, sin embargo, de lo único que quería hablar yo al acabar el desfile era de una única cosa: ¿recordáis cómo el oso de peluche era la «marca de la casa» de Bolaño y siempre (¡SIEMPRE!) aparecía de alguna forma u otra en sus desfiles? Pues resulta que, como cuando un niño debe abandonar su peluche para abandonar la infancia, en «Plan B» no hubo oso alguno. ¿Estás intentando decirnos algo, Manuel? [Más información en la web de Manuel Bolaño]