Desde hace varias temporadas se viene afirmando, y quedó más que demostrado, que Canadá es un auténtico hervidero musical. No será necesario sacar a colación los nombres propios más relevantes salidos del país de la hoja de arce desde hace una década, pero sí se debe destacar que algunos de ellos están sufriendo una especie de campaña de desgaste a propósito de sus trabajos más recientes, sobre todo los publicados a lo largo de 2010. Unas veces con motivos suficientemente sólidos y otras no tanto, se puso de moda acribillar (o directamente olvidar) a los antaño considerados enormes grupos canadienses. Tampoco hará falta elaborar una lista completa sobre ellos, simplemente bastará con sacar un disco aquí reseñado: “Forgiveness Rock Record” (Arts & Crafts / Nuevos Medios, 2010), de Broken Social Scene. Un álbum que, sin ser la octava maravilla, posee las suficientes virtudes como para haber sido acogido con mayor benevolencia por parte de la crítica global. O dicho de otra manera: por parte de los sectores de opinión estadounidenses, cuyo discurso es asimilado sin rechistar por el resto de sus acólitos (incluida Gran Bretaña, por mucho que Uncut intente distanciarse del fenómeno; de NME, mejor no hablar). Ante tal panorama, que se vayan preparando Arcade Fire por la que les pueda caer en cuanto se haga oficial la salida de “The Suburbs” (Merge / Universal, 2010). Pueden tomar buen ejemplo de Stars, que ya están sufriendo la tormenta. Aunque, antes que estos últimos, los que tuvieron que capear el temporal fueron Wolf Parade…
El cuarteto de Montreal, liderado por los hiperactivos Spencer Krug y Dan Boeckner, ya saben en qué consiste la historia: su debut, “Apologies To The Queen Mary” (Sub Pop, 2005), fue elevado a los altares alternativos gracias a sus extraños a la par que inmediatos juegos pop; y su segundo LP, “At Mount Zoomer” (Sub Pop, 2008), más calculado (por buscar una razón), se salvó en el último segundo de la derrota por KO. Su tercera referencia, “Expo 86” (Sub Pop / Pop Stock!), tiende un puente entre uno y otro al mostrar las canciones más directas jamás compuestas por la banda sin perder algunas de ellas su aspecto experimental. Un esfuerzo que refleja el valor de este disco, ya que tanto Krug como Boeckner pudieron habérselo tomado con más calma y menos interés dado el crecimiento de sus proyectos paralelos (Sunset Rubdown y Handsome Furs, respectivamente), pero que para algunas voces (esta vez Pitchfork no fue el mayor culpable) se quedó corto.
Si es verdad que en la variedad reside el gusto, Wolf Parade pueden presumir de ser unos de sus mejores valedores. “Expo 86” ratifica esa premisa desde el comienzo, con una desquiciada “Cloud Shadow On The Mountain”, cuyos teclados y voz (mezcla diabólica entre Jerry Lee Lewis y Nick Cave) desarman a la primera escucha, como la ambientación paranoide de “In The Direction Of The Moon”. Más contenida aparece “What Did My Lover Say? (It Always Had To Go This Way)”, que se mueve firme bajo el ritmo de una oscura pulsión post-punk circa 1980. En contraste, “Oh You, Old Thing” y “Cave-O-Sapien” se vuelven más convencionales y reconocibles, por su capa springsteeniana… muy a la manera de los Arcade Fire actuales. Algo que llama la atención teniendo en cuenta que esta ristra de canciones salió de la mano de Krug, que compuso un total de seis. Se supone que la influencia de sus conciudadanos es más notoria en la figura de Boeckner (rubrica los cinco temas restantes del álbum): “Palm Road”, “Little Golden Age” y “Ghost Pressure” rezuman sentimiento épico en todas sus estrofas. Sólo “Yulia” se aleja de ese espíritu y concentra en sus casi cuatro minutos el alma pop de este disco.
Está bien, podemos llegar a la conclusión de que Wolf Parade ya no se muestran tan originales como en sus inicios. Lógico por otra parte, pues el factor sorpresa se perdió por completo. Y nunca se negará que “At Mount Zoomer” supuso un patinazo considerable. Pero son hechos sobre los que no se debería volver para revisar “Expo 86” a base de muestras comparativas, sean a favor o en contra. Seguro que cuando vea la luz el tan ansiado retorno de Arcade Fire (será un caso a estudiar) muchos sacarán ese mismo machete a las primeras de cambio para despellejar más rápidamente a la víctima. A no ser que el batacazo sea morrocotudo e indefendible… Wolf Parade, al menos, salvaron la papeleta con dignidad. Guarden de una vez sus cuchillos.