Podría ponerme a buscar frases célebres sobre el cambio y lo que mola cambiar y lo necesario que es y cómo cambiar es cosa de sabios y cómo el cambio es el motor de la perfección… Además de otras múltiples chuminadas que no pienso rastrear in Wikipedia porque, básicamente, tampoco es que haga demasiada falta y me van a robar tiempo para lo que verdaderamente me interesa: ofrecerles a ustedes un conjunto de argumentos por los que, aunque tampoco es que vaya a cambiarles la vida, deberían escuchar sí o sí este «Dreams» (Darup Associates, 2014). A Whomadewho siempre les ha gustado aplicar mucha pero que mucha gravedad a su música, de tal forma que esta acabe por estar más cerca de la entrepierna que de la cabeza. Pero algo ha cambiado en el seno de la banda de Copenhague, ya que en su nuevo disco resulta que sus doce nuevos temas pierden peso, pero no el suficiente como para flotar hacia el cielo: más bien se quedan en un punto intermedio entre los dos mencionados. ¿Y qué hay entre la cabeza y la entrepierna? Algunos dirán las tetas. La mayoría sabe que me estoy refiriendo al corazón.
Si hay algo que le sobra (pero que de verdad le sobra) a «Dreams» es corazón: en cuanto arranca la primera canción hay algo que sorprenderá a cualquiera que haya escuchado alguna vez en su vida cualquier canción de Whomadewho. Al fin y al cabo, a esta banda les conocimos cuando se subieron de forma bastante oportunista a la ola post-Soulwax; y, de hecho, la última vez que les escuchamos, en la nada desdeñable dupla formada por «Knee Deep» (Kompakt, 2011) y «Brighter» (Kompakt, 2012), se dedicaban a darle cañita brava a una electrónica percutiente donde, al final, parecía que lo digital le había ganado la partida a lo analógico. Por eso sorprende precisamente que, desde el minuto cero de «Dreams«, aquí haya más azúcar que pimienta: los que vengan esperando un pildorazo de Viagra, se van a llevar un chasco a base de sacarina en pastilla. Y es que, como decía, si hay algo que no acaba de cuadrar en este cambio de sonido de Whomadewho es ese deslizarse hacia el electropop ochentero más marica, más sentimentaloide, de letras donde no hay espacio para la vergüenza.
Pero, a ver, ¿no se supone que a medida que nos hacemos mayores nos vamos endureciendo? Parece ser que, en el caso de Whomadewho, no. Para nada. Ellos son hombres del nuevo milenio, están aprendiendo de la vida y, en vez de cerrarse sobre sí mismos, se están abriendo. Pero, claro, teniendo en cuenta de dónde vienen estos señores, esta «evolución» suena a algo así como a estar ocho años de tu vida saliendo con un psicópata asesino de esos que te hacen la vida imposible a base de pasivo-agresividad y que, de pronto, el tipo vea la luz y te diga que ha cambiado, que las barreras de su corazón han sido derribadas por tu amor y que, además de comprender que antes no estaba muy bien de la cabeza, a partir de ahora te va a querer de forma luminosa y limpia. ¿Te lo crees? Ni de coña. Vamos, que lo que quiero decir con todo esto es que el edulcoramiento de Whomadewho no es demasiado verosímil… Pero, al fin y al cabo, te acaba importando un cojón de mico porque lo que hay detrás de las letras es canelita en rama. Y «lo que hay detrás de las letras» es todo un conjunto de himnos surgidos del choque extraño entre la recuperación de los sintes ochenteros en la música electrónica de baile, de los paisajes gélidos del nuevo post-pop de bandas como Alt-J y de la abstracción del género popular por excelencia en manos de Wild Beasts y otros weirdos. Sí, suena a muerte por exceso, suena a que tanta ambición no puede ser buena… Pero, al final, resulta que todo lo dicho es bañado por el lubricante con sabor a azúcar ya mencionado más arriba y resulta que funciona. Y que funciona muy bien.
De hecho, en «Dreams» incluso pueden destacarse un buen puñado de canciones de esas que se te quedan en la cabeza porque consiguen llevar hasta el límite el suma y sigue básico de la música pop: letras coreables + melodías pegadizas = «no te lo vas a quitar de encima ni con agua caliente». Me estoy refiriendo a esa «Dreams» por la que los últimos Cut Copy donarían un riñón en el mercado negro, esa «Right Track» que suena a Duran Duran actualizados para el siglo 21, esa «Traces» que consigue ser misteriosa pese a que la hemos escuchado una y mil veces, esa «Palindromes» que suena a ese divismo femenino de última generación que nos está viniendo del Norte (iamamiwhoami y sus coleguitas)… Y, por encima de todas, muy pero que muy encima de todas, esa inconmensurable «Hiding in Darkness» que no tiene absolutamente nada que ver con sus compañeras en «Dreams» pero que, si Whomadewho son los suficientemente inteligentes, convertirán en el faro guía para todo un conjunto de nuevos cambios futuros. Porque ya sabes: cambiar mola y es necesario y cambiar es cosa de sabios y el cambio es el motor de la perfección. Lección aprendida.