Las drags de Werq The World ya han pasado por Barcelona… Y aquí te hablamos de nuestros cinco momentos favoritos del show (+ una pequeña reflexión).
Sé que lo que todo el mundo espera de este artículo son los cinco momentazos favoritos del paso de Werq The World por Barcelona… Si ese es tu caso, puedes hacer como en los libros de «Elige Tu Propia Dragventura» y saltar hasta el clímax del desenlace, que aquí vendría a ser el Top 5 del final de este artículo. Si, por el contrario, eres de los que disfrutan del camino, quédate conmigo, porque antes de abordar esos cinco momentos gloriosos del show me encantaría hacer una pequeña reflexión que me vino a la cabeza mientras a mi alrededor gritaba una masa enfervorecida compuesta por un público de lo más variado.
Había peña «montada» (algunos de forma más seria que otros), había chicas jóvenes que se desgañitaban como si estuvieran en un concierto de Justin Bieber, habían chicas con sus parejas heterosexuales, habían gays prototípicos y gays nada prototípicos, habían osazos barbudos y grandotes perdiendo el personaje ultra-masculino al exclamar «yassss» y «queen» y «gurrrrl» y todas esas cosas que exlamábamos todos. Y todos, absolutamente todos, se divirtieron como si no hubiera un mañana.
De hecho, alguien que me acompañó al show y que no es ni fan de «RuPaul’s Drag Race» me comentaba continuamente lo sorprendente que es encontrar a día de hoy un show en el que la gente se entregue y grite y cante y baile tanto como lo hizo en la noche barcelonesa de Werq The World. Admitámoslo: esto nunca ocurrió ni en el cine ni en el teatro ni en ninguna otra modalidad de cultura que implique un escenario y un público. Solo sigue ocurriendo de forma excepcional en ciertos conciertos. Puede que en festivales. Pero, igualmente, es una rara avis que, en estos casos de música en directo, sigue teniendo cierto componente de introspección en la que cada persona vive el concierto a su manera, haciendo concesiones a la comunidad solo en los estribillos coreados. Como máximo.
Pero, ojo, porque en Werq The World (y, en general, todos los espectáculos surgidos de la factoría de «RuPaul’s Drag Race«), esa sensación de comunidad está presente continuamente. Y es de las que te llegan al corazón y al alma y a cada rincón de tu cuerpo seas o no fan de todo este tinglado. Puede que el espectáculo rebose de bromas internas que solo se comprenden si has visto el concurso televisivo pero, más allá de estos jugosos anzuelos, Werq The World es un espectáculo que se disfruta perfectamente por sí mismo. Lo único que reclama del espectador es que entre en el juego, que se ponga en las manos del presentador y que muestre predisposición a gozar con las actuaciones (en lip sync o en directo) en el que la producción suele ser cutre. Pero, oye, ¿no está precisamente el cutrerío en el corazón del drag?
Si entras en este juego, te vas a reencontrar con una sensación que hace siglos que dejaste olvidada: formar parte de un fenómeno que solo tiene significación plena de forma gregaria (algo que el colectivo LGBTIQ siempre ha tenido muy claro) y que no solo te hace feliz, sino que te hace sentir parte de una comunidad real lejos de esas comunidades virtuales que tan bien nos engañan en el día a día. Será por eso que una persona como yo, que siempre había aborrecido cualquier tipo de sectarismo comunitario gay, de repente se ha visto totalmente inmerso en el mundo de RuPaul. Y será por eso que el factor común denominador del paso de Werq The World por Barcelona fue ese mismo: la diversión como hilo de plata que une las diferentes partes de una comunidad bien variada y diversa.
Eso sí, no todo fue pluscuamperfecto. Si tengo que ponerle un «pero» a este Werq The World, sería básicamente el hecho de que, en comparación con el Battle of the Seasons que pasó por Barcelona ahora hace año y medio, a este nuevo espectáculo le faltan reinas. No en cantidad, pero sí en calidad. En el mencionado formato anterior, las drags protagonistas no se limitan a una actuación, sino que hay varios juegos en los que compiten y ciertos momentos en los que se dedican a practicar otra de las grandes maravillas del mundo drag: el stand-up. En el caso de Werq, el único que puede lucirse a ese respecto es el presentador, así que resulta normal que haya quien se quede con ganas de una mayor presencia de sus favoritas.
Sigo con el «no todo fue pluscuamperfecto«… Y me pongo íntimo y personal: de verdad, chiquis, es que no entiendo lo de Valentina. Que ella fuera de las únicas que hicieran dos canciones, una de ellas sin más espectáculo que ella misma bailando regulín sobre el escenario, pues como que no. El momento despiece del vestido, bien. El guiño final de Valentina y Farrah Moan haciendo que se llamaban por teléfono (y aludiendo al mítico mal rollo de la reunión con la que se cerró al última temporada hasta la fecha de «RuPaul’s Drag Race«), mejor todavía. Pero ya: seguro que si a Kim Chi le diesen más tiempo sobre el escenario, montaba algo mucho más aparatoso y visualmente elocuente.
Pero las cosas son como son, y si Valentina es el monstruo mediático que es, pues habrá que aprovecharlo. Yo me quedo, sin embargo, con el siguiente Top 5 de momentazos del Werq The World en Barcelona… Entre los que no he podido meter algunas maravillas como el pelotazo que metió Milk, invitada de última hora que subo petarlo con su drag conceptual esta vez en torno al culto al cuerpo, o el hecho de que la mayor parte del público pareciera decepcionado con el rollo showgirl de Las Vegas de Farrah Moan pero que a mi me pareciera fetén (es decir, ¿qué carajo esperábais?).
Y, sin más dilación, aquí va mi Top 5 del paso de Werq por Barcelona. (Por cierto, si eres de los que optaron por ir al clímax de este «Elige Tu Propia Dragventura«, puedes reincorporarte a partir de este mismo momento.)
5. KIM CHI BAILANDO. Bueno, en general, hay que reconocer que moló lo más grande el hecho de que la primera actuación de la noche fuera la de Kim Chi con un pelotazo de k-pop pasadísimo de vueltas, con imágenes de «Mortal Kombat» en la pantalla, con bailarines disfrazados del Sub-Zero (un personaje de esa misma saga de videojuegos), con ese rollo de máscara malrollera de espíritu oriental que le ha dado por llevar últimamente, con el momento revelación de traje debajo del traje (variación bata oriental que revela un kimono con bien de brilli brilli)… Y, por encima de todo, con Kim Chi bailando. He de reconocer que adoro a Kim Chi incluso cuando en el concurso no sabía dar dos pasos sobre el escenario sin parecer una especie de señora mayor con incapacidad motriz. Por eso la adoré más todavía con su bailecito en «Fat Fem and Asian«. Y por eso la adoro más todavía al ver los movimientos sin coordinación alguna que la ídola hizo pasar por «baile» anoche en Barcelona. En serio: Kim Chi, la puta ama.
4. SHANGELA COMO EXPLOSIÓN NUCLEAR. No soy nada fan de Shangela. Así. Tal cual. No me gustó en la segunda temporada de «RuPaul’s Drag Race«, me gustó menos que la metieran por toda la cara en la tercera temporada… Y, hasta ayer mismo, me parecía fatal que vaya a ser una de las concursantes del inminente «All Stars 3«. Pero, sinceramente, viéndola sobre el escenario en Werq The World firmando una de las actuaciones de drag más clásico pero a la vez dejándose la puta piel sobre el escenario, hizo que me enamorara un poquito más de ella. Su medley de temas fue impecable, con canciones que fueron desde RuPaul a Aretha Franklin y que incluso se permitieron el capricho de insertar su ya icónica declaración en torno a su presunto sugar daddy. Su energía fue arrolladora, capaz de alumbrar un pueblo de unas 10.000 personas en caso de que le falle su suministro de energía. Y, vale, no va a ser nunca una de mis favoritas. Pero se merece un RESPECT gigantesco.
3. LATRICE ROYALE DEMOSTRANDO QUE OTROS MUNDOS SON POSIBLES. Una de esas cosas que nunca piensas (porque, admitámoslo, por mucho que nos duela, todos llevamos en «esto» mucho menos de lo que nos gustaría) es que, al final, el imaginario del drag es bastante limitado. Ahí está la maestría de «RuPaul’s Drag Race«, que casi cada nueva temporada introduce drags empeñados en ampliar las fronteras de este arte… Y ahí está también la maestría de Latrice Royale, que rompió su imagen de drag clásica con un show centrado en varias canciones de Missy Elliott que nos hizo pensar a muchos que por qué no una aproximación del drag hacia el hip-hop más seria que la que ya se hiciera en el propio programa. Otros mundos son posibles… Y Latrice, que también protagonizó uno de los momentos más emotivos de la noche al anunciar que está celebrando los diez años desde su puesta en libertad de la prisión, nos sorprendió como guía hacia esos otros mundos posibles.
2. BOB THE DRAG QUEEN DEMOSTRANDO POR QUÉ FUE LA GANADORA DE SU TEMPORADA. Reconozco que fui de los que pensaron que Kim Chi merecía ganar su temporada mucho más que Bob The Drag Queen. Y mira que Bob The Drag Queen me gustaba… Pero me seguía gustando más Kim Chi. Ahora bien, viendo lo bien que se desempeñó anoche Bob en sus tareas improvisadas de presentadora (debido a la ausencia de una Michelle Visage a la que, sinceramente, no eché de menos para nada), me como mis palabras y admito que, al fin y al cabo, nos encontramos ante un verdadero caso de drag 360º.
Vamos, que lo sabe hacer todo y todo lo hace bien, y que además tiene una presencia escénica impactante (con ese cuerpazo rotundo al que tan bien sabe sacar partido ultra-ciñéndose) y una personalidad totalmente hipnótica. En el paso de Werq The World por Barcelona, Bob The Drag Queen hizo chistes sobre negros y sobre maricas, montó un concurso de drag improvisado entre cuatro asistentes afortunados, puso la sala del revés con su jitazo «Purse First«, tendió lazos continuamente hacia el público, deslumbró con su ristra de modelazos propios de una reina de marfil negro y, en general, demostró que su corona no fue un pelotazo, sino un derecho propio ganado a base de un curro impecable.
1. DETOX. Y punto. Si el paso de Detox por «RuPaul’s Drag Race All Stars 2» no hubiera dejado suficientemente claro que había dado un salto de gigante en lo que a drag se refiere, su actuación en Werq The World probó que esta mujer está a años luz del resto de sus competidoras. Incluso de Alaska Thunderfuck (por lo menos, hasta que a esta le dé por pasar por Barcelona a demostrarnos lo contrario). Haciendo honor a su fama de drag totalmente experimentada en dos campos, lo sexual y la moda, Detox salió al escenario para furmarse un cigarro tumbada en un sofá y enfundada en un traje de látex de colores rojo y negro. Al acabar la canción, dio paso al «S.E.X.» de Madonna con una capa menos de látex y con lo que creíamos que era un moño convertido en una especie de gigantesca coleta casualmente similar a unas bolas chinas de plástico negro. Su número con tres bailarines fue una puñetera bomba sexual que nos dejó sin palabras sin necesidad de exceso de ningún tipo. Más bien lo contrario: Detox sabe que los elementos justos bastan y sobran para erigirse como reina absoluta de la noche. Y, si anoche hubo una corona, ella fue la que se la llevó a casa.