¿Qué está pasando que, de repente, nos flipan las ficciones hackers? Permitid que lo expliquemos con «Watch Dogs 2» como ejemplo pluscuamperfecto.
¿No os ocurre a veces eso de que a la gente de repente le da por una película o un juego o un libro o lo que sea y os carcome la rabia por dentro porque hace varios años que intentaste hacerles comprender que había otra peli o juego o libro o lo que sea que era muy similar… y que sigue siendo mejor? Pues eso mismo es lo que me ocurre a mi ahora que resulta que todo el mundo es ultra mega hiper fan de «Mr. Robot» y nadie me hizo ni puto caso cuando me obsesioné por completo con «Watch Dogs«.
Corría el año 2014 y «Watch Dogs» se lanzó como uno de los primeros grandes juegos de la nueva generación de videoconsolas (ya sabes: PS4 y Xbox One). El revuelo que armó fue cosa seria, y no tardó en congregar a una verdadera legión de fans absolutos de esta especie de «GTA» en la que el protagonista era un hacker y, por lo tanto, hacía cosas de hacker. En aquel título te ponías bajo la piel de Aidan Pierce, un tipo que ve cómo su sobrina muere en un ajuste de cuentas. A partir de entonces, se embarca en una odisea para determinar quién y por qué.
La novedad en «Watch Dogs» consistía en que el hecho de que el protagonista fuera un hacker no era algo cosmético ni superficial. Ya habíamos jugado a otros títulos en los que una notita de hackeo añadía color (ahí está, por ejemplo, la renovación de la saga «Deus Ex«). Pero esto suponía todo un nuevo nivel de posibilidades maravillosas: las habituales huidas en coche a través de la ciudad se hacían más frenéticas con la posibilidad de controlar semáforos o puentes con nuestro móvil; las cámaras de videovigilancia nos podían ayudar a planificar el asalto a un edificio… Por fin verdaderas novedades en un tipo de juego, el de «mundo abierto» (o «sandbox«, si nos ponemos técnicos), que llevaba tiempo estancado.
Y luego estaba, además, otro de los grandes aciertos del «Watch Dogs» original: ligar las peripecias de Aidan Pierce a las de Dedsec, una especie de trasunto de Anonymus que intenta por todos los medios dejar al descubierto una realidad en la que el hecho de estar hiperconectados también significa que estamos extremadamente controlados. Hasta un nivel realmente extremo que, recordemos, en el año 2014 incluso resultaba profético en sus alarmas. ¿Es comprensible entonces mi obsesión con el primer «Watch Dogs«?
Las ficciones hackers no son algo nuevo. Desde los años 80 existen todo un conjunto de películas que nos han programado en la fascinación hacia el hacker: la pionera «Tron» (1982), la mítica «Juegos de Guerra» (1983), «Hackers» (1995) con Angelina Jolie, Sandra Bullock hasta las trancas en «The Net» (1995)… Y así hasta llegar a un cambio de siglo en el que todo el tinglado hacker empezó a ligarse indefectiblemente con el malestar apocalíptico. La saga «The Matrix» (1999) nos advirtió de la posibilidad de acabar viviendo en un mundo totalmente virtual, y otra maravilla como «eXistenZ» (1999) de David Cronenberg se anticipó a «Black Mirror» a la hora de mezclar en una misma coctelera hackers, gamers, identidad virtual y sexo por un tubo.
Pero no nos quedemos en el cine, porque aquí la literatura siempre fue muchísimo más profética que su hermano audiovisual. «The Neuromancer» (1980) de William Gibson puede que sea, sin lugar a dudas, la madre de todo este tinglado del que estamos hablando aquí y ahora. Pero tampoco deberíamos olvidar que esto es una carrera que nos lleva desde los 80 hasta la actualidad con ejemplos ilustres como «Transmission» de Hari Kunzru en el año 2004 o la reciente «Pureza» de Jonathan Franzen, que en el 2015 puso a una de sus protagonistas a trabajar a órdenes de un Julian Assange al que parecía que sólo se le había cambiado el nombre. Ah, claro, y ahí está también la icónica Lisbeth Salander presentada en «Los Hombres Que No Amaban A Las Mujeres» (2005) de Stieg Larsson.
Salander es, de hecho, algo así como el epítome de los hackers en las ficciones actuales: pueden ser más o menos protagonistas y pueden (y deben) usar sus habilidades para fascinar al espectador / lector… Pero estas habilidades y su condición de hacker nunca (¡nunca!) serán más importantes que la trama principal, siempre de una corte mucho más clásico y asimilable por un público mayoritario. Ahí están otro ejemplo de hacker diluido para ser abrazado por el mainstream como es el de la Skye / Daisy de «Marvel’s Agents of S.H.I.E.L.D.«.
Y así llegamos hasta «Watch Dogs 2«, que acaba de lanzarse para Xbox One, PS4 y PC y que, por si no te habías dado cuenta, es el verdadero impulsor de este artículo. La idea es, ahora que la secuela de «Watch Dogs» está en la calle, reivindicar la saga al completo como precursora de algo así como la versión 3.0 de las ficciones hackers. Ya hemos superado la inocencia del siglo XX y la juventud superficial de los primeros 15 años del siglo 21: ahora es el momento de abrazar ficciones hackers realmente complejas y profundas. Ficciones hackers que, de paso, actúen de espejo ante el malestar general de un mundo globalizado en el que estamos totalmente controlados por grandes corporaciones que usan la tecnología para espiarnos sin nuestro consentimiento.
El éxito de «Mr. Robot» demuestra que estamos preparados para abrazar estas ficciones hackers en versión 3.0. Y el argumento de «Watch Dogs 2″ viene a demostrar exactamente lo mismo: de repente, la saga prescinde de un guión con muertes de familiares y venganzas personales… Aquí el protagonista es Marcus Holloway y su aventura consiste simple y llanamente en unirse a Dedsec para destapar la conspiranoia general y reclamar una verdadera libertad para el pueblo. ¿Dónde va a vencer «Watch Dogs 2» a «Mr. Robot«? ¿En serio tengo que decirlo en voz alta? Pues en que, básicamente, el juego es una experiencia en primera persona y no en tercera. No hay nada más intenso que eso. Y lo sabes. [Más información en la web de «Watch Dogs 2»]