No seamos cabrones: cuando eres fan de un álbum o de un grupo, tragarte un recopilatorio de versiones siempre es una experiencia poco satisfactoria… Pero, por lo menos, siempre te queda la certeza de que serán incapaces de «matar» al original: no importa lo que pase, no importa la poca pericia, la falta de rigor o la incomprensión primigenia con la que aborden el material de partida, tú siempre podrás recurrir a lo versionado para olvidarte de la versión. Con esto no estoy diciendo que, tras escuchar «Rumours Revisited» (Mojo, 2012), vayas a borrar inmediatamente de tu memoria los clústers necesarios y así dejar espacio para los Fleetwood Mac originales, sino que más que probablemente acabes pensando «bueno, había dos o tres cosas salvables y el resto es normalito«. Y a otra cosa. Sin dolor, sin trauma, sin trascendencia. Pero «dos o tres cosas salvables» no son suficiente motivo para revisitar un disco como este: un álbum que, si ha pecado de algo, es de no tener suficientemente en cuenta las proporciones de la tarea contra la que lidiaba. No haber sopesado desde el principio que traspapelar «Rumours» (Reprise, 1997) hasta un aquí y ahora practicado por grupos actuales se encontraría con dos problemas básicos que, de haberse tenido en cuenta, podría haber implicado una decisión más acertada de intentar abordar un disco de Fleetwood Mac menos complejo e icónico.
Para empezar, la fuerza de «Rumours» nace de la catarsis que vivieron los cuatro miembros de la banda durante su grabación y que puede sentirse latiendo sobre el álbum como una segunda piel multicolor preñada de luces y de sombras. Fue este un álbum que Fleetwood Mac grabaron en un momento de grandes tensiones internas: con Stevie Nicks y Lindsey Buckingham recién casados, la banda había acabado por ser lo más parecido (para que nos entendamos) al plató de «La Noria«, donde los malos rollos se llevan por dentro sin que eso se evidencie en la superficie. Pero en «Rumours» cambiaron la táctica y prefirieron convertirse en «Sálvame«: un programa que deja al aire los cotilleos y los rumores entre sus contertulios y que incluso los acosa con las cámaras hasta el WC cuando estos intentan llorar sus penas en soledad. Un acto profundo de catarsis que sólo puede ser «vivido», nunca «reproducido»: por mucho que las bandas convocadas por la revista Mojo intenten ponerse en los zapatos de los miembros de Fleetwood Mac, la mencionada catarsis, que es lo que hace único a «Rumours«, es imposible de reproducirse si no se vive en primera persona. De esta forma, y por poner tan sólo un ejemplo, el torrencial y enérgico «Go Your Own Way» pierde toda su fuerza en manos de unos Dutch Uncles que extirpan de raíz la ira que subyace bajo la letra y la percusión originales. Imposible saber si consciente o inconscientemente.
El segundo problema es el de todo disco de versiones: la selección de bandas, al fin y al cabo, depende en demasía de los selectores. Para este caso, podría haberse tirado de todos esos grupos que en los últimos años han referenciado y reverenciado a Fleetwood Mac como influencia directa (a mí se me ocurren ahora mismo Haim y Joe Crepúsculo, para que vean ustedes el amplio abanico de acólitos). Pero no. En este caso, está claro que las bandas elegidas para abordar «Rumours Revisited» se circunscriben perfectamente en la línea editorial de Mojo: poco riesgo, mucho rollo clasicote… Por eso sorprenden algunos de los aciertos, como The Staves reduciendo hasta la médula folk el ya muy desnudo «Songbird«, Pure Bathing Culture consiguiendo renovar un tema tan trillado como «Dreams» llevándolo al terreno de la hipnagogia y el sky gazing más atmosférico, el ruidismo percutivo de Mary Epworth a la hora de romperle el cuello a «Oh Daddy» como a un pajarillo indefenso y, (muy) por encima del resto, las dos joyas de la corona: la danza macabra y sintética de Julia Holter con el espectro de Stevie Nicks en la subyugante «Gold Dust Woman» y el «Extreme Makeover: Home Edition» que Liars aplican sobre los cimientos de «The Chain«, mutándola en un irreconocible aquelarre malrollero de pop goticoso en constante tensión.
El resto se queda por el camino… Incluso los muy esforzados -y a priori interesantes- intentos de Yeasayer (una «Second Hand News» con escasas variaciones respecto a la original) o The Phoneix Fundation (transportando «Don’t Stop» a un futuro en el que los androides sueñan con ovejas electrónicas) acaban desinflándose a medio gas. Y, aunque puede que en el futuro tan sólo acudas a «Rumours Revisited» para escuchar algunos de los mencionados aciertos, está claro que no pasa nada: esto no es una maravilla, pero esto tampoco ha sido el asesinato del «Rumours» de Fleetwood Mac. Imposible asesinar a un inmortal.