«Vota Juan» es una maravillosa mezcla de «Veep», «The Office» y «House of Cards»… Y también es la sitcom política que nuestro país iba necesitando.
La situación política de nuestro país da para muy poquita broma… Pero, precisamente por eso mismo, ahora es cuando más necesitamos reírnos de todo este tinglado que ya va rozando lo insoportable. Porque somos la generación del intentar sobreponerse, del superar los baches con la chanza floja y del reírse hasta de su propia sombra para enmascara que esa misma sombra nos da un miedo de la hostia. Por todo ello, «Vota Juan» no podía llegar hasta nosotros en mejor momento.
Porque los últimos años han sido los del ascenso de una conciencia política que parecía adormecida en nuestro país. Varias generaciones que habían crecido entre los algodones de la era del -presunto- bienestar despertaron de pronto cuando la burbuja hizo ¡pop! y tocó enfrentarse a la crudísima realidad. De repente, los políticos están en el epicentro del foco informativo… Pero, oye, que para dramones ya tenemos la realidad. ¿No podemos reírnos un poquito también de la clase política y, de paso, aliviar esa inquina que se está instalando irremisiblemente en nuestros sentimientos hacia ellos?
Las coordenadas de Juan Cavestany (que viene de poner el listón altísimo con la segunda temporada de su «Vergüenza» para Movistar+) están más que clara en esta «Vota Juan» que ha creado para el canal TNT. Habrá quien inmediatamente piense en Frank Underwood y «House of Cards» al toparse con Juan Carrasco, ese despiadado Ministro de Agricultura que, ante la desgracia ajena (la enfermedad de la mujer del presidente que le impide presentarse a una segunda vuelta electiva), decide aprovechar que la ocasión la pintan calva para abrirse camino hacia la Moncloa. Y lo cierto es que Carrasco tiene bastante que ver con el Underwood de Kevin Spacey tanto en sus formas como en su capacidad para hacer lo que nadie se atreve hacer con tal de conseguir sus objetivos. Al fin y al cabo, como dice su jefa de gabinete, no tienen nada más allá de la política, y eso les convierte en animales famélicos particularmente peligrosos.
Pero que la proyección colosal de un personaje tan icónico como Frank Underwood no nos ciegue: con quien más tiene que ver Juan Carrasco es con Selina Meyer, el personaje central de esa «Veep» que Julia Louis-Dreyfus interpreta de forma mucho más que sublime. Al fin y al cabo, lo de Underwood al final es cosa de poca broma y asusta por lo que tiene de real… Pero lo de Meyer hace reír precisamente por lo que tiene de real. Y ahí está lo magistral de un ejercicio como «Veep» y, en consecuencia, también como «Vota Juan«: su capacidad para hacernos creer que, al fin y al cabo, la política no es un entramado de conspiraciones complejísimas, sino una red de gente inepta sin escrúpulos que va tapando continuamente los pufos que crean ellos mismos.
Desde el primer capítulo, el Juan Carrasco interpretado por Javier Cámara se define en unos términos cercanos y conocidos porque, al fin y al cabo, todos hemos tenido algún Juan Carrasco en nuestras vidas: ese ser que intenta maquillar la realidad continuamente para aparentar lo que no es, para forzar una grandeza que, en su estruendoso choque contra la situación verdadera, se convierte en un batacazo bochornoso fascinante de ser observado. Un choque de coches del que no puedes apartar la vista…
Y lo mejor de todo es que el gabinete de este Minstro de Agricultura incapaz de distinguir un puerro dentro de un canasto de verduras está precisamente a su altura. María Pujalte como la abnegada mano derecha de Juan, con las mismas ansias por triunfar con él pero con un sentido más acertado de la realidad que les rodea. Nuria Mencía como la colaboradora impuesta por el gobierno aficionada a propinar baños de sinceridad desde el hieratismo más tronchante. Y un adorable Adam Jezierski recién salido de las juventudes del partido que entiende que la única forma de medrar en la estructura política es precisamente haciéndole la pelota (desmesuradamente) a su jefe directo.
Lo más interesante de «Vota Juan«, por otra parte, es la elocuente decisión de Juan Cavestany de no adscribir a Carrasco a ningún partido en concreto… Nunca se nos dice si este desastroso Ministro de Agricultura pertenece a un gobierno de derechas, de izquierdas, de ultraderechas o de centro. Y la verdad es que da absolutamente igual, porque la intención del showrunner es precisamente recalcar que todos los partidos son, como suelen decir las abuelas, el mismo perro con el mismo collar. Mi madre suele convertirlo en «la misma mierda con diferente lazo«, y lo cierto es que en un caso como el de la política me parece que es una metáfora mucho más acertada y gráfica.
Porque da igual si Juan Carrasco es del PP, del PSOE, de Ciudadanos, de VOX o de Podemos (bueno, parece bastante improbable que sea de Podemos)… Lo importante es que es un mierdas, pero es un mierdas que hace que te partas la caja continuamente ante sus meteduras de pata (ojo a toda la subtrama con su hija, sorprendentemente interpretada por Esti Quesada -o lo que es lo mismo: Soy Una Pringada). Es un mierdas como los que todos sabemos que abundan en la clase política. Y, por mucho que nos joda, es un mierdas que también tiene su corazoncito y que, como al Michael Scott interpretado por Steve Carell en «The Office«, se le acaba queriendo incluso en su absurda bravuconería. [Más información en la web de «Vota Juan» en TNT]