Por ahí se comenta que Voces Femeninas 2014 ha sido el mejor de toda su historia… Lo comprobamos en esta crónica sobre la velada compartida con tUnE-yArDs y Ólöf Arnalds.
[dropcap]T[/dropcap]ras la celebración de los respectivos conciertos en sus otros dos emplazamientos –Teatro Lara de Madrid y Teatro Principal de Ourense-, en las horas previas al desenlace del ciclo Voces Femeninas en Vigo se venía diciendo desde diferentes medios que su edición de 2014 estaba siendo la más destacada de su historia. Una sentencia que podía rozar la temeridad dada la gran calidad de las propuestas y los directos que han dado forma y notoriedad desde su arranque en 2008 al evento pergeñado por el colectivo gallego Coconut Producciones: Emmy The Great, Basia Bulat, Sharon Van Etten, Torres o Holly Miranda. Así que, más que decidir si el Voces Femeninas 2014 ha sido el mejor de siempre, habría que resaltar la apoteósica manera en que llegó al público y se mezcló entre sí su radicalmente opuesta y contrastada oferta: por un lado, la delicadeza de Ólöf Arnalds; por otro, el arrebato de tUnE-yArDs. No resultaba extraña, por tanto, la gran expectación que se respiraba en el Auditorio C. C. Afundación vigués antes del comienzo de la función.
En cuanto se apagaron las luces y se difuminó la legendaria mirada de Aretha Franklin, cuyo rostro ocupó el fondo del escenario en diferentes tramos de la velada tras ser elegida por la organización como mito femenino musical a la que rendir homenaje -y con la que reforzar el mensaje del evento contra la violencia de género-, Ólöf Arnalds apareció guitarra acústica en ristre acompañada de su productor Skuli Sverrison, encargado para la ocasión de las seis cuerdas semi-acústicas y las bases programadas. La islandesa puso todas sus bazas sonoras sobre la mesa desde el comienzo sin trampa ni cartón: arreglos dulces y suaves que creaban atmósferas mullidas para que su voz, ya fuese en su lengua nativa o en inglés, se balanceara con absoluta naturalidad entre el susurro y el lamento agudo para irradiar luminosidad con cada nota expresada, como en “Palme”, tema titular de su último disco, “Palme” (One Little Indian, 2014). Pero Arnalds no se centró exclusivamente en él, y lo usó como lustrosa excusa para dar pequeños brincos hacia sus anteriores trabajos, mostrando tanto su tímida sonrisa y su contenido tono alegre en “The Joke” como su versión más personal e intimista a través de la casi nana “Innundir Skinni”. La fragilidad transmitida por Ólöf Arnalds a lo largo de su intervención -incluso cuando enseñaba la patita electrónica- fue la calma que anticipó la tormenta posterior.
No se puede calificar de otro modo el espectáculo realizado por Merrill Garbus y su big band, tUnE-yArDs. Eso sí, la suya fue una tormenta apetecible, placentera, exuberante, fogosa y deseada, muy deseada, a juzgar por su impacto entre una ojiplática audiencia que se puso en alerta después de que Garbus y familia (Nate Brenner, bajo; Dani Markham, percusión y coros; y Jo Lampert y Moira Smiley, voces y coros) empezasen a calentar su maquinaria durante la introductoria “Rocking Chair”, minúsculo avance del festín sónico-coral que comenzaría a renglón seguido. En un abrir y cerrar de ojos, la formación norteamericana activó su arsenal de armoniosas voces solapadas, agitadas coreografías y múltiple percusión para deconstruir y, en último término, destrozar el concepto tradicional del pop, al que se le aplicaban esencias electro, soul y afro para luego detonarlas y llevar el resultado final al extremo (lúdico). Parecía que la ultra-expresiva -y muy hábil con el castellano- Garbus lanzaba las piezas de su puzzle sonoro al aire para que el resto del grupo las cogiera al vuelo y desarrollaran al unísono varias canciones en una sola mediante ritmos de aire tribal y melodías inesperadas.
En determinadas fases, las estructuras complejas (a veces dislocadas), las cadencias imposibles y las capas y capas de detalles y arreglos hacían que su propuesta quizá no fuese accesible para todo el respetable, sobre todo cuando los temas se enmarañaban en un trance que rozaba la locura disonante. Pero este es uno de los efectos de las composiciones de Garbus y, probablemente, una de sus principales intenciones en directo: descolocar a sus oyentes. En Vigo cumplió con esa tarea sumiéndolos, además, en sus espectaculares trucos de loop, hechizantes tanto en la construcción como en la ejecución. Aunque, especialmente en el tramo final de su actuación, tUnE-yArDs concedieron un respiro rescatando los singles de “Nikki Nack” (4AD, 2014), una eufórica “Water Fountain” y la directa y abiertamente (soul)pop “Wait For A Minute”; y, luego, dejando a Merrill a solas con sus loops y su ukelele eléctrico para interpretar la relajante “Powa”. Este remanso de paz fue, sin embargo, un espejismo ante un posterior desparrame house que dio paso a la emblemática “Bizness”, que parecía poner el broche de oro a al show.
El correspondiente bis -obligatorio por el clamor popular y protagonizado por “Fiya”– condensó la montaña rusa de sensaciones erigida por tUnE-yArDs en Vigo al combinar parsimonia y energía progresiva que estalla en la cúspide. Sólo faltó que cayera el confeti para cerrar un concierto multicolor, efervescente y apabullante convertido en una ofrenda a la música libérrima, a las voces femeninas -cómo no podía ser de otra forma- y, en definitiva, a la alegría de la vida. [FOTOS: Miguel Estima]