Está clarísimo: Netflix pasa de la Marvel y quiere explorar nuevas series de superhéroes… Y, oye, si son tan guays como «The Umbrella Academy», fetén.
La jugada está clara. Clarísima. En los últimos tiempos, hemos asistido a la cancelación paulatina del gran corpus de series de Netflix basadas en superhéroes de la Marvel. El motivo, según aduce el gigante de VoD, es que la relación entre la inversión económica que suponían estas series y las audiencias que generaban no compensaban. Y admitámoslo: es algo totalmente comprensible. Incluso los fans fatales del UCM (ya sabes: Universo Cinematográfico Marvel), entre los que me incluyo orgulloso, habíamos ido abandonando su aventura en Netflix poquito a poco.
En algunos casos, por puro aburrimiento (¿existe algo más aburrido que «Daredevil«?). En otros, porque nos sangraban los ojos con series tan malas («Iron Fist» o esa cosa que no debería haber existido pero que existe bajo el título de «The Defenders«). Pero la cuestión es esa: las audiencias caían en picado y las series costaban una pasta gansa injustificable. Las vías de salida eran dos: pasar de superhéroes segundones y recurrir a alguno de los grandes (no sé, un Ojo de Halcón como mínimo)… o hacer borrón y cuenta nueva. Netflix ha optado por esta segunda opción.
Y «The Umbrella Academy» prueba que este cambio de estrategia ha sido un acierto total. ¿Para qué empeñarse en roer los huesos de las sobras de la Marvel (unos huesos pagados a precio de oro) cuando puedes seguir aprovechando el tirón de los superhéroes con otras series que te cuesten menos dinero y que te ofrezcan más posibilidades? Porque hay que reconocer que, al fin y al cabo, «Luke Cage«, por muy divertida que fuera, era Serie B Superheróica. Pero algo como «The Umbrella Academy» es pura primera división del cómic contemporáneo.
Por si no sabes de dónde sale la serie, eso sí, aquí va algo de contextualización… Acompañada de uno de esos datos curiosos que, si lo desconoces, te va a dejar un poco loco. Y es que «The Umbrella Academy» es una serie de cómic dibujada por Gabriel Bá y guionizada ni más ni menos que por Gerard Way. ¿Y quién es Gerard Way? Aquí viene lo curioso: este hombre es el cantante de My Chemical Romance, aquel grupo que se convirtió en monumento de la gilipollez emo y que, por ende, acabó produciéndonos urticaria a cualquier generación nacida antes del año 2000. Pero una cosa os digo: no sé vosotros, pero después de ver «The Umbrella Academy» en Netflix, casi que tengo ganas de volver a escuchar a aquella banda y, de hecho, escucharla con otros oídos. Unos oídos más limpios.
Porque es que la elocuencia de esta serie no podía ser más relevante aquí y ahora. El argumento respeta los cánones de toda serie centrada en un grupo superheróico: en 1983, 43 mujeres alrededor del mundo tuvieron hijos al mismo tiempo. La particularidad en este caso es que esas mujeres no estaban embarazadas hasta escasos minutos antes de dar a luz. Paralelamente, el científico Reginald Hargreeves se propone reunir a todos los bebés… Aunque acaba encontrando y adoptando tan solo a siete. Los agrupará en The Umbrella Academy, una especie de academia para niños con superpoderes que, tras un auge que les hará famosos alrededor del mudo, acabará por disolverse tras la trágica muerte de uno de los chavales.
Salto temporal hasta el presente. Los niños de The Umbrella Academy, ahora adultos, viven existencias ajenas los unos a los otros… Hasta que Hargreeves muere en circunstancias sospechosas y todos se reúnen de nuevo en la vieja academia. Incluso El Chico, desaparecido décadas atrás debido a un mal uso de sus poderes (puede viajar a través del espacio, pero acaba calculando mal al saltar en el tiempo), vuelve del futuro para anunciarles algo sorprendente: el Apocalipsis acontecerá en escasos días. Y solo ellos, juntos a duras penas, pueden detenerlo.
Lo dicho: el argumento es resultón, pero también podría ser el argumento de cualquier ficción superheróica random. Lo que eleva «The Umbrella Academy» a un nuevo nivel de excelencia son dos factores puramente argumentales (y, por lo tanto, algo que habrá que achacar a la -sorprendentemente- buena pluma de Way). Por un lado, está la capacidad para llevar la trama a un grado de complejidad realmente sublime en el que mucho tienen que ver los saltos temporales de El Chico, que harán que esta familia disfuncional se tope de frente con una organización que mantiene el orden temporal… Aunque sea asesinando a todos aquellos que puedan alterarlo.
Los saltos en el tiempo son el gran forte de «The Umbrella Academy«, y más todavía tras lo acontecido en ese final tan abierto que te deja con ganas de más… Pero esta argucia de planificación narrativa resulta tan atractiva como la capacidad de Way para presentar una familia -y periferia- con miembros que no podrían representar más el aquí y ahora. El siglo 21. A través de sus personajes, la serie aborda una temática tan on point como la de lo extraordinario. Vivimos un momento histórico en el que ha explotado una burbuja. Y no solo económica, sino también humana. Hay toda una generación de chavales dañados porque se les crió haciéndoles creer que eran extraordinarios y han tenido que ajustarse a una realidad frustrante en la que no hay espacio para lo extraordinario, sino solo para lo extra ordinario. Que no es lo mismo.
Esa tensión entre las expectativas impuestas por los padres y la realidad, encarnada por el personaje interpretado por Ellen Page, subyace por debajo de la trama principal de «The Umbrella Academy«. Pero es que resulta que al argumento de Gerard Way no se le caen los anillos a la hora de dar visibilidad a un superhéroe abiertamente gay (interpretado por Robert Sheehan como una especie de versión juvenil de Jack Sparrow) o a una relación entre un hombre de mediana edad y una señora de edad avanzada. ¿Cuándo has visto algo así en el universo de la Marvel?
Y, claro, también hay que reconocer que «The Umbrella Academy» está excelentemente dirigida, trasladando las viñetas del cómic a un formato audiovisual que huye del show bigger than life típicamente marveliano y opta por algo más sutil, más contenido, más de autor. La serie combina tramos realmente vertiginosos y apasionantes con muchos otros cuya intensidad opera a un nivel puramente psicológico. Pero siempre mantiene un nivel visual impecable que va definiendo poco a poco un imaginario estética apesadumbrado y melancólico en el que se trenzan escenas de acción para el recuerdo (como el tiroteo en la cafetería, por ejemplo).
No es de extrañar, entonces, que Netflix haya confirmado ya una segunda temporada para «The Umbrella Academy«… Porque, al fin y al cabo, ¿quién necesita a los superhéroes de la Marvel cuando tiene a esta familia disfuncional que resulta tan extraordinariamente cercana a todos y cada uno de nosotros? [Más información en la web de «The Umbrella Academy» en Netflix]