¿Cómo seguir adelante con total normalidad después de que Donald Trump haya sido elegido presidente de EEUU? Aquí nos lo preguntamos muy en serio.
Cuando ayer por la noche cerré mi ordenador portátil, dejé a medio escribir un artículo sobre la colección crucero de Chanel y cómo te enseña a bailar salsa. Debía ser, evidentemente, el primer contenido que se publicaría hoy 9 de noviembre en Fantastic. De hecho, cuando ayer por la noche cerré mi ordenador portátil ni se me ocurrió pensar que Trump ganaría las elecciones en EEUU. No es que no entrara en mis planes, es que directamente no me entraba en la cabeza. Era consciente de que ambos candidatos a la presidencia yanki estaban bastante empatados, pero mi pensamiento abstracto fue incapaz de imaginar un mundo en el que Trump fuera presidente de los Estados Unidos.
Ahora, sin embargo, ya es oficial: Donald Trump es el nuevo presidente de los Estados Unidos. Y el mundo ha entrado en una época de oscuridad absoluta. Soy consciente de que Hillary Clinton no iba a ser la mejor opción posible, pero sí que parecía mejor opción que Trump. Y, sobre todo, la campaña del republicano ha estado trufada de tantos momentos inverosímiles, de tantas ocasiones en las que ha demostrado su baja calaña humana y moral (por no entrar ya en lo estrictamente político, donde la cosa alcanza cotas surrealistas), que parecía cantado que el «I’m With Her» fuera el lema vencedor en estas elecciones.
Pero no. Repito. Ya es oficial: Donald Trump es el nuevo presidente de los Estados Unidos. Cuando me he despertado y he mirado las noticias, todavía no era así. Me he ido al gimnasio y he tardado tres veces más en completar mi rutina habitual de ejercicios porque no podía despegarme del teléfono móvil chequeando las noticias segundo a segundo. Al llegar al gimnasio, todavía no estaba confirmado, sino que las noticias decían que «Trump puede llegar a ser presidente«. Al rato se hizo oficial. Y entonces entré en una auténtica espiral de autodestrucción en la que no podía parar de leer noticias sobre desplomes internacionales de la bolsa y predicciones apocalípticas en torno a la geopolítica mundial.
De repente, he pensado en todo, en Rajoy, en el Brexit, en Trump, y no lo he encontrado demasiado sentido a nada de lo que habitualmente tratamos en esta web.
Ha sido el momento de comentarlo con amigos y familia a través de todos los chats posibles. Ha sido el momento de compartir el shock generalizado. Alguien ha intentando animarme diciendo que parara de hacerme daño a mi mismo, que dejara de mirar noticias al respecto. He tenido que responder que no puedo evitarlo, que soy periodista. Pero secretamente he pensado que qué periodista ni qué niños muertos: este estado de catatonia mental, este mirar noticias como quien se hace cortes en los antebrazos como medida de dolor controlada, me sigue pareciendo la única actitud posible ante lo que ha ocurrido.
También ha sido el momento, además, de entrar en Facebook y ver la reacción generalizada. Y ahí sí que he perdido los nervios. Cualquiera que me conozca sabrá que soy una de esas personas capaces de haber broma de cualquier cosa, incluso de la tragedia. Pero esta mañana he sido incapaz. Y no sólo he sido incapaz de reír con ninguno de los memes y bromas de Internet que pueblan las redes sociales… Es que incluso me he indignado. No quiero entrar en el discurso absurdo de que somos imbéciles y tenemos lo que nos merecemos. No quiero caer en eso de «¿qué podemos esperar si nuestra única reacción ante algo tan serio es hacer broma con cuatro memes de mierda?«. No quiero entrar ahí. Pero esta mañana he entrado. Lo siento.
Y si al final he decidido a escribir este texto es porque, al fin y al cabo, cuando he vuelto a abrir mi ordenador portátil y me he planteado empezar a trabajar, he encontrado totalmente inverosímil tener que acabar un artículo sobre la colección crucero de Chanel. Sería el equivalente periodístico (o, por lo menos, mi equivalente periodístico) a colgar un meme en Facebook y seguir adelante con total naturalidad, como si no hubiera pasado nada, esperando a que lluevan los likes y que algunos colegas compartan sus risas a través de comentarios online.
De repente, he pensado en todo, en Rajoy, en el Brexit, en Trump, y no lo he encontrado demasiado sentido a nada de lo que habitualmente tratamos en esta web. Y sé que estoy siendo injusto y duro. Sé que, cuando publique este texto, me pondré con lo de Chanel. Y luego con «Black Mirror«. Y más tarde con el MIRA 2016… Pero por ahora soy incapaz de seguir como si nada hubiera pasado. Durante un buen rato he estado considerando la posibilidad de cerrar la web durante un día entero y proclamarlo día de luto. Pero supongo que «the show must go on«. Lo único que puedo hacer es pediros perdón por adelantado, de todo corazón, y ponerme a escribir sobre la colección crucero de Chanel.