«oɹɹɐzıqɹoɯɐǝpolnƃuɐıɹʇ» de Triángulo de Amor Bizarro es nuestro disco de la semana porque es la banda sonora del fin del mundo (que estamos viviendo).
Que Triángulo de Amor Bizarro hayan bautizado su nuevo disco con su propio nombre puede interpretarse como un acto de reafirmación o reivindicación. ¿A estas alturas? La verdad es que no tendría sentido, como si Rodrigo Caamaño, Isa Cea, Rafa Mallo y Zippo necesitasen hacerlo después de una trayectoria inmaculada caracterizada por su fulgurante progresión. Entonces, podría relacionarse con la intención de cerrar un círculo o completar un amplio ciclo abierto desde su estreno en largo, llamado de idéntica manera, “Triángulo de Amor Bizarro” (Mushroom Pillow, 2007).
Sin embargo, hay que fijarse en un detalle importante: la denominación del quinto disco de los de Boiro está plasmada con escritura especular: “oɹɹɐzıqɹoɯɐǝpolnƃuɐıɹʇ” (Mushroom Pillow, 2020). Es decir, hay que situar la línea frente a un espejo y darle la vuelta para leerla correctamente. Del mismo modo, Triángulo de Amor Bizarro se colocan delante de uno para verse a sí mismos tras más de quince años de carrera y, finalmente, atravesarlo como Alicia cuando traspasó el cristal hacia un universo surrealista.
En el momento en que Triángulo de Amor Bizarro nos enseñaron el primer reflejo rebotado por “oɹɹɐzıqɹoɯɐǝpolnƃuɐıɹʇ”, estábamos convencidos de que el grupo nos ofrecía una imagen invertida de sí mismo por el molde que adoptaba su habitual sonido furioso: industrial, primitivo, estridente y minimalista. Adjetivos que provocaban que «Ruptura» hiciera honor a su título por la vía del impacto visceral.
Después, «Fukushima» prolongó esa extraña sensación de estar escuchando el reverso de Triángulo de Amor Bizarro en medio de una extensa estructura sombría y maquinal. Sin darnos cuenta, la banda estaba abriendo un pasillo salpicado de espejos cóncavos y convexos -siguiendo los modos de un ilustre literato gallego de gafas redondas y barba prominente vecino de la orilla de enfrente de la ría de Arousa- en los que se proyectaba su nueva cara sonora.
Ese juego especular adquiría todo su sentido cuando Triángulo de Amor Bizarro explicaban mediante interesantísimos hilos de Twitter su renovado proceso creativo (luego completado en el estudio otra vez con su productor fetiche, Carlos Hernández), tanto en lo relativo a la concepción como a la ejecución, que había desembocado en un estilo diferente pero reconocible, reformulado aunque con la contundencia de siempre… hasta que llegó «Vigilantes del Espejo». Y, justamente, los espejos comenzaron a retornar a su estado original. En este caso, para refractar -con The Cure y New Order como faros guía- ese noise-pop que los coruñeses destilan con tanta habilidad mezclando ruido y melodía envueltas con un poderoso armazón rítmico. Quedaba claro que “oɹɹɐzıqɹoɯɐǝpolnƃuɐıɹʇ”, a pesar de que apuntaba a marcar un punto de inflexión radical en el sonido bizarro, iba a mantener en vigor ciertos signos de identidad del cuarteto.
La supuesta revolución, por tanto, iba a ser más contenida de lo esperado. A todos los niveles. De hecho, Triángulo de Amor Bizarro ratifican en “oɹɹɐzıqɹoɯɐǝpolnƃuɐıɹʇ” algo que ya habían sugerido en su anterior EP, “El Gatopardo” (Mushroom Pillow, 2018): la claridad de unas letras cada vez más directas y crudas, con tintes premonitorios, sin reducir su simbolismo ni su corrosión, referidas al capitalismo y la quiebra de sus bases filosóficas y materiales, la política, la dictadura tecno-social e incluso la ecología y el amor.
Así, Triángulo de Amor Bizarro exponen aquí su vena más afectiva sin ambages, acción que se condensa en dos cortes abiertamente shoegaze que vertebran el núcleo emocional del disco: “Asmr Para Ti” y “Cura mi Corazón”, baladas interpretadas entre infinitas espirales eléctricas que van mucho más allá en cuanto a calado sensitivo con respecto a sus predecesoras “Seguidores” o “Qué Hizo por Ella Cuando la Encontró”. Este par de piezas contrasta en fondo y forma con el chorro de energía que desprenden la esquizoide “Calígula 2025” y “Canción de la Fama”, en las que Rodrigo multiplica la fuerza de su grito contra peligrosos salvapatrias y artificiales ídolos contemporáneos con pies de barro.
Ese es el concepto espiritual de “oɹɹɐzıqɹoɯɐǝpolnƃuɐıɹʇ”: continuar expandiendo el discurso de Triángulo de Amor Bizarro en torno a las señales presentes y futuras de la deriva de una civilización que camina hacia su perdición, independientemente del aspecto externo del mensaje, ya sea el post-punk / dub a lo PiL de “No Eres Tú” (que comparte esquema con “Fukushima”) o, de nuevo, el noise-pop-rock de “Folía de las Apariciones” o “Acosadores”, en la que se materializa la soñada alianza entre Isa y Ariadna de Los Punsetes hasta erigirse en un clásico instantáneo del grupo.
Cuando Alicia volvió a atravesar el espejo y regresó de su viaje fantástico, se preguntó si había quedado atrapada en un sueño ajeno o ella misma se lo había imaginado… Igual que nosotros pensamos estos catárticos días detrás de las ventanas, en los que comprobamos cómo todo parece formar parte de un mal sueño en el que, casualidades de la vida, emergió “oɹɹɐzıqɹoɯɐǝpolnƃuɐıɹʇ” para poner banda sonora al fin del mundo tal como lo conocíamos. [Más información en el Facebook de Triángulo de Amor Bizarro // Escucha “oɹɹɐzıqɹoɯɐǝpolnƃuɐıɹʇ” en Apple Music y en Spotify]