La lucha trans suele entenderse como minoritaria, pero Shon Faye demuestra con su ensayo «Trans» que es la lucha de todos por un mundo mejor, más justo y más libre.
Creo sinceramente que la tarea de reseñar un libro como «Trans» de Shon Faye hay que abordarla con una honestidad brutal que empiece por dejar al descubierto el hecho de que no existe la objetividad en la mirada de ningún lector (y mucho menos en la de ningún periodista). Un manuscrito tan político y radical como este no puede (ni debe) ser leído con ánimo neutral y, por lo tanto, lo mejor que puede hacer quien pretenda reseñarlo es arrancar dejando bien claro cuál es su propio termómetro ideológico para evitar así cualquier tipo de malentendido o lectura errónea.
En mi caso, he de decir que mi punto de partida ante este tipo de ensayos siempre es el mismo: leerlo sin prejuicios. Ni para bien ni para mal. Esto quiere decir que, por ejemplo, siendo yo un hombre gay cis blanco, he leído con prejuicios (para bien) el «No Estamos Tan Bien» de Rubén Serrano, pero he acabado por disentir por completo al parecerme un discurso demasiado abonado al victimismo y poco interesado en el planteamiento de soluciones concretas y realistas. También he intentado leer a Ana Iris Simón sin prejuicios (para mal) pero he acabado literalmente enfadado por cómo la autora alimenta una visión retrógrada que defiende el patriarcado (y otras cosas peores). E incluso he leído sin prejuicios (de ningún tipo) el «Lenguaje Incluso y Exclusión de Clase» de Brigitte Vasallo y he acabado completamente rendido ante la idea de que toda revolución (ya sea por la inclusividad o por cualquier otra lucha) debe ser, antes que nada, una revolución contra el capitalismo.
Mis cartas ya están sobre la mesa. Y, de hecho, he de reconocer que, si «Trans» de Shon Faye vibra en sintonía con alguna de estas cartas es, sin lugar a dudas, con la de Vasallo. Ambas parten de la que, a mi entender, es la única forma de enfocar este tipo de luchas: la intención final nunca debe ser la normalización y tolerancia por parte del sistema (capitalista), sino desactivar y desmembrar este sistema que se ha demostrado profundamente fallido y construir un nuevo sistema que sea mucho más justo para todos. Tal y como reza el subtítulo de este libro: «Un alegato por un mundo más justo y más libre«. Si tú también vibras con esta propuesta, sigue leyendo.
«Trans» se acaba de publicar en España y ya se ha visto marcado a fuego por los inevitables ataques tránsfobos en las redes sociales de la editorial Blackie Books. Tampoco es nada sorprendente: este ensayo ha levantado las mismas ampollas en la sociedad británica donde se ha publicado originalmente. Y el motivo es tan solo que Shon Faye comete el imperdonable pecado de ser una mujer trans hablando de algo tan rupturista como mandar de baretas al sistema heteropatriarcal capitalista y construir un mundo mejor para todos. Ta y como ella misma afirma en la apertura del manuscrito: «La liberación de las personas trans mejoraría las vidas de todo el mundo en nuestra sociedad. Digo «liberación» porque creo que los objetivos de los «derechos trans» y la «igualdad trans», más humildes, son insuficientes. Las personas trans no deberíamos aspirar a ser iguales en un mundo que siga siendo capitalista y patriarcal, y que explote y humille a aquellas personas que vivan en él. En lugar de eso, deberíamos aspirar a la justicia tanta para nosotras como para las demás«.
Desde el principio, Shon Faye advierte que su escritura va a huir precisamente de lo que los medios y el mundo en general espera de este tipo de ensayos: el sensacionalismo de explicar su propia historia de transición con pelos y señales. Su intención es diferente, y pasa inicialmente por ofrecer una visión panorámica realista de lo que significa ser trans en la actualidad. Cada uno de los capítulos del libro se centra en un aspecto concreto de la vida trans, ya sea la convivencia con el cuerpo propio («Cuerpos correctos y cuerpos equivocados«), la existencia dentro de un sistema de clases capitalista que aboca a las personas trans a la pobreza («Lucha de clases«), la dificultad en el mercado laboral en general y en el comercio del sexo en concreto («El comercio del sexo«), la tensión con los organismos estatales y el sistema penitenciario («El Estado«), la fricción con el resto de la comunidad LGTBIQ+ («Primos queridos: la T de LGTB«) y, finalmente, la cuestión TERF («La hermana fea: las personas trans y el feminismo«).
Ahora bien, lo realmente interesante en «Trans» es que Faye no se autolimita al victimismo de representar la vida de las personas trans bajo la luz del fatalismo, sino que más bien pone sobre la mesa un buen puñado de posibles soluciones concretas para todos y cada uno de los problemas que señala. Y todas sus soluciones pueden resumirse en una visión integradora y transversal que insta a pensar que la cuestión trans no es algo único, sino que puede y debe integrarse y hermanarse con muchas otras cuestiones con las que comparte preocupaciones y aspiraciones.
Shon Faye recuerda que, desde el discurso retrógrado, obligar a una minoría a que tenga que probarse a sí misma constantemente es una forma de castrarla. Por poner un ejemplo que reduzca lo dicho a su mínima expresión (pero su máxima potencia): si una persona trans tiene que demostrar continuamente que tiene derecho a existir, no tendrá nunca tiempo para embarcarse en otras luchas mayores. Ahí está la insidiosa razón de ser de la transfobia (y de cualquier otro odio a cualquier otra minoría). Y aquí está la propuesta de Faye: dejar de autojustificarnos y pasar a mayores. Todas unidas.
Tener que justificar tu propia existencia como personas trans te aísla como caso minoritario y te desconecta de otras comunidades que también están aisladas en sus propias luchas. Algunas de esas comunidades incluso acaban siendo deliberadamente excluyentes en sus luchas. Pero lo que hace Shon Faye en «Trans» es precisamente demostrar que todas las luchas trans, las mencionadas en cada capítulo, son parte de otras batallas como las que se luchan contra el racismo, el machismo, la homofobia o la eterna lucha de clases. La táctica de los que odian es clara y sencilla: divide y vencerás. Todas las luchas por separado pierden fuerzas contra el Goliath conservador del status quo. Todas las luchas juntas son el único David con posibilidades de éxito. Y eso es precisamente lo que subraya la autora al demostrar que la lucha trans forma parte de una compleja red de luchas y que, por lo tanto, la solidaridad debería ser algo que se practicara de forma bidireccional: las personas trans no pueden ni deben alienarse de otras luchas y, a la vez, otras luchas no pueden ni deben excluir a las personas trans. Porque todos estamos metidos en la misma mierda.
Pero, ojo, que el pesimismo y la visión derrotista no son admisibles en este ensayo. Porque, en última instancia, ahí está la belleza en un libro como «Trans«: en que es una propuesta radical y rupturista, pero infinitamente empática y, sobre todo, de una belleza sin igual en su fuerte apuesta por la esperanza. A este respecto, ¿para qué voy a cerrar yo esta reseña con mis propias palabras cuando no existe mejor cierre que el broche de oro de las propias palabras de Shon Faye? «Lo que liberará a las personas trans será nuestra esperanza común en un mundo mejor. La esperanza forma parte de la condición humana, y la esperanza de las personas trans es la prueba de que somos completamente humanas. No somos una «cuestión» que haya que debatir y ridiculizar. Somos también símbolos de esperanza para muchas personas que no son trans y que ven en nuestras vidas la posibilidad de vivir más íntegra y libremente. Por eso hay personas que nos odian tienen miedo de la riqueza resplandeciente de nuestra libertad. Nuestra existencia enriquece este mundo«. Amén, hermana. [Más información en el Instagram de Shon Faye y en la web de Blackie Books]