«Poned en los cantantes vuestro cariño / Aunque no os guste mucho su canción / Son tan pobres y agradecidos / Que os darán su corazón«, canta Jorge Pérez al poco de abrir su tema «Los Cantantes«. Un fraseado como este, un abrirse la pechera de la camisa y dejar al descubierto ese corazoncito artístico siempre tan vulnerable, debe ser un primer motivo para que cualquier oyente peregrino se detenga inmediatamente sobre este segundo álbum del artista escondido tras el nombre de Tórtel. Pero hay un segundo motivo, y es que este disco se titula «Entusiasmo» (El Volcán, 2012), que es un sentimiento del que vienen bastante faltos los tiempos actuales, demasiado embargados por el pesimismo y en los que parece que el único entusiasmo posible, al fin y al cabo, es un entusiasmo dirigido hacia fines destructivos más que constructivos. Hacía la crítica que ancla en la inactividad más que hacia la ilusión que impulsa hacia adelante. Por eso se agradece tener a buen recaudo un álbum de esos que limpian la mirada y calientan el alma (repetimos: con una calidez bella y transparente, nunca con ese calor opaco y ciego que calienta hasta llevar al punto del estallido) cada vez que el día amanece un poco nublado… O cada vez que nuestro entorno se obstina en nublarnos el día.
Pero que nadie se lleve a engaño: un exceso de entusiasmo podría caer en el peligro de la gilipollez supina. Los excesos no son buenos, y mostrarse demasiado naïve en nuestros tiempos es tan insensato como dejarse llevar por el «todo nos parece una mierda» absoluto. Ahí reside precisamente la principal valía de este «Entusiasmo«: que consigue mantenerse firme realizando hermosos malabares sobre la cuerda floja que separa los dos mencionados extremos. Y lo hace poniendo dos pesos repartidos equitativamente a cada lado del álbum… Por un lado está, evidentemente, el entusiasmo al que alude el título del álbum. Es un entusiasmo que queda totalmente patente en las melodías soleadas y optimistas, coreables y compartibles de canciones como la preclara «Difunde la Palabra» (con un ritmo bordeando el tropical pop más radiable de esos de andar por la calle bailoteando y canturreando unos «uuuhhss» infecciosos), la contagiosa «Las Mejores Intenciones» (donde las trompetas tiran hacia el donosti pop más marítimo mientras que la progresión rítmica ancla el tema fuertemente en tierras mediterráneas, muy a la manera de los Fred i Son que miran menos hacia fuera y más hacia dentro) o, evidentemente, la titular «Entusiasmo«, piedra filosofal de este álbum que, situada justo en su epicentro, marca a fuego el resto de composiciones gracias a una percusión arrebatadora de esas que van creciendo en espiral hasta que tienes ganas de salir a donde sea a cantarla en voz bien alta (algo así como unos Mishima a los que les han extirpado la vena épica). Las referencias catalanas no son azarosas, porque lo cierto es que Tórtel suena plenamente arraigado un poquito más abajo en esa costa mediterránea, justo en los mismos campos de cultivo -musicales- en los que creció el otro gran proyecto de Jorge, aquellos Maderita que comparte con Julio Bustamante y con los que este «Entusiasmo» tiene mucho que ver.
De hecho, del lado del entusiasmo también caen unas letras luminosas que podrían hacer pensar, de nuevo, en el tonti-pop menos tonti… pero casi. Por suerte, Pérez se demuestra letrista de altos vuelos al conseguir que precisamente las letras sean las que hagan más peso en el otro lado de su cuerda floja, ayudándole a conservar el equilibrio. Y es que la escucha de este «Entusiasmo» es una experiencia en la que, en cuanto la música te está conduciendo hacia el matadero de la felicidad, aparecen latigazos sordos, estallidos cegadores que te devuelven la razón, que te obligan a retomar el pensamiento analítico para explorar los pliegues de unas letras que, comunmente, y más allá de la especialísima forma en la que el artista quiebra sus rimas, parecen hablarnos con más capas de sentido de las que podría intuirse por la brillantez de su superficie. Casi cada frase optimista tiene su respuesta ambigua… En «Los Tres Mendigos«, por ejemplo, ese estribillo que parece casi humorístico («Los pobres hacemos bromas de ricos / Porque así nos sentimos más importantes«) acaba matizándose en unas líneas algo más enrabiadas («Y claro que pienso que merezco todo tu dinero / Porque sé gastarlo mucho mejor«) y, sobre todo, en un punto y final que deja con el alma rota («La casa en ruinas / Es tan parecida / A la casa que está sin terminar«). En «Las Mejores Intenciones«, el estribillo evoluciona desde un humilde «No voy delante si no sé a donde ir» hasta un orgulloso «Pero tampoco voy a ir detrás / Detrás de nadie / Convenciéndoles» para acabar de rematarlo con el suspense absoluto de la relatividad de un «Quizás / Quizás / Quizás» que sabe a clásico. Y así en el resto de canciones…
De esta forma, Jorge Pérez consigue elevar la apuesta de su debut como Tórtel, aquel «Lugar Nuevo» que ya le ayudó a situarse en un sector del panorama patrio que no busca atraer las luces hacia sí, sino elevar los corazones ajenos. De nuevo, «Entusiasmo» vuelve a contar con Joaquín Pascual como ese segundo miembro de la banda que, además de marcarse un arábigo instrumental final («Féstivus«), se ocupa de una producción por la que han pasado como colaboradores algunos de los grandes músicos de nuestro país, tal y como Pau Roca (La Habitación Roja), Abel Hernández (El Hijo) o Abraham Boba. Todo ello aderezado por una portada ilustrada por Begoña Pons y un diseño gráfico a cargo de Vicente Gil Ginestar que ayudan a engordar la sensación de que nos encontramos ante un disco que, como en esa portada con esa imagen tan alucinada de animales que miran a cámara (y que remite de forma tan dulce a Russeau), esconde más que enseña, fascina por su misterio más que arrebata por los manierismos de su superficie. O será, al fin y al cabo, que más allá del buen rollo y de la supuesta ironía de muchas de sus letras, Pérez sabe hablar alto y claro cuando es necesario. Tan alto y tan claro como en esa «Las Mejores Intenciones» (de nuevo) que cierra con un mayestático: «Y esto no es ninguna excusa / Esto es una razón«. Sí, definitivamente, el álbum de Tórtel es más una razón para el entusiasmo que una excusa para el mismo.