2. LAS BERMUDAS CARGO. No. No. No. Y NO. Los pantalones cargo siempre son un error. Los pantalones cargo se inventaron para que los señores que se van de pesca o de caza o a pegarse peos al campo puedan llevar encima los anzuelos, las llaves del 4×4, el movris, el walki talki, el bocata de chorizo y todas las mierdas posibles e innecesarias que puede uno pensar que le van a hacer falta en condiciones de supervivencia extrema (de extremo retraso mental, diría yo). Si ya en esas circunstancias es una opción discutible, en ciudad se vuelve una cosa absurda. Y si además las cortamos justo por debajo de la rodilla (o, peor, a la mitad de la tibia) y los teñimos de verde oliva o marrón desértico, entonces ya debería ser motivo de patíbulo o algo peor. Si tienes que llevar el movris y las llaves de la Scooter, te compras una cartera, un tote o cualquiera de las cinco mil opciones que puedes encontrar en cualquier tienda a efectos de poder trasladar cosas de un lado a otro. Y lo metes ahí. ¡Ah! Y los totes los regalan con la FHM o el Primera Línea, así que la excusa de los dineros no sirve.
1. LOS SHORTS CULEROS. El gran triunfador de la prenda veraniega vomitiva, asquerosa y fea para todo aquél que no sea el que la lleva es, como no podía ser de otra manera, el short culero. Esa prenda que empezamos a ver más de lo necesario en el Primavera Sound del año pasado y que aboga por la imposición de la tiranía de la celulitis, las varices y los moraos de bajarse de la bici a trompicones. El short culero es una prenda fresquita, sí; pero, ¿qué será lo siguiente? ¿Ir desnuda como las FEMEN? Ellas por lo menos luchan por algo, pero ¿tú? ¿Luchas por no tener calor? ¿Esa es tu miserable «Mein Kampf«? Debería darte vergüenza. Aquí lo tenemos claro y lo decimos: en la vida hacen falta límites. LÍMITES. Y en el caso de los shorts, nunca por encima de la nalga. Gracias.