Lo tenían todo para triunfar en la sala 3 de Razzmatazz (Barcelona), dentro del ciclo de conciertos Band to Watch. Con fuegos de artificio incluídos… y, al final, el concierto de These New Puritans, que se antojaba de lo más interesante de la temporada, se quedó a medio cocer. En su haber tienen un útimo disco, «Hidden» (Domino / PIAS Spain, 2010), que está llamado a encabezar las listas del año. Y no sólo eso: su debut, «Beat Pyramid» (Domino, 2008), atesora tres o cuatro temas de esos que no son temas sino «temazos». De entrada, la cosa se antojaba difícil: su segundo trabajo es casi un trabajo de orfebrería, un sofisticadísimo ejercicio de estilo del especialista en efectos especiales vintage de las pelis de Michel Gondry (o, al menos, de un Gondry en pleno subidón de goticismo callejero). En «Hidden» todos y cada uno de los instrumentos está medido y colocado en su momento y espacio justo y preciso, ni un milimetro antes ni un segundo después, para configurar una especie de tramoya tetral en la que se desenvuelve una obra basada en la literatura de Lovecraft… Y, sobre el escenario, con la posibilidad de que una nota se saliera de tono o un elemento de cacharerría entrara tarde, lo que falló fue la voz. Lo más fácil, a priori, y lo que se escapó de sus manos. Todo se cuadro a la perfección (la batería con la batería eléctrica con la cacharrería digital… e incluso con algunas nuevas digresiones de guitarra inexistentes en el último disco), pero a Jack Barnett se le intuyó apático a partir de la mitad del concierto (donde se concentraba la tralla): cuando caía en la desidia deslucía los temas, y cuando caía en el histrionismo rozaba (y sobrepasaba) el ridículo. Sólo brillaba cuando tiraba de la influencia de mc británico de periferia. Aun así, asignatura pendiente.
Y eso que el setlist estaba planificado con una gran inteligencia: el concierto arrancó siguiendo el orden de «Hidden«. «Time Xone«, «We Want War» (de órdago), «Three Thousand«… Y, a partir de aquí, una vuelta a «Beat Pyramid» en un par de temas entre los que brilló «Numbers«. Al regresar al repertorio de su último disco, sin embargo, se advirtió un inevitable chirriar entre el material antiguo y el nuevo (y no sólo en calidad: sobre todo, en intencionalidad). Por suerte, el recurso a los temas antiguos se realizó en dos islas separadas, de tal forma que, al volver a ellos hacia el final del concierto, una «Elvis» algo descafeinada y una «Swords of Truth» que anticipaba los derroteros futuros por los que andaría la banda sonaron mucho más integradas con el nuevo sonido oscurantista de These New Puritans. Eso no quita que dos de los actos que se esperaban con mayor anticipación y que fueron interpretados de corrido, «Drum Courts – Where Coral Lies» (con su rompedor juego de baterías rozando el doom) y «Fire Power» (el tema que brilla con mayor accesibilidad en «Hidden«), se quedaran a media cocción por culpa de las voces y, evidentemente, por la imposibilidad de trasladar sobre el escenario la riqueza minimalista de la producción de estudio. También puede que buena parte de la culpa de todo lo dicho la tengo el público de Barcelona… Está claro que, ya que hablamos de cocciones diversas, en la cocina es tan importante lo que está dentro de la cazuela como el fuego que la alimenta. Y si tenemos en cuenta que el público de la ciudad condal es tristemente soso, está claro por qué These New Puritans no pusieron toda la carne en el asador. ¿Tuvimos lo que nos merecimos?
[FOTOS: Cristian Rodríguez]