Escuchas su voz. Empiezas a atar cables en tu cabeza: «esto suena a medio oeste americano», te dices. Entras en Wikipedia y… ¡sorpresa! Una vez más, te has equivocado; y le echas la culpa a esa globalización a la que nos tiene sometidos esta herramienta tan poderosa que es Internet. Y es que Kristian Matsson viene de un lugar perdido de la mano de Dios, sí, pero no en los Estados Unidos, sino en Suecia, algo que no deja de ser sorprendente en esa tierras en las que tanto triunfan todas esas variedades de metal que a un servidor se le escapan. A Matsson rápidamente le llovieron desde el lanzamiento de su primer EP como The Tallest Man On Earth allá por 2006 (esta vez, sí, más que justificadamente) las similitudes con el gran Bob Dylan. Y, bueno, ya sabemos lo que pasa con las comparaciones, así que muy inteligentemente este rubiales trazó un discurso con el que trataba de desmarcarse del característico estilo del maestro de Duluth. No coló, pues no consiguió deshacerse de la etiqueta ni con su primer larga duración, «Shallow Grave» (Dead Oceans, 2008), ni con su continuación, «The Wild Hunt» (Dead Oceans, 2010); ya no tanto por la escueta instrumentación empleada (algo que suele ser algo intrínseco a este género), sino por ese voz rasgada que rápidamente identificamos con Dylan… Pero, ¿qué ocurre en este tercer asalto?
Pues resulta que en «There’s No Leaving Now» (Dead Oceans, 2012) parece cumplirse eso de ‘a la tercera va la vencida’ ya que, si hay un momento en la carrera del sueco en el que pueda desprenderse de esa sombra que le persigue, es precisamente este. Sin haber dado un gran cambio a su estilo, sí que se aprecia un intento por evitar dejar las composiciones tan desnudas como las dejaba en ocasiones anteriores, acompañando su característica voz ya no exclusivamente de una acústica sino de una eléctrica e incluso, por momentos, de una tímida percusión, como por ejemplo en la inicial «To Just Grow Away» o de un piano, como en la homónima (preciosa, por cierto) «There’s No Leaving Now«. No todo va, no obstante, por estos derroteros, pues también hay cabida en este tercer LP para composiciones más clásicas, más asociables a la idea que podemos tener de la música de Matsson, como puedan ser «Wind and Walls» o la final «On Every Page«, cortes que se complementan a la perfección con los mencionados previamente y que siguen dejando entrever ese gusto tan clásico de nuestro protagonista.
«There’s No Leaving Now» es la pieza que posiblemente venga a poner en orden los pensamientos de Matsson, pues si bien sigue sin renunciar a aquellas señas de identidad con las que se dio a conocer, empieza a dar pistas de hacia donde puede dirigirse en un futuro próximo, en el que no sería raro, visto lo visto, llegar a escucharle con una pequeña banda de acompañamiento. Mientras tanto, seguiremos disfrutando de un artista que no tiene ningún problema en evidenciar ese parecido con Dylan o con las corrientes folkies americanas más clásicas, porque, al menos nosotros, no consideramos tal cosa una tara que nos impida disfrutar de uno de los cantautores más destacados de los últimos años.
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