Parece que los astros y el destino se conjuraron para que fuesen cayendo en nuestras manos los últimos ejemplos de discos pensados dentro de nuestras fronteras para estimular mente, cuerpo y alma. En este sentido, tuvimos la posibilidad de ver los resultados obtenidos por dos trabajos tan dispares como el de los vascos Delorean (ya no es amor, es una obsesión) y el de los murcianos The Leadings. No recordaremos cómo salían parados uno y otro, pero sí convendremos en que reflejan que el verano vino para quedarse, cada uno a su manera: “Subiza” (Mushroom Pillow, 2010), para llevar las tardes playeras a otra dimensión; y “Don’t Stop Till You Get Enough!!” (Tsunami Music, 2010), para vivir la noche sin que las neuronas sufran desgaste alguno. Falta la tercera alternativa para sobrellevar momentos de encierro doméstico (obligado o voluntario) mientras en la calle el sol abrasador derrite las baldosas de las aceras al paso de los transeúntes. En este caso, podrían salvarnos la papeleta los señores Mr. Furia y Profesor Manso, aka The Pinker Tones. Su electrónica ecléctica, de aires retro- soul-pop-lounge, desplegada sobre todo en “The Million Colour Revolution” (Pinkerland / Outstanding, 2005) y “Wild Animals” (Pinkerland / Outstanding, 2008), se convirtió en la banda sonora ideal para ambientar con animosidad veladas vespertinas o reuniones nocturnas de larga duración sin necesidad de salir de casa. Que nadie se alarme: esto no quiere decir que las canciones de The Pinker Tones se equiparen al hilo musical de la sala de espera de un dentista, sino que, en función de las necesidades, harían tan buena compañía como la discografía completa de Pizzicato Five, Stereolab y parte de la de Stereo Total.
Sin embargo, da la sensación de que Furia y Manso deseaban dar un pequeño giro a su macedonia musical sin perder el mojo ni el groove. Su cuarto disco de estudio, “Modular” (Pinkerland / Outstanding, 2010), no se preocupa tanto de pintar estampas propias del apartamento donde vive Ángel Schlesser o sacadas del film “El Guateque” (Blake Edwards, 1968), y tira más por los derroteros del eurodisco y del electropop de aquí y de fuera. De hecho, el subtítulo de la intro del álbum, “Modular”, deja constancia de ese punto de inflexión: “soplan vientos de cambio, modular o salir volando”. La temática de las letras también se adapta a ese salto estilístico y se centra en las filias y fobias del ser cultural 2.0 que campa a sus anchas desde el comienzo del siglo XXI: tecnología (recreativa o no), redes sociales virtuales, cultura exótica cool (pasión por Japón), cómics, series de TV, cine y música, por supuesto. En resumen, lo que define como personas de su tiempo a The Pinker Tones y al 90% de los que estáis leyendo esto (y el que suscribe esta reseña). Otra cosa es la manera en que el dúo plasma todo ello en sus estrofas, basadas en la rima fácil (“Estirado Al Sol” o la metamusical “Sampléame”) y en la efectividad a la hora de encajar esas referencias en una sola canción, como en “Tokyo” o “Polos Opuestos”, cuyo planteamiento tú-contra-mí-yo-contra-ti podría haber quedado mucho mejor si se la hubiesen entregado a Ellos. Pero, en definitiva, no hay que buscarle tres pies al gato ni complicarse la vida: son simples versos de digestión rápida para recordar al instante si los bailas en la pista o los escuchas mientras pasas la aspiradora. La segunda parte de “Modular” recupera la esencia que hizo que The Pinker Tones fuesen conocidos de Yokohama a Wisconsin, aunque bajan varios peldaños su listón. La pareja intenta mantenerlo alto con la lírica de “Sabiduría Popular” y “Un Día Sin Números” , disparada a base de fraseos marca Delafé Y Las Flores Azules… pero ahí se queda, en un intento, porque no poseen la gracia ni la habilidad de sus vecinos barceloneses. Como número final, prueban a ponerse el traje espacial para sentir lo que es disfrutar una odisea interestelar en “Friends”, que se queda en un sencillo y más que trillado homenaje a David Bowie.
Ya sabéis, si os encontráis encadenados al sofá, si todo parece tan aburrido que no hay nada mejor que hacer (lo peor que puede suceder durante las vacaciones), siempre podréis recurrir a los sonidos de “Modular” para pasar entretenidos el rato mientras esperáis a que suene el móvil y os propongan algo realmente interesante. Si el disco se acaba y esa llamada no llega no quedará más remedio que pensar en lo que echan luego por la tele. Un plan nefasto.