Advertencia: voy a emplear todo este primer párrafo para babear libremente sobre «Excuses«, el tema que abre «Big Echo» (Rough Trade / PopStock!, 2010). Empecemos por lo básico, por el «fan» inevitable que todos llevamos dentro y que nos conduce a obsesiones compulsivas: este tema de The Morning Benders es más que probablemente la canción más bonita que podremos echarnos esta año a los oídos. Una maravilla de cinco minutos en los que es fácil perder de vista el asfalto e imaginarte, sombrero de paja en la cabeza y cocktail en la mano, en una playa de arena blanca, cielo azul… e hilo musical seleccionado por Dios DJ (no el dios-choni de «God is a DJ«… El de verdad. Con barba y túnica. Ese mismo). El tema se abre con aromas de luau y pasa directamente a un pop festivo y costero que lima las asperezas fronterizas de Calexico y flirtea deliciosamente con la orquestación luminosa de la etapa más optimista y limpia de The Beatles (habréis notado que he abandonado el tono «fan» para incurrir en el rollo «snob»). Más tarde llegarán los coros y, con ellos, un delirio escapista que podría cegar si no fuera porque, a estas alturas de placer, ya estamos todos con las gafas de sol puestas: en su tramo final, «Excuses» se embarca en una suma que sube y sube y sube y sube hasta que casi toca las nubes. Allí te deja…
Y allí empieza la escucha del resto de «Big Echo«. Semejante parrafada introductoria no ha sido gratuita: esta canción de apertura es una especie de glosario de bolsillo en el que The Morning Benders incluyen todas las definiciones sobre las que crecerá su segundo álbum. Hemos mencionado a los Beatles y a Calexico, pero hay más referencias a las que aferrarse: hay aquí mucho de la rama genealógica que va de Neutral Milk Hotel hasta Okkervil River, por mucho que The Shins vayan protagonizando escaramuzas fugaces pero poderosas en las que quiebran esta rama y todas las que se les pongan por delante. La otra referencia es inevitable: desde el punto y hora que Chris Taylor es el responsable, junto a Christopher Chu (cantante y guitarrista de la banda), de la producción de «Big Echo«, a todo el mundo se le está llenando la boca a la hora de hablar de la influencia de Grizzly Bear sobre este trabajo. Y está claro que esa existencia es real (sobre todo cuando los Benders levantan el pie del acelerador y bajan sus revoluciones, dejando espacio para que los arreglos weirdos de Taylor se expandan dentro de las canciones), pero reducir el álbum a este ascendente es, simple y llanamente, ser corto de miras. Porque ahora que tenemos todos los referentes sobre la mesa, llega el momento de plantear lo inevitable: ¿trascienden The Morning Benders sus influencias? ¡Vamos que si las trascienden! Si es que casi que se limpian el culo con ellas. La banda tiene claras sus líneas de ataque y, aunque en «Big Echo» se atrevan con todas en un alarde de valentía, está claro que en el futuro irán explotando uno u otra según la ocasión. Según les apetezca.
El álbum se divide en dos partes bastante diferenciadas. En el primer tramo se concentran los temas exaltados, celebrativos, de fiesta en la playa en la que sólo asisten músicos y, además, se traen sus propios instrumentos. Pero a partir de «Pleasure Sighs» cae la noche y, ya se sabe, la gente se pone melosa y quiere baladas. Eso sí: si quieres baladas típicas, mejor te hubieras traido un mixtape de tu casa con tu best of particular, porque The Morning Benders están empeñados (sí, como Grizzly Bear) en dinamitar la previsibilidad de sus canciones a base de detalles de producción fascinantes. Ahí quedan las salvas de metralla en forma de guitarra eléctrica que rasgan la superficie de «Hands Me Down«, el crescendo entre lo inquietante y melancólico de «Mason Jar» o la tristísima línea de teclados que dirige a «Stitches» hacia el ventrículo más oscuro de tu corazón. Y es que «Big Echo» es uno de esos discos que, tras un primer contacto, te obligan a comentar a tus amigos: «¿pero qué bonito que es el nuevo de The Morning Benders, no?«. Eso sí, a poco que le dediques un par de escuchas no sólo entenderás la magnitud de la tragedia, sino que pasarás de comentar nada con nadie. Esto es sólo para tí. Para tu intimidad. Así se disfruta el triple.
Morning Benders «Promises» from Focus Creeps on Vimeo.