«The Interview» causó mucha polémica antes de ser estrenada… Pero lo cierto es que el resultado final no cumple con las expectativas (ni de lejos).
Es imposible comentar «The Interview» sin dejar claro las razones por las cuales se convirtió en un fenómeno mediático durante la segunda mitad del año pasado. Habiéndose hecho público que en la película se asesinaba al líder coreano Kim Jong-Un, Corea del Norte anunció en junio que, si «The Interview» veía la luz del día, Sony tendría que sufrir las consecuencias de sus actos, ya que, como lo definía la Agencia Central de Noticias Coreana, mofarse de tal forma de su amado líder era un acto de terrorismo y no podía ser tolerado por parte del país. Como Corea del Norte tiene una gran fama de “perro ladrador poco mordedor”, no se dio más importancia al asunto hasta que, a finales de año, Sony Pictures recibió un hackeo en su base de datos, haciendo públicas informaciones confidenciales de la empresa (salarios y presupuestos varios). El mismo FBI concluyó que el hackeo en cuestión provenía de IPs norcoreanos, aunque las agencias de seguridad del país negaron cualquier implicación en lo ocurrido.
Fue entonces cuando un grupo que se hacía llamar Guardians of Peace (Guardianes de la Paz) apareció en el asunto, asumió la responsabilidad del hackeo y amenazó con ataques terroristas a cines, haciendo que varias cadenas de salas retirasen la película de su cartelera. Y entonces vino la movilización: comienzan los movimientos a favor de la libertad de expresión, en las que llega a pronunciarse hasta el mismísimo Barack Obama, haciendo que Sony decida seguir adelante con las proyecciones. Y por si eso fuera poco, las campañas on-line inflaron la nota de la película en casi todas las páginas de opinión de cine importantes a modo de protesta, haciendo que, por ejemplo, mantuviese un perfecto 10 de 10 en IMDB durante un buen tiempo antes de su estreno. A día de hoy, su nota media en la mayoría de páginas se sigue viendo afectada por esta inflación inicial.
Así es cómo una película que no tenía casi ninguna posibilidad de llegar muy lejos consigue amasar 18 millones de dólares en tan solo su primer fin de semana, y tiene todas las fichas en su mano para convertirse en un clásico instantáneo… Pero de donde no hay no se puede sacar, y «The Interview» no está hecha para vivir a la altura del hype que ha causado. Se suponía que iba a ser el epítome del bromance entre James Franco y Seth Rogen con toques de sátira política sobre Corea del Norte y, con un poco de suerte, algo de autocrítica sobre los Estados Unidos bañada en humor con cartel de “es tan tonto que hace gracia”. Pues ni lo uno ni lo otro (no, ni siquiera se besan, y con ello parece dar respuesta a la cuestión que se alzaba después del vídeo promocional de Sundance donde James Franco intercambia fluidos con Zachary Quinto: “¿Hay algún video de James Franco en el que no se enrolle con otro tío?”).
Meter a «The Interview» en la categoría de película satírica sería como meter a «Pink Flamingos» en la categoría de comedia romántica: si insistes y si entrecierro mucho los ojos… quizás. Su así llamada “sátira” está basada en críticas tan elementales que podrían haber sido el proyecto de ciencias sociales de un chaval de 1º de la ESO: Corea del Norte es malo, la gente pasa hambre y su líder no es un Dios porque se hace caca encima. Nadie se esperaba una tesis sobre las relaciones socioeconómicas fallidas entre Estados Unidos y Corea, pero sí algo más sutil y que no dejase un sabor de boca amargo a tono de “¿esto es todo?”.
La película está repleta de referencias basiquísimas a la cultura pop más actual que, como los fuegos artificiales de Katy Perry, se apagarán en cuestión de instantes, y chistes sobre penes, innuendos sexuales y 200 insinuaciones con subtexto gay, uno detrás de otro. El problema con este tipo de humor de subtextos es que sólo funciona si el espectador pilla entre líneas las insinuaciones y se siente algo inteligente o especial por ello, no si le gritan “pene” a la cara cuatro veces seguidas. Bueno, la verdad es que es un humor que funciona perfectamente con chicos de quince años hormonados hasta las orejas que todavía se siguen riendo con los chistes caca-culo-pedo-pis, como cantaban Enrique y Ana. Pero si ese no es tu caso, te espera hora y media de vergüenza ajena, por no decir hora y media de aburrimiento.
En cuanto al reparto, hay que apuntar la sobreactuación de James Franco en el papel de Dave Skylark, un presentador mediático (y posiblemente cocainómano) y un Seth Rogen que se mantiene en una línea neutra rozando lo irrelevante. Se salvan Randall Park en el papel de Kim Jong-Un que, a pesar de la fama de inexpresivos de los asiáticos, destaca en comparación a sus compañeros; y Lizzy Caplan como la agente Lacey, que escarnece el típico personaje de agente de la CIA sexy y como siempre está adorable en ello.
La película deja la sensación de que, con un poco de suerte, podría haber sido un sketch de hora y media de «Saturday Night Live«, pero los cameos graciosos acaban a los veinte minutos y, a partir de ahí, el tono de la película pasa a una estupidez casi grotesca.
Anunciada como “The film they didn’t want you to see” (la película que ellos no querían que vieses), daba a entender que había en ella un fuerte criticismo (y algo fundamentado) hacia el país norcoreano, y han sabido aprovechar el impulso causado por la controversia como nadie. Este empujón, sin embargo, ha acabado apuntando al público equivocado. Y eso, aunque no afecte a los beneficios de la empresa que vienen de tantos espectadores que saldrán decepcionados de las salas, hará que «The Interview» pierda la oportunidad que tenía tan a mano de catalogarse junto a otros films que gozan de cierto culto dentro del género como «Dos Tontos Muy Tontos» (1994) o «Supersalidos» (2007). A todo esto, seguro que Kim Jong-Un está más enfadado por aparecer en una comedia tan mala que por el hecho de que muera en ella.