Lo tenían todo de cara para marcarse la triunfada del año… y al final las cosa se ha quedado un poco a medio camino. Numeremos lo que les venía de cara a The Golden Filter: el año pasado montaron un cifostio considerable con «Solid Gold» (un temón como la copa de un pino lo mires como lo mires), anunciaron que su debut giraría en torno al concepto de destrucción basándose en un poema de la ancestral mitología nórdica, repiten una y otra vez en las entrevistas que no quieren que les tachen de diva porque son dos (aunque también deberían empezar a reclamar que tampoco se les debe comparar con The Ting Tings), tienen unos fotones de promo impresionante que les van a asegurar muchos puestos destacados en los medios más tendenciosos… Entonces, ¿dónde está el problema? El problema es que «Voluspa» (Brille, 2010), que así se titula el primer largo de The Golden Filter, aprovecha el tirón de los temas que ya conocíamos de la banda para encasquetarnos otras composiciones que no colarían ni como caras C de Goldfrapp. Y ya que de Goldfrapp hablamos, habrá que reconocer que lo que inicialmente se vendía como «la diva se basa en estos recién llegados para dar un cambio de rumbo a su carrera» se ha acabado convirtiendo en «estos recién llegados cogen el legado de Goldfrapp, la superan en cuatro temas y en el resto ponen el piloto automático«.
Eso sí, los cuatro temas mencionados saben a pura gloria. Lo cierto es que «Voluspa» se abre de forma sublime con «Dance Around The Fire«, una canción que se inicia con unos violines minimalistas, unas palmadas electro-poperas, unos aaaahhhhhs sutiles… y de pronto entra un bombo que ríete tú de Little Boots. De hecho, en este tema queda al descubierto una vibrante maraña de sensuales nudos que dejan claro qué pasaría en una cópula sudorosa entre la Goldfrapp más brumosa y una Little Boots justo antes de que le haga efecto una sobredosis de Dormidina. Acto seguido, la ya conocida «Hide Me» (fue el single de adelanto que filtraron hace un par de meses) hace gala de un gusto por los sintetizadores más weirdos que te puedas echar a la cara a la hora de abordar el actual revival de synth-pop ochentero: todo es muy Yazoo meets Bat for Lashes (y que conste que la referencia a la percusión new-tribal-age de las de Natasha Kahn no es gratuita: de aquí en adelante, hará acto de presencia en más de una y dos canciones). A partir del tercer corte, «Look Me In The Eye«, la cosa va más hacia abajo que hacia arriba. Persiste la utilización escorada y artie de los sintetizadores, los bombos y las percusiones, pero esa electrónica neblinosa y glamourosa, esa voz que se debate entre la guarrona de línea caliente y la opereta china (y esto lo digo como algo muy positivo) hace imposible quitarte de la cabeza la idea de que Goldfrapp ya existe. Y que, a dia de hoy, no es que mole demasiado.
Por suerte, los hits llegan al rescate siempre que te planteas dejar el disco: «Solid Gold» es EL TEMA, esa canción que buscan todos los grupos nuevos y que sólo encuentran un 0,3 % de los postores; «Stardust» es un grower de casi siete minutos que desde la primera escucha oposita para acabar teniendo mucho más calado que «Solid Gold«; y «Thunderbird» (también un viejo conocido) demuestra que,si hubieran tirado por el revival del disco neoyorkino de funkeras bola de cristales, mejor le hubieran ido las cosas a este «Voluspa» que se queda en la medianía lastrado por todo un conjunto de baladas sintéticas que confunden lo brumoso con lo aburrido. Cuando más aciertan es cuando añaden el legado de Moroder a la herencia de Goldfrapp, conformando un paraje que la misma diva explora en su último álbum (con resultados igual de sosos que los momentos de bajón de este disco). Eso sí, al Papa lo que es del Papa: ¿desde cuándo ha necesitado un grupo nuevo un disco redondo para convertirse en el hype del momento? Desde nunca. Así que demos la bienvenida a The Golden Filter, porque tienen hits suficientes como para poder asegurar que están aquí para quedarse. Ahora sólo les falta un disco redondo para perdurar.