Este artículo contiene seis canciones que harán que te enamores de Tennis (y que nos ayudarán a probar que su último disco «Yours Conditionally» es lo más).
No existe forma alguna de escribir este artículo si no es incurriendo en una visión puramente íntima y personal. Y no solo porque la música de Tennis pida eso precisamente, mucha intimidad, sino sobre todo porque el punto de partida de este texto es elegir seis canciones que sirvan de cebo para todos aquellos que no conocen a la banda de Alaina Moore y Patrick Riley, y una selección como esta siempre pasará por la subjetividad pura y dura. Pero, oye, ¿cuando un amigo te recomienda un grupo no es algo puramente subjetivo y te fías? ¿Cuando un colega te hacía una mixtape con su «best of» de una banda no era algo íntimo que te enamoraba inmediatamente.
Pues pensad en mi mismo como eso: como un amigo que quiere meteros de cabeza en el mundo de una de sus bandas favoritas. Y es que, al fin y al cabo, he de reconocer aquí y ahora que todos y cada uno de los discos que Tennis han lanzado desde su debut en el año 2011 han contenido como mínimo dos temas de esos que me han obligado a pasarme verdaderas épocas enganchado al «repeat». Lo que me ha conducido irremisiblemente hacia otra pregunta: ¿por qué no son Tennis mucho más conocidos cuando, al fin y al cabo, hacen música de esa que sirve para coger el cielo gris de una mañana de primavera y transformarlo en un lienzo de un azul cegador en el que brilla el sol más calentito? ¿No es eso precisamente lo que le gusta a todo el mundo?
Aquí viene cuando vuelvo a ponerme íntimo y personal (y un poco cabroncete): ¿puede ser que la carrera de Tennis se haya visto minimizada por culpa de que desde La Biblia Indie (es decir: Pitchfork) nunca le hayan otorgado más de un 7 como puntuación en las reseñas de ninguno de sus discos? Sí, claro que puede ser. No seamos naifs: está claro que gran parte de la prensa musical internacional funciona por repetición, por pura mímesis, y si Pitchfork dice que Kendrick Lamar es lo puto más, antes optarás por un «no lo entiendo todavía, pero lo estoy intentando» que por un «esto es una mierda como una casa«. Y también está claro que, si en Pitchfork no le hacen ni puto caso a tus discos, es bastante difícil que sobresalgas en medio de la marabunta musical de la era de la infoxicación.
Pero recordemos una cosa: que, en lo tocante a música, una canción vale más que mil palabras… Y es por eso mismo por lo que he seleccionado seis canciones de Tennis capaces de enamorar a cualquiera. Seis canciones que, ademas, me van a servir de muleta no solo a la hora de refrescar la historia del dúo, sino también para manejar este barco en dirección al puerto al que quiero llevaros a todos: un puerto en el que convenceros de que el último disco de Tennis hasta la fecha, «Yours Conditionally» (Mutually Detrimental, 2017), es una jodida maravilla.
«Long Boat Pass» o érase una banda a un barco pegada. La leyenda no podía ser más deliciosa: la aparición de Tennis vino acompañada de un cuento moderno que hablaba de un matrimonio, el de Patrick Riley y Alaina Moore, que decide abandonar su ciudad, Denver, y dirigirse hacia la costa atlántica. Allá se hacen con un barco, el Swift Ranger, que les permita lanzarse al mar y vivir todas esas aventuras que la gran ciudad extirpa de nuestras existencias modernas.
Rizando el rizo, la parejita compone un disco en el que encapsular toda esa experiencia: el gigantesco «Cape Dory» (Fat Possum, 2011), que es un álbum que no necesita nada más que sus canciones para hacerte viajar a mar abierto con el viento de cara y el sol en la nuca. Llegó hasta nosotros en un momento en el que el lo-fi con toques garageros y soleados a lo Best Coast nos tenía totalmente encoñados. Pero lo de Tennis no era exactamente eso: lo suyo era más vintage que moderno, más siglo XX que siglo 21, mas pop que garage… Y ninguna canción como «Long Boat Pass» para ejemplificar lo dicho.
«Never To Part» o la necesidad de los matices. Da igual lo que dijera Pitchfork: «Cape Dory» nos enamoró a muchos. Pero, incluso embargados por ese enamoramiento, había que reconocer que la fórmula de Tennis tenía sus limitaciones: el sonido demasiado destartalado, una excusa náutica que no podía alargarse mucho más, cierta homogeneidad melódica… Parece, sin embargo, que los mismos Riley y Moore eran conscientes de todas estas limitaciones, porque su segundo disco, «Young & Old» (Fat Possum, 2012), decidió alejarse del mar y explorar los placeres de la tierra firme.
El dúo se dedicó a matizar y clarificar el sonido a la vez que elevaba el rango de sus referencias musicales. Fue aquí cuando se empezó a hablar de Phil Spector, de los mejores Carpenters, de las girls bands y de aquel pop de los 70s que era «popular» pero que todavía no se había lanzado a la «masividad» por la vía de la mercadotecnia. A ese respecto, ¿qué mejor que esta «Never To Part» para demostrar el inconmensurable salto cualitativo desde el primer al segundo disco de Tennis (y ese estribillo, señores, ¡ese estribillo!)?
«Dimming Light» o ¿la claudicación? Lo que voy a decir a continuación es pura invención mía… Pero, en serio, ¿no es posible caer en una frustrante claudicación cuando ves que has lanzado dos discos en los que te has dejado la piel pero que no han despegado como merecían? Si esto les ocurrió a Tennis, hay que reconocer que lo canalizaron de puta madre en «Small Sound» (Fat Possum, 2013), un EP que ya apostaba por el recogimiento desde su propio formato y su mismo título.
Las canciones, pese a seguir contando con una producción de altísimo nivel, también se permitieron bajar el ritmo hasta el nivel de la balada pluscuamperfecta, que tiene por nombre «Dimming Light» y en la que ya no hay mar ni cielos azules, sino simplemente amor. Puro y duro.
https://youtu.be/Sq8I7hKbPlI
«I’m Calling» o ampliando horizontes. Tras el recogimiento de «Small Sound«, tocaba poner toda la carne en el asador… Y así lo hicieron Tennis con «Ritual in Repeat» (Communion Records, 2017), un disco que extirpaba definitivamente la excusa náutica y el sol de la costa este. Es este más bien un álbum nocturno y sensual como lo fue cierto pop de finales de los años 70, aquel que incluso se permitía asimilar cierta lubricidad de las baladas de la era disco para ponerlas al servicio de melodías pegadizas.
De eso va precisamente «I’m Calling«, una canción que de entrada te puede pasar desapercibida hasta que, de repente, amaneces un día tarareándola. Es entonces cuando sabes que te acompañará para siempre. (Y que conste que digo esto porque es lo que me ocurrió a mi precisamente.)
https://youtu.be/dXqqAAkkStQ
«Fields of Blue» o el regreso al mar. Después de cuatro años lanzando un disco por año, llegó el silencio al mundo de Tennis. ¿Descanso necesario? ¿O claudicación final ante la frustración? Nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos es que «Ritual in Repeat» se lanzó en 2014 y que, desde entonces, nada más supimos de Alaina Moore y Patrick Riley hasta que este año 2017 se desperezó en sus primeros meses con un nuevo disco de Tennis titulado «Yours Conditionally«.
Lo curioso es que el lanzamiento venía acompañado por la noticia de que la pareja había vuelto a fletar el Swift Ranger y se había lanzado de nuevo al mar en un largo viaje que les llevó desde San Diego hasta el Mar de Cortés. En Pitchfork, por cierto, ya se han apresurado a decir que este viaje fue un intento desesperado de Tennis por revivir aquella juventud que les abrió las puertas del éxito con «Cape Dory«… Y una cosa os digo: ese comentario me parece un poco de vieja cotilla que siempre piensa lo peor de todo el mundo. ¿No puede ser que, simple y llanamente les apeteciera lanzarse al mar de nuevo?
Y es que basta escuchar «Your Conditionally» con la mirada limpia para advertir que, tras la nocturnidad y alevosía de su anterior «Ritual in Repeat«, Riley y Moore han practicado una especie de revisión de sus leyes fundacionales y fundamentales pero reestructuradas en base a la experiencia y la serenidad que otorga la madurez. Si alguien necesita una prueba de lo dicho, que escuche la maravillosa «Fields of Blue«.
«10 Minutes 10 Years» o aquí viene cuando Tennis te rompen el corazón. Nada más que añadir a todo lo dicho hasta el momento, su señoría. Esta última canción básicamente habla por sí sola. Si eres capaz de escucharla y no sentir unas ganas tremendas de lanzarte directamente a descorchar «Yours Conditionally» es que no tienes alma… O que eres un redactor de Pitchfork. [Más información en la web de Tennis. Escucha «Yours Conditionally» en Apple Music o en Spotify]