La salida del segundo largo (primero oficial) de Teen Daze, “All Of Us, Together” (Lefse, 2012), podría servirnos como excusa para reabrir, a través de un quinto capítulo, el pequeño serial que el año pasado dedicamos al estado y la situación del chill wave, género ya reconvertido en aquella época en una etiqueta quemada y saturada encabezada por el prefijo ‘post’. La proximidad a la estación veraniega (por los escasos días que restan para que se inicie, calendario en mano, y por la subida generalizada de las temperaturas) sería el otro motivo válido para recuperar las sensaciones y emociones que el caduco glo-fi o pop hipnagógico extraía de nuestros cuerpos. Sin embargo, ya va siendo hora de que, cada vez que llegue el estío, con todo su soleado y caluroso ánimo, dejemos de acudir automáticamente a la corriente sintética y noctívaga para expresar anhelos optimistas de cara al futuro (a pesar de las circunstancias negativas actuales) y sentimientos nostálgicos por un pasado considerado mejor que nunca volverá.
Lo quisiera o no, la trayectoria del canadiense Jamison (alma mater de Teen Daze) se inscribió desde sus comienzos y durante su desarrollo en el universo chill wave: primero, por las recetas sonoras aplicadas en su LP de debut, “My Bedroom Floor” (autoeditado, 2010), sus EPs (sobre todo “Tour EP” -Art Union / Plancha, 2011-) y el mini-álbum “A Silent Planet” (Waaga, 2011); segundo, por la dulzura entre orgánica y artificial con la que moldeó composiciones ajenas (merece especial atención su remezcla del “Hours” de Tycho); y, tercero, por su inclusión en el roster de Lefse Records, hogar de algunos de los baluartes del synth-pop ensoñador como Youth Lagoon, Houses y, claro, Neon Indian. La mañana del 31 de diciembre del año pasado, sin embargo, el de Vancouver publicaba en varias plataformas musicales virtuales un tema que, además de buscar introducirse en las obligatorias fiestas de Nochevieja (deseo confesado por el propio Jamison), pretendía ofrecer una cara renovada de Teen Daze. Se trataba de “Let’s Groove”, corte de ritmo disco setentero basado en el himno homónimo de Earth, Wind & Fire. A pesar de su pulso eufórico contagioso, resultaba extraño pensar en un Jamison danzando sobre una pista de baile de parqué marrón, bajo bolas de espejo y entre luces de colores con pantallas de celofán. Con todo, ¿sería ese el camino que seguiría Teen Daze para desmarcarse del denostado chill-wave y romper los moldes de sus coetáneos?
No. “All Of Us, Together” no prolonga esa propuesta radical, sino que muestra la versión original y fidedigna de Teen Daze. Eso sí, transcurrido un año desde que la ola hipnagógica iniciara su declive, se advierten en su planteamiento ciertos puntos de fuga que lo alejan de ella hacia terrenos que se acercan más al sonido baleárico (encapsula su esencia evocadora en dinámicas bases 4×4, como las de la subyugante “Treten”, “Late” o la transparente “The New Balearic”), al dream-pop electrónico reconfortante (“Cold Sand”, “For Body And Kenzie” o la minimalista “Hold”, en las que los sintetizadores tan característicos de Jamison no planean exclusivamente sobre planetas, asteroides y polvo de estrellas) y al house de puesta de sol que se baila con lágrimas en los ojos (las consecutivas “Brooklyn Sunburn”, “Erbstück” y “The Future” conformarían el trío perfecto para aliviar penas mientras se observa en movimiento cómo el mar se funde con el horizonte flamígero).
Como colofón de este pequeño distanciamiento con respecto al chill wave que es “All Of Us, Together”, se podría afirmar que su discurso global (y, por extensión, el de Teen Daze) no intenta insinuar las típicas escenas del electro-pop duermevela que se producen en el instante anterior a entrar en la fase de sueño, sino que le da a dicho proceso una vuelta de tuerca: reconstruye los pasajes en los que se sitúa el cerebro justo antes de dejar de dormir y abrir los ojos. O lo que es lo mismo: el glo-fi primigenio invitaba a creer firmemente, retrotrayendo postales deformadas por el paso del tiempo, que cualquier sueño de una noche de verano se haría realidad de un momento a otro; por el contrario, el último cuadro noctívago de Teen Daze sugiere que ese mismo sueño estival ya llegó a su fin antes de tiempo, en primavera… La realidad (palpable) manda.
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