El Festival Sinsal 2018 era el festival al que quería ir todo el mundo… Nosotros estuvimos allá, y aquí te explicamos todo lo que ocurrió.
A la hora de hacer balance sobre un festival musical se acostumbra citar las estadísticas (sobre asistencia, repercusión económica, etc.) que ayudan a valorar su posible resultado positivo. Pero ese ejercicio aplicado al Sinsal SON Estrella Galicia ya lo realizamos tras su edición del año pasado, la que supuso que el certamen organizado por la agencia SinsalAudio en la isla de San Simón (Redondela, Pontevedra) batiese sus propios récords, entre otros, de público y oferta artística.
Así pues, llegado el momento de repasar lo sucedido durante su capítulo de 2018, desarrollado entre el jueves 26 y el domingo 29 de julio, vamos a prescindir de las frías cifras… Aunque sin obviar el hecho de que el festival prolongó el éxito alcanzado doce meses antes.
Y no acudiremos a los números porque el Sinsal es una cita demasiado especial como para someterla a un escrutinio que deje de lado su carácter singular definido por su insularidad (en todos los sentidos, desde el geográfico hasta el musical) y la atmósfera que se crea cada jornada en San Simón: relajada y tan agradable que invita a dejarse cautivar por la belleza del paisaje isleño y costero de pie o sentados sobre su hierba y sus antiguas losas.
Eso sí, no caigamos en la trampa de colgar al Sinsal ese adjetivo que últimamente es sinónimo de maldición si se asocia a los festivales musicales: cool. A pesar de sus alicientes y su forma de materializarse (a San Simón se llega en una travesía en barco que recorre la Ría de Vigo; y las acciones extramusicales permiten vivir la experiencia sobre el terreno desde distintas perspectivas), este evento logra escapar de esa etiqueta, aunque muchos y muchas la conviertan en el recurrente hashtag con el que resumir en una sola palabra todos los elementos intransferibles que lo componen.
Si acaso, para tener una idea clara de qué y cómo fue el Sinsal SON Estrella Galicia 2018, habría que quedarse con su espíritu feminista, igualitario, diverso, familiar, sostenible, ecológico y respetuoso -una vez más- con la vasta historia de San Simón. De hecho, en su primer día se remarcó a través del proyecto “Son da Memoria” del músico local Seso Durán que el festival no se olvida de los oscuros sucesos allí acaecidos cuando la isla funcionó como cárcel de la dictadura franquista.
La jornada inaugural sirvió, además, para empezar a desvelar con las actuaciones de Les Filles de Illighadad y Alex Ikot, procedentes de África, el cartel (siempre) secreto del Sinsal, el cual -sin que en aquel momento todavía se supiera- iba a ser el más multicultural y global de sus ocho ediciones.
O dicho de otra forma: la programación artística del Sinsal SON Estrella Galicia 2018 se mostró muy poco anglosajona, ya que se redujo la preponderancia de los clásicos estándares pop, rock y folk provenientes de Norteamérica y Gran Bretaña para otorgar un protagonismo casi absoluto a músicas de otras latitudes y ancladas en estilos más abiertos y arriesgados. Al mismo tiempo, tampoco apareció un nombre (especialmente foráneo) que deslumbrara con tal fuerza que dejase en segundo plano al resto de grupos, con lo que ninguno de los deseos que habíamos pedido en las semanas previas se hizo realidad… Mejor. Así el certamen destacó por su equilibrio y continuo factor sorpresa, consiguiendo que buena parte de los conciertos significasen un descubrimiento o una revelación según los gustos personales de cada oyente.
No fue extraño, por tanto, que los neófitos en la aventura sinsalera quedasen fascinados por sus tintes cuasi mágicos. Y que los veteranos -como el equipo de Fantastic, al que le correspondió desembarcar en la isla el viernes y el domingo- recordasen segundo tras segundo por qué el Sinsal San Simón es una peregrinación sobre el mar de la Ría de Vigo de obligado cumplimiento cada verano.
[/nextpage][nextpage title=»Viernes» ]VIERNES, 27 DE JULIO. ES EL VECINO EL QUE ELIGE AL ALCALDE. Y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde. No, Mariano Rajoy no había cambiado Santa Pola por San Simón, sino que eran las palabras de uno de sus discursos electorales más trabalingüísticos que salían del megáfono de uno de los miembros de Ensemble Galería y que daban inicio a la representación de su proyecto “Terra”.
Impulsado por su empeño por dar una vuelta de tuerca a la música clásica vinculándola con las artes escénicas, el colectivo tomó el espacio San Simón SON Estrella Galicia para efectuar una performance innovadora y multidisciplinar que mezclaba música, trampantojos sonoros, teatro, danza y canto desde una perspectiva social que sorprendía con cada movimiento y conducía a la reflexión sobre nuestra realidad, muchas veces angustiosa pero con la posibilidad de hallar alivio en la belleza del arte.
Los sonidos emitidos no necesitaban amplificación artificial para, en un ambiente de máximo silencio, atrapar a la audiencia mediante la armonía, la profundidad y el impacto de un dinámico conjunto de cuerdas (violines, vellos y contrabajo, capturados por el fonógrafo de cilindros de cera del británico Aleksander Kolkowski) que realizaba constantes coreografías hasta completar una propuesta magnética e hipnótica de compleja ejecución y hermoso desarrollo.
En contraste, el concierto de Doña -banda ganadora del concurso Sonidos Mans que concedía plaza en el Sinsal– resultó más previsible. Y no lo decimos con connotaciones peyorativas, sino porque fue una de las escasas concesiones del festival al indie-pop-rock canónico. Eso sí, los navarros concretaron la fórmula con solvencia a base de canciones eléctricamente potentes y bien cinceladas insertando algunos ingredientes post-punk.
Por sus melodías, Doña recordaban a los primeros Niños Mutantes; y por su punch guitarrero, a La Habitación Roja de hace una década. Más allá de comparaciones, gracias a su demostración en el escenario Buxos Fest Galicia se ganaron el derecho a que se siga su pista con atención.
Al otro lado del puente que une las dos islas que forman San Simón, Nelida Karr trasladó al escenario San Antón New Balance los sonidos tradicionales de su Guinea Ecuatorial natal con los que se crió -como la música bubi, el katya, el kotto y el bonko-, que se combinaban con naturalidad con el jazz, el blues y el folk en unas canciones interpretadas con candor y firmeza. Primero ella sola con su guitarra eléctrica y después acompañada de su grupo, Nelida condensó en sus acordes y versos el cosmopolitismo y la ausencia de fronteras que moldean las señas de identidad del Sinsal.
Maïa Vidal, en 2012, contribuyó a construir esa esencia con su detallismo new age y sutileza acústica. Sin embargo, seis años después, continuó haciéndolo siguiendo una vía radicalmente opuesta: la del glam-rock garagero con alma riot grrrl de Side Chick, proyecto con base en Barcelona y nacido a través de Tinder que comparte con Scarlett y Eduardo Benatar y con el que dan rienda suelta a sus gritos de protesta y arrebatos juveniles.
De hecho, en su primer directo fuera de Catalunya, Maïa rescató un tema compuesto con quince años, “Superman”, que no desentonó entre los briosos riffs y las descargas guitarreras de un set envuelto en melodías a veces punk y otras pop. Y tampoco dudó en explicar que “Your Face Is A Butt” es un dardo directo contra los políticos que nos conducen al desastre actualmente. No hay duda: a Side Chick les sobran energía y canciones infecciosas para reivindicar su vena rockera tan apasionada y exultante como necesaria en esta época revuelta que vivimos.
Como suele ser habitual, el final de fiesta del día se celebró en el escenario San Simón SON Estrella Galicia. Allí Papaya certificaron su crecimiento desde que debutaran en largo con “No me Quiero Enamorar” en 2015 hasta situarse este año con “Corazón Abierto” como una de las bandas más sugerentes de nuestro país, hecho que se confirma con la cada vez mayor cantidad de adeptos de su particular visión del pop (agitado con ritmos latinos y componentes sintéticos) como catalizador de historia de amor (y sexo).
El carisma y el ímpetu de Yanara Espinoza le permitieron conectar enseguida con la audiencia e introducirla en una coctelera sonora salpicada de licor café que saltó a lo largo de su discografía, desde “El Rey de las Camas” hasta “Quiero Despertar”, pasando por la rapera “Carne de Carroña”, “¡Ay, Mujer!” o “Cosas Fascinantes y Sencillas”. Su sinuoso repertorio invitaba al puro goce musical (sobre todo cuando se desviaba hacia territorios cumbieros), incluso en los momentos en que se desbocaban sus guitarras, como durante la versión de “Soy un Macarra” de Ilegales, explosivo desenlace de la verbena papayesca que pudo completarse con el eclipse lunar más largo del siglo 21, aunque las nubes impidieron observarlo como merecía la ocasión.
[/nextpage][nextpage title=»Domingo» ]DOMINGO, 29 DE JULIO. SORPRESAS TE DA LA ISLA. Y durante la jornada dominical del Sinsal SON Estrella Galicia 2018 -una de las más bulliciosas que se recuerdan- surgieron varias, que ayudaron a olvidarse de que el cielo encapotado dificultaba que el sol estival iluminase San Simón.
Con respecto a la víspera, no repetirían presencia Mordem, Patricia Moon, КУКЛА ni Donny Benét, pero sí algunos artistas insólitos como Cosmo Sheldrake, prestidigitador de los sintetizadores, los pads, los ritmos programados, los samples y, especialmente, la garganta, su principal instrumento. Con ella creaba sobre la marcha encima de la tarima del San Simón SON Estrella Galicia loops que entrelazaba con bases compuestas de diferentes sonidos y beats crujientes para intepretar piezas con alma (tecno)soul, soulstep y pop deconstruido según los modos de alt-J (el parecido de su voz con la de Joe Newman era igualmente evidente).
Resultaba hechizante contemplar cómo este original hombre orquesta iba añadiendo capas vocales a sus composiciones, como si a su alrededor contase con un coro que le ayudaba a reforzar y engordar su pegadizas melodías… Pero no, ante el público había una única figura descalza provista de portentosas habilidades.
De talento también va sobrada Marem Ladson, uno de los nombres que más llamó la atención cuando se descubrió el cartel secreto del día. A lo largo de los meses previos, en los que vio la luz su esperado álbum de estreno, “Marem Ladson”, se confirmaron todas las esperanzas que había depositadas en ella como nueva estrella del pop alternativo español, situación que despertó gran expectación en el San Antón New Balance.
El objetivo estaba claro: deleitarse con su tersura vocal y la delicadeza eléctrica de su folk-pop-rock. Desde el instante inicial, la galaico-estadounidense se adaptó como anillo al dedo al incomparable entorno insular que forma parte de la costa de Redondela. Aunque, en realidad, eran el paisaje y el mar circundante los que se movían al dictado de sus canciones, suaves como la brisa marina y cuya fragilidad aumentó cuando se quedó a solas con su guitarra. “Shades Of Blue” y “West”, dos de sus singles más significativos, redondearon un concierto inmaculado que se guardó automáticamente en la cabeza y en el corazón.
A partir de aquí, la jornada iba a adquirir un gradual impulso bailable que arrancó en el Buxos Fest Galicia por obra y gracia de Karpov Not Kasparov. Su nombre no engaña: se inspiran en el ajedrez para elaborar una suerte de electro-dance-pop que se fija tanto en los 80 como en los 90. Con todo, esa coartada creativa se evaporó a medida que avanzaba su show.
Especialmente cuando se unieron al dúo principal, el teclista y vocalista Valerius Borcoș y el batería Eduard Gabia, dos bailarinas que realizaban coreografías que, en principio, poco tenían que ver con la tecno-alegría zíngara del grupo, aunque encajaban de una manera extraña en la propuesta de los rumanos. Por momentos, era complicado apartar la vista de sus gestos mientras las extremidades se movían durante un set chocante pero divertido.
No tan divertido, eso sí, como la verbena que montaron Esteban & Manuel, la pareja de moda no sólo en los festivales gallegos, sino también en los estatales, y los reyes de la cumbiatune. Fuera vergüenza y venga el gentío a bailar desenfrenadamente guiado por los hombres de la camisa roja y de la camisa azul que juegan con los clichés de la música latina más caliente y sabrosona para que la jarana no pare y algún que otro corazón caiga en sus redes.
Que se lo digan a Manuel, que recibió por el aire un sujetador como apasionada muestra de cariño… Tras el fiestón, los nombres de Esteban y Manuel autotuneados se convirtieron en el cántico del día. Todos bate que bate, haciendo palmas y meneando el buyate.
Más que esa sagrada parte corporal, Altın Gün estimularon el cerebro, generaron diferentes estados de conciencia y abrieron las puertas de la percepción hacia otras dimensiones con su psicodelia repleta de groove y enraizada en la tradición musical turca y en la colisión del folk otomano y el rock durante los 60 y 70. La banda asentada en Amsterdam hacía girar su caleidoscopio funk-rock entre ágiles percusiones, guitarras wah wah, bajos gomosos, teclados vintage y las interpretaciones de Erdinc Yildiz Ecevit (encargado de condimentar el sonido con el saz, ancestral instrumento de Oriente próximo) y Merve Dasdemir, quien a veces parecía cantar una especie de copla (si ascendiésemos por el árbol genealógico del flamenco, encontraríamos un tronco común con la música oriental) lisérgica, colorista y embriagadora. Probablemente, este fue el gran descubrimiento del Sinsal SON Estrella Galicia 2018. Obligatorio sumergirse en su reciente LP de debut, “On”, en el que basaron su alucinante concierto.
Mientras Altın Gün establecían conexión con sus antepasados musicales, había la opción de ver a MounQup en el Mirador Platú. Sólo era necesario seguir los ecos björkianos que rebotaban en el Paseo dos Buxos…
O, quien lo prefiriera, podía cruzar la isla hacia San Antón y prepararse para disfrutar de la intervención de la otra sensación de esta edición del festival: Nakhane. Hombre polifacético (también es actor), no resultaría descabellado equipararlo por la temática y la sensibilidad de sus letras (derivadas del amor, el romanticismo y sus conflictos internos y externos por ser gay y cristiano en Sudáfrica) con Perfume Genius.
Aunque el sudafricano fue mucho más allá y exhibió su poderosa a la par que sentida personalidad aupado por su gran voz (como la de un rejuvenecido Seal) y presencia escénica, elementos con los que ensalzó su poliédrico, elegante y atrayente estilo en el que caben soul contemporáneo, neo R&B, góspel y trip hop. Sus canciones avanzaban en constante progresión a través de una montaña rusa emocional que pasaba de la épica afectiva (“Red Star”, dedicada a su abuela) a la contención espiritual, de la sensualidad al misterio. Nakhane apareció vestido de refinado negro, aunque desprendió un brillo cegador.
Lo mismo sucedió con Yaite Ramos, pero uniformada con su color antagonista, el blanco, durante la ardiente actuación de La Dame Blanche. Con un habano en una mano y una botella de ron en la otra, apeló a sus símbolos nativos y a sus orígenes musicales para activar su batidora de rumba cubana, hip hop, reggaetón y dancehall cual huracán caribeño del que salían disparadas rimas tan afinadas como afiladas, ya trataran sobre cuitas amorosas o problemas sociales.
Su discurso empoderante y su actitud arrolladora provocaron que en el Buxos Fest Galicia se levantara una intensa polvareda entre la que se distinguían perreos, algunos twerkings y contoneos varios como efecto de las vibraciones que emitía el trío. El rápido flow y el bombástico discurso de Yaite no dejaron títere con cabeza ni cuerpo sin fuego.
¿Sería posible lograr algo similar tirando de funk instrumental? Por supuesto. Y eso que Jungle By Night habían llegado a San Simón con las fuerzas justas, después de haber cogido cinco vuelos a lo largo de un viaje de treinta horas iniciado en Indonesia. Pero el amplio combo holandés estaba dispuesto a dejarse hasta la última gota de sudor con tal de que se bajase el telón del Sinsal SON Estrella Galicia 2018 por todo lo alto. Así que plantearon su set como una jam session aderezada de afrobeat y llena de vientos eufóricos (saxo, trombón, trompeta) y percusiones incandescentes ante los que nadie era capaz de resistirse…
… a no ser que alguien decidiese caminar hacia la punta opuesta de la isla y se topara con Rita Braga y su ukelele en el Mirador Platú, donde la portuguesa hizo honor al alma melancólica de la música de su país poniendo la banda sonora perfecta a una tarde que empezaba a humedecerse por minúsculas gotas de agua que caían del cielo y venían del mar empujadas por la brisa.
Quizá San Simón ya se estaba cubriendo de nostalgia porque se acercaba el final de cuatro espléndidos días de Sinsal y había que comenzar a pensar en que debía transcurrir un largo año hasta la próxima edición… [FOTOS: Iria Muiños] [Más imágenes de las jornadas del viernes y del domingo en Flickr]
[/nextpage]