Si creías que conocías la intimidad de Tracey Emin a través de sus fotos e instalaciones, eso es porque no conoces su diario «Strangeland».
La relación entre una obra de arte y su autor es un espacio ambiguo que el espectador suele buscar, intentar esclarecer, para entender más todavía a uno (la obra de arte) y al otro (el autor). Y aunque tradicionalmente obra y autor eran dos entes autónomos que sólo revelaban su relación interna a base de investigación pura y dura, en la era moderna abundan los casos en los que el autor abre en canal su pecho y deja al descubierto la mayor de las intimidades: sin filtros, sin mascaradas, sin juegos del escondite… Ese es el caso de la archiconocida Tracey Emin.
La artista, a día de hoy uno de los valores fundamentales de la Royal Academy of Arts de Londres, ha dedicado su carrera básicamente a dejar al descubierto su intimidad (juergas con amigos, encuentros sexuales, etc.) a través de sus obras fotográficas y de sus instalaciones. Los que crean conocer a Emin a través de esta obra artística, sin embargo, se sorprenderán de todo lo que les queda por descubrir en «Strangeland«: lejos de haber agotado sus vivencias a través de su obra, a Tracey le quedan muchas (muchísimas) palabras que dejar por escrito. Y a fe que lo ha hecho.
«Strangeland«, editada en nuestro país por Alpha Decay, es mucho más que el diario de la autora: es un libro dispuesto a decir verdades como puños al respecto del mundo del arte y a hablar de la vida moderna sin pelos en la lengua. Como ella misma dice, «Aquí estoy: una bella mujer loca, jodida, anoréxica, alcohólica y sin hijos. Jamás soñé que las cosas sucederían así«… Y, al fin y al cabo, aunque este es un diario lubricado por el efecto del alcohol, el dinero, las juergas, el sexo y los escándalos, también es una puerta de acceso a una Tracey Emin mucho más real y cándida, con muchos más pliegues de los que nos hemos querido creer a través de sus obras.
Más información en la web de Alpha Decay y en la de Tracey Emin.