Steven Spielberg dice que las pelis de Netflix no deberían estar en los Oscar… Y Netflix responde con clase infinita. Esta es la polémica del año.
¿Te acuerdas de cuando Twitter al completo se dividió en los bandos polarizados de pollaviejas e intensitos a tenor de la polémica de la «mariconez» en «Operación Triunfo«? Pues, bien, Steven Spielberg se acaba de ganar el título de Pollavieja Mayor gracias a unas declaraciones posteriores a los Oscar 2019 en la que afirmó lo siguiente: «I don’t believe films that are just given token qualifications in a couple of theatres for less than a week should qualify for the Academy Award nomination» («No creo que películas que solo hayan recibido calificaciones simbólicas en un par de cines en menos de una semana debieran calificarse para una nominación para los Academy Awards«).
En sus declaraciones, Spielberg incluso va más allá y deja caer que, en todo caso, las películas de Netflix deberían optar a algún Emmy en la categoría de telefilm. Lo dicho: pollaviejunismo al máximo. Pero intentemos saber de dónde viene todo este tingaldo… Al fin y al cabo, no es una polémica nueva, ni mucho menos. Esto es algo, por ejemplo, que ya venía del Festival de Cannes, donde hace dos años Netflix lo petó con diversos estrenos que hicieron que la industria cinematográfica francesa le vieran las orejas al lobo y actuaran en consecuencia.
Fue la industria la que entonces forzó al Festival de Cannes a sentar unas bases según las cuales en el certamen no podía participar ninguna película que no hubiera pasado por cines. Arrancaba allá un verdadero debate en torno a qué consideramos o deberíamos considerar cine en pleno siglo 21: ¿el cine se ve definido por su formato de exhibición inicial (es decir: la gran pantalla en un cine)? ¿O el cine es un arte independiente de esa pantalla blanca sobre la que basa su modelo de negocio (cada vez más agónico) una industria que se resiste al cambio?
Desde entonces, muchas son las voces que se han declarado a un lado o al otro del streaming y el VoD (Video on Demand) como plataformas de cine en el siglo 21. Y Netflix, en vez de amedrantarse, lo que ha hecho ha sido precisamente sacar pecho. Lo de «La Balada de Buster Scruggs» de los hermanos Coen y lo de la ya icónica «Roma» son los ejemplos más recientes y los que más han herido a la industria pollavieja de Hollywood al ver cómo, de repente, el film de Alfonso Cuarón casi secuestra los Oscar 2019. Un dato curioso: «Roma» de Netflix se hizo con el Mejor Director para Cuarón, mientras que «Green Book» se hizo con la Mejor Película. ¿Y sabes cuál es la productora de «Green Book«? Ni más ni menos que Amblin Entertainment, empresa fundada en 1981 por (¡tachán!) Steven Spielberg.
El sentir general es que lo de «Green Book» fue un pucherazo y que la película que realmente merecía arrasar este año era precisamente «Roma«. Es por eso mismo por lo que la reacción de Spielberg suena a pataleta infantil y a intento de conservar unos privilegios a toda costa, poniendo barreras a un progreso que ya está aquí y del que Netflix no es el único culpable, aunque sí el más visible.
Es por eso mismo por lo que, al final, la respuesta de Netflix a Spielberg resulta tan acertada, elocuente y maravillosa. Lo han sintetizado en un tuit:
O dicho en castellano: «Amamos el cine. Estas son otras cosas que también amamos: el acceso al cine para gente que no siempre puede permitírselo o que vive en ciudades sin cines; permitir que todo el mundo en todas partes pueda disfrutar de estrenos al mismo tiempo; ofrecer a los cineastas más formas de compartir su arte. Esta cosas no son exclusivas mutuamente«. La classe. Para nosotros ya hay un claro vencedor en esta polémica… ¿Y para ti?