En el Sónar+D 2018 hemos podido vivir muchas realidades y experiencias sorprendentes… Y en esta crónica te las explicamos todas.
Por fin lo podemos contar. Hemos sobrevivido un año más al Sónar+D. Y, cuando digo «sobrevivimos», me refiero a que hemos vivido más vidas durante el transcurso del festival que el gato de Tom y Jerry en toda su carrera profesional. Pero no se ha tratado de existencias irrelevantes, sino de experiencias únicas que jamás hubiéramos imaginado poder vivir en tan solo tres días, los que han ido del 14 al 16 de junio en Barcelona. Y, sobre todo, han sido tres días que nos han vuelto a colocar en la cúspide de las nuevas tecnologías y horizontes creativos.
Todo empezó el jueves cuando, como perros viejos que somos, madrugamos para poder ver la primera charla que teníamos en nuestra agenda: la conferencia «Aliens Nosotros /Ellos» fue directa al grano y captó toda nuestra atención con miles de hipótesis sobre el futuro en el espacio exterior. Una presentación sencilla para un público generalista que estuvo llena de buen humor y datos interesantísimos y que ya nos puso en órbita para seguir nuestro periplo espacial. Mención especial a Jon Jenkins, el representante de la NASA que, entre tanta camiseta, gorra y parche de su empresa alrededor del festival, se sentiría como en casa. De hecho, el loguito de marras nos lo acabamos encontrando por todos lados, experiencias VR, Sónar de Día, Sónar de Noche… Y es que la NASA bien podría haber sido el patrocinador oficial de este año con tanta oferta espacial.
Gracias a nuestro madrugón (con esto me refiero a que a las 11:00AM ya estábamos en el recinto… ¡Que tampoco estamos tan locos!), pudimos registrarnos en todas las actividades que quisimos en el Realities+D. Este espacio dedicado a la realidad virtual dio en el clavo el año pasado requiriendo un registro previo para poder acceder a las obras y así no saturar con colas interminables la instalación (Sonar360º, toma nota). Y vaya si lo disfrutamos. De hecho, tuvieron que venir unos colegas y literalmente quitarnos las gafas de los ojos, porque empezaba el recital japonés del SonarDôme, que era igualmente ineludible.
Pero no avancemos acontecimientos, porque en Realities+D antes pudimos viajar por universos imaginarios de la mano de Josh Gonsalves, sumergirnos en las profundidades de los océanos con «Into the Now» o conocer de primera mano los intríngulis de la NASA (otra vez) con el documental Space Explorers. Una auténtica gozada. Pero cabe destacar la obra Battlescar, la cual nos fundió en un universo 3D de animación, con una imagen gráfica excepcional y que nos reveló una nueva manera de hacer cine (en este caso, un corto de estética punk), que puede dar mucho que hablar en el futuro.
Tuvimos que escapar como pudimos de las garras de la realidad virtual, para entonces consagrarnos en cuerpo y alma a los Techshows. Y, de buenas a primeras, caímos en manos japonesas. Madre mía la que se lió en el Dôme a primera hora de la tarde en la jornada inaugural. Kode9 se puso el traje de 8bits ravero y Kōji Morimoto lo adornó con los mejores visuales manga que hemos visto en años. Fueron la avanzadilla perfecta para el remember de los 90 que se avecinaba con Yuzo Koshiro y Motohiro Kawashima, creadores de la banda sonora de «Streets of Rage” y “Return of Shinobi«. Nos pasaron por encima con un directo fidedigno, que adornaron con algo de trance maquinero digno de la época. Vale, no son ni las de la tarde y ya hemos estado en más lugares que Willy Fog.
Madre mía, vamos a relajarnos al Sonar360º. Oh, no, hay una cola de un kilómetro. Bueno, la hacemos. Entran la mitad. «Mierda, vámonos, que ya llevamos media hora haciendo el imbécil aquí. Mañana venimos otra vez, no pasa nada.»
Viernes. «Vamos primero al Sonar360º, que si no después sabemos lo que pasa. Joder, hay cola de dos kilómetros. No entraremos nunca, hazte a la idea.»
Sábado. «Hoy por mis cojones entro. Viene un tío y dice que no hay sesión hasta dentro de una hora. ¿Pero esto que es?»
Esta fue mi experiencia 360. Un bucle de cola y desesperación. Retrasos y pérdidas de tiempo. La única contra que podemos encontrarle al Sónar+D 2018 y que esperemos puedan solucionar en futuras ediciones con pases más cortos, domos con mas capacidad o pre-reservas para los realmente interesados y no esos que tú y yo sabemos que después entran y gritan a media sesión: ¡me aburroooo! Finalmente, solo pude acceder a uno de los pases el sábado que, según lo comentado con otros asistentes, no era de los mejores. Esto nos deja un poco de mal sabor de boca, pero lo bueno supera con creces a la pipa un poco podrida.
Y es que, en general, el Sónar+D 2018 radió cual estrella fugaz. Tres días de intensidad en los que, dando el paseo de rigor por el MarketLab, el Startup Garden o los Workshops, te impregnabas de energía creativa y te entraban hasta ganas de lanzar cohetes a la luna. En uno de estos paseos, vimos lanzar microsatélites con globos aerostáticos, pudimos interactuar con el nuevo synth todavía en desarrollo de Google Magenta, probamos cascos que se adaptan a tu capacidad auditiva e incluso ver instrumentos y herramientas artísticas diseñadas para funcionar en gravedad cero. Un hervidero de empresas, inversores y creativos que parece ideada por los guionistas de MacGyver en su mejor época.
En fin, un año más nos lo hemos pasado como auténticos enanos en el Sónar+D 2018, evento sin igual que entretiene a la par que divulga y ofrece nuevas cuestiones a los más inquietos de la escena cultural mundial. Un rotundo éxito que esperamos siga creciendo en próximas ediciones. Dejemos que las bolas de dragón se vuelvan a dispersar, esperando que en un año vuelvan con más deseos que cumplir. [TEXTO: Antonio Caballero] [Más información en la web de Sónar+D 2018]