Solo como «hipnosis colectiva» puede describirse el encanto que Floating Points lanzó sobre el público del sábado 15 de junio en el Sónar 2024… Aunque tampoco hay que menospreciar otros hechizos como los de TAAHLIAH, Octave One, River Moon y Kerry Chandler.
El sábado siempre es el día más complicado en el Sónar (y, la verdad, en cualquier festival). En la cabeza y en el cuerpo se acumulan el cansancio de las jornadas anteriores y, sobre todo, el batiburrillo de emociones fuertes que han ido impactando en tu ánimo en una sucesión de shocks que todavía no has podido asimilar.
Eres consciente de que necesitarás un tiempo para poner en orden todo lo que has gozado. A nivel musical y también a nivel humano, porque hay que reconocer que la grandeza de este festival en particular se alza a partir de la red de experiencias humanas que siempre compartes con tus conocidos… pero también con desconocidos que acaban por convertirse en tus mejores amigos, aunque sea por una noche.
Y este año, hay que reconocer que lo vivido en Sónar 2024 el jueves y el viernes fue tan tremendo que costaba arrancar el sábado… Por suerte, la programación del festival está pensada para hacer imposible que pongas excusas. Porque, en serio, ¿cómo perderse a una Kittin en racha cada vez más lejos de su época del electroclash y a un David Vunk que lleva un tiempo dando solo alegrías desde su sello Moustache Records? La complicidad entre ambos djs en la mesa de mezclas levantó al público desde el minuto cero, y fue el corazón de una sesión a la altura de lo que se podía esperar de estos dos veteranos: contundencia techno a lomos de un electro galopante con algún que otro guiño al respetable con giros inesperados.
Eso sí, puede que Kittin y Vunk fueran el reclamo para no llegar al recinto del Sónar 2024 excesivamente tarde, pero la estrella del Sónar de Día fue una y solo una: TAAHLIAH. La de Glasgow llegó al Sónar para dejar claro que, mientras que las generaciones más veteranas están obsesionadas con aplanar y estilizar el techno de toda la vida, los que acaban de llegar prefieren el barro y la suciedad de las raves noventeras. O, por lo menos, lo que un zillennial considera e idealiza como una rave noventera, que no tiene por qué ajustarse exactamente a cómo fue en realidad la cosa. Ni falta que hace.
Porque la rave es un estado mental y, en este Sónar 2024, nadie ha capitalizado mejor ese estado mental que una pletórica TAAHLIAH que se dedicó a deglutir los sonidos rave y el happy hardcore desde el hyper pop y el libro de estilo de PC Music. «Lust is ephemeral, music is forever» era el mensaje que una y otra vez se repetía en la pantalla detrás de la artista… Y lo cierto es que una sesión de la británica te conecta directamente con la sensación de infinito, con la felicidad como un sentimiento eterno y plástico en chillones colores flúor.
Un desparrame de puro hedonismo eróticofesto sin ningún tipo de vergüenza ni prejuicios. Y hay que subrayar la sanísima falta de prejuicios porque TAAHLIAH tan pronto te cascaba el «Gosh» de Jamie xx como que te daba la gran alegría de hacerte bailar con algo que seguro que nunca creíste que escucharías en un Sónar: el «We Found Love» de Rihanna y Calvin Harris. Por favor, ahora necesitamos a TAAHLIAH cerrando el Sónar 2025 mientras bailamos recortados contra el amanecer de la Fira de L’Hospitalet.
Y precisamente hacia la Fira de L’Hospitalet tocaba correr para afrontar la noche de cierre de Sónar 2024, en la que siempre hay que darlo todo aunque en la boca se mezclen dos sabores diferentes: el cansancio mencionado al principio de esta crónica y la tristeza de saber que el festival está llegando a su fin. Por suerte, la noche del sábado 15 de junio estaba planificada para que ni cansancio ni tristeza llegaran hasta tu boca: solo euforia.
Así se sentía precisamente al pasar por un abarrotado SonarClub en el que Paul Kalkbrenner tenía a su parroquia habitual vuelta del revés… Y al llegar a un SonarLab más fresco y distendido para disfrutar de la actuación de unos clásicos del techno más elegante como Octave One. Los hermanos Lenny y Lawrence Burden trajeron hasta el Sónar 2024 lo que ellos llaman cariñosamente su «mothership«: una colección de equipos analógicos que consiguen que su visión del techno de Detroit, al que ellos mismos llevan dando forma desde el año 1990, suene con un corazón mucho más humano y cálido.
Y lo mejor de todo es que la actuación de Octave One fue una gozada precisamente por una de las cosas que mejor sabe hacer el Sónar: ofrecerle a cada artista el espacio en el que mejor va a brillar. En este caso, la actuación de los hermanos Burden sirvió para confirmar que el SonarLab x Printworks ha sido más que probablemente el movimiento más elocuente de un festival que siempre ha celebrado la cultura de club por todo lo alto.
¿Y qué mejor forma de celebrarla que creando un club dentro del Sónar 2024? Un club con las constantes estéticas del icónico Printworks y, sobre todo, con esa verticalidad que, en un escenario al aire libre y con una sesión como la de Octave One, te permitía sentir cómo el alma se te escapaba poco a poco en una dulce ascensión al cielo estrellado de Barcelona.
Poco después, y ya en el SonarPub, River Moon desplegó una verdadera apisonadora rave con la que trituró sin ningún tipo de complejo todo lo que se le puso por delante: desde el “Satisfaction” de Benny Benassi al “Smell Like Teen Spirit” de Nirvana, pasando por otras joyas de Kylie Minogue o M.I.A. Un frenético y maravilloso caos alimentado por tecno speedico pero también juguetón, ballroom salvaje o pop queer contundente. Todavía debe oler el SonarPub a goma quemada de la zapatilla que le dimos.
Una forma ideal de preparar el cuerpo para el gran protagonista de la noche: un Floating Points que aterrizaba en el Sónar 2024 dispuesto a explorar hasta las últimas consecuencias su gran obsesión por los sintetizadores modulares. No es casual precisamente que esta obsesión haya alcanzado una gran cima en la carrera de Sam Shepherd con ese temazo titulado «Birth4000» que es algo así como una revisión del «I Feel Love» de Donna Summer para el siglo 21 y que abrió su actuación estableciendo el tono para la siguiente hora y veinte.
Fue una hora y veinte de regocijo sintetizado en las que Floating Points hizo lo imposible: porque una cosa es levantar una sesión con los discos que traigas de casa, ¿pero hacerlo a base de sintetizadores modulares? Shepherd tiene tanto de músico como de científico loco siempre pegado a sus maquinitas… Lo que ocurre es que, en este caso, sus maquinitas son las herramientas perfectas para inducir a esa hipnosis colectiva que solo es posible cuando pones a bailar a todo el público a base de los viciosos y narcóticos loops infinitos escupidos por sintetizadores.
Todo ello, además, sublimado por unos visuales en los que Hamill Industries colaboraron con Akiko Nakayama para crear un mundo imaginario de formas orgánicas en constante mutación. El envoltorio pluscuamperfecto para una actuación en la que el científico loco de Floating Points consiguió lo que perseguía desde hace mucho pero que mucho tiempo: convertir la fría tecnología analógica en carne y sangre, algo profundamente humano y emotivo.
Una intención que conectaba con la de Octave One y que además casaba de forma natural con la de Kerry Chandler en el cierre del festival: el veterano dj trajo hasta el SónarPub una colección de bobinas reel-to-reel doradas con las que construyó un set que partió del house para lanzar continuas digresiones hacia el disco, el funk e incluso el jazz. Como en el caso de Shepherd, Chandler usó esta tecnología vintage para dar corazón a una sesión que casó a la perfección con el amanecer en el recinto del Sónar 2024.
Porque, sí, el sábado es el día más complicado en este festival… Pero, en momentos como este, con los primeros rayos del sol bañando tu piel y el musicón de Chandler bañando tu alma, tienes que admitir que es una complejidad que compensa. [Más información en la web del Sónar 2024] [TEXTOS: Raül De Tena y José M. Collado]