Sónar 2023 cerró sus puertas con una jornada del sábado 17 de junio en la que Eric Prydz voló el techo de LA FIESTA que ha sido esta edición del festival.
Al final de todo, un festival debe tender ante el festivalero múltiples caminos para que este tome los que quiera y construya su itinerario en base no solo a lo que le apetece ver y escuchar, sino también lo que le pide el cuerpo. Y digo esto porque, a estas alturas de mi vida, y con mucho Sónar a mis espaldas, tengo que reconocer que este festival te ofrece un itinerario perfecto para no machacar demasiado tu estado físico: Sónar de Día el jueves y pronto para casa, Sónar desde primera hora de la tarde hasta altas horas de la madrugada en el viernes y, finalmente, apretar el sábado en el sofá para reecontrarsw con las amigas en el Sónar de Día y darlo todo en la fiesta final del Sónar de Noche.
Algunos dirán que es un itinerario para viejas, pero yo digo que era la oportunidad pluscuamperfecta para llegar descansadito al recinto diurno del sábado de Sónar 2023 y lanzarse a los brazos de LA FIESTA que ha sido esta edición desde el primer día (tal y como explicaba en mi crónica del jueves). Nada mejor para hacerlo que un dejarse caer (un poquito) en las brasas del «Fuego Universal» con el que Hector Oats se dedicó a deconstruir el sonido que le distingue: esa rave de futuro post-apocalípitico que por la noche seguiría sonando en el SonarCar con representantes de honor como Oro Jondo… pero que en ese momento era un poco too much para un alma recién salida de la siesta como la mía.
Un alma a la que le sentaba mucho mejor el sanísimo «juntos y revueltos» que en el Sónar 2023 se marcaron 2manydjs, Tiga y Peach. Y es que esta es una de las cosas que mejor hace este festival: sacudirse la modorra por la vía de la revisión y la reinvención. Ahí es donde entra el formato 2b2, que en este caso concreto sirvió para callarle la (puta) boca a todos esos que decían eso de «qué aburrimiento ver otra vez más a los 2manydjs, que siempre hacen lo mismo«: el equilibrio es posible, y el cuarteto no tardó en levantar el vuelo con set high energy que tiró menos de los hits (que es lo que habitualmente lastra los sets de los Dewaele) y que se beneficiaba del músculo de Tiga y el oído para la melodía de Peach para lubricar la elegancia eterna de 2manydjs.
Ademas, ¿qué consideramos realmente un hit? Porque, para mí, que hacia el final de su b2b homenajearan a Laurent Garnier (que tuvo que cancelar su participación en el Sónar 2023) con un temón como «The Sound of The Big Babou«, fue sin lugar a dudas uno de los grandes subidones del festival… y el toque de queda para correr hacia el recinto nocturno para coger sitio en un Eric Prydz que se intuía petado. Sería por eso de que la organización ya había dejado caer que probablemente, la de Prydz era la actuación más espectacular de toda la historia del festival. Y lo cierto es que no defraudó.
Musicalmente, no hay espacio para la sorpresa en un concierto de Eric Prydz, pero sí para el asombro ante la contundencia y la altísima artesanía con la que construye un sonido sin fisuras, una obra de ingeniería técnica superior que estruja y exprime las posibilidades del progressive techno hasta sus últimas consecuencias. «A ver, es que lleva una hora con la misma canción«, protestaba un amigo. «A ver, es que esa es precisamente la gracia«, le respondía yo callándome una explicación más larga porque en lo que estaba concentrado era en bailar como si no hubiera un mañana. Le tendría que haber dicho también que lo interesante en un set como este es subirse a lomos de la progresión constante para ir identificando en ella la riqueza del matiz, porque ahí es precisamente donde está la emoción de la música de Eric Prydz.
Bueno, ahí y en el show audiovisual, que no se titula «HOLO» por casualidad, sino porque es un impactante espectáculo en el que dos pantallas holográficas proyectaban colosales visuales que daban continuidad a la temática espacial que ya se pudo ver en el set de Eric Prydz en el Sónar 2022. En esta ocasión, «HOLO» invita a un viaje cósmico con cohetes, astronautas, nebulosas y todo un conjunto de motivos futuristas cuyo tamaño colosal y resolución increíble se ven amplificados por el uso de los lásers y los cañones de humo usados en el momento y en el lugar justos.
También tengo que reconocer una cosa: si el viernes salí del concierto de Fever Ray diciendo «creo que ahora soy lesbiana«, al acabar lo de Eric Prydz no pude evitar exclamar «creo que ahora soy heterosexual o lo que es peor: creo que ahora soy un crypto-bro«. Porque los visuales de «HOLO» son espectaculares, pero también son algo así como el epítome de los crypto-bros. Por favor, que alguien le dé estas pantallas a un artista visual gay para que haga unas fantasías que realmente te vuelen la cabeza… Y que conste que esto es un pequeño chascarrillo que no debe entenderse de forma seria y que bajo ningún concepto invalida lo obvio: que el Sónar 2023 prometió el mayor espectáculo de su historia y nos regaló el mayor espectáculo de su historia.
Ahora bien, si tengo que quedarme con una sesión de la jornada de sábado del Sónar 2023, me quedo con la bestia de mil cabezas que Tiga y Cora Novoa liberaron sobre un público que, a estas alturas del festival, ya había entendido de que este 30 Aniversario estaba siendo LA FIESTA pero que nunca podrían haber imaginado que LA FIESTA pudiera llegar tan arribísima como en este b2b que pisó el acelerador en el minuto cero y ya no lo soltó hasta su punto y final.
De nuevo, la yuxtaposición de dos artistas que ya conocemos por separado arroja resultados sorprendentes y fascinantes… pero, en este caso concreto, y sin hacer de menos la clase casi aristocrática de Tiga, era imposible no dejarse llevar por una Cora Novoa que rezumaba una pletórica energía que era imposible saber si venía de la ilusión que le hacía estar pinchando en una arena como esta (¡el escenario principal del Sónar de Noche!) o, simple y llanamente, del hecho de que esta mujer ya es un powerhouse de nuestra escena capaz de medirse con quien le pongan en la cabina, sea de la talla (de dj) que sea.
Para cerrar LA FIESTA del Sónar 2023, no existía mejor broche de oro que el de Ángel Molina. Al fin y al cabo, él fue el dj que cerró la primera edición del festival, y tenía todo el sentido del mundo que también lo fuera en su 30 Aniversario. De camino hacia su escenario, me hizo particular ilusión encontrarme con muchos conocidos de fuera de España que, cuando les preguntaba por qué no estaba en Amélie Lens, admitían que ya conocían a Ángel de otras ediciones en las que les había regalado sesiones impecables. En sus sabias palabras, Molina es un dj infalible al que merece la pena volver una y otra vez porque sabes que nunca falla.
Yo añado que, para mí, además de eso, Ángel Molina es un estado mental. En sus sesiones se entra en la primera canción pero nunca se sabe cuándo se sale… Y esto volvió a ser cierto en un set hiper-musculado de techno estilizado y elegante que fue el mejor adiós posible para el 30 Aniversario del Sónar 2023. Bueno, adiós tampoco. Fue un hasta luego. Porque, si algo ha quedado claro en una de las ediciones más divertidas y fiesteras del festival, es que al Sónar todavía le quedan muchísimas historias por contar. Por contarnos. [Más información en la web del Sónar 2023]