[dropcap]R[/dropcap]ÖYKSOPP & ROBYN. Está claro que la unión hace la fuerza, y Robyn y Röyksopp lo saben. Su show no fue uno, sino tres. Dos horas en las que se sucedieron primero los hits de los noruegos (con aparición estelar de una sucedánea de Karin Dreijer que, entre otras cosas, cantó “This Must Be It”) entre los que destacó la eterna “Poor Leno” que, con los años, parece que se ha vuelto un poquito más trancera. Los nervios se despertaban entre el público, todo el mundo quería a Robyn… Y la sueca salió pasada la media hora del inicio del concierto como si fuera una diva de El Molino, henchida y orgullosa. Entonces le tocó el turno a algunos de hits sus más gloriosos, la mayoría de la trilogía “Bodytalk” consiguiendo delirio particularmente con “Dancing On My Own”, “Heartbeat” y “Call Your Girlfriend”. Robyn defendió su hits con fiereza y sin que le temblara la voz ni un momento, demostrando que es una bestia parda que aún tiene mucho que enseñarnos. Se hizo un pelín largo este segundo tramo y con algún bajón en el ánimo bailongo, pero todo se vino arriba cuando la banda al completo se unió a la sueca en el escenario para tocar, ahora sí, los temas de “Do It Again” entre los que destacó sobre todo “Sayit”, que fue un subidón memorable. Estuvimos todo el día esperando esto y valió totalmente la pena. Que vuelvan todos los años, por favor. [Estela Cebrián]
[dropcap]M[/dropcap]ODERAT. Como habíamos comprobado hace apenas quince días, Moderat tienen un set en directo tan robusto como el tren superior de Kawhi Leonard: una cosa infranqueable. Si la memoria no me falla, diría que el trío formado por Apparat y Modeselektor prácticamente calcaron ayer en el Sónar la actuación del Primavera Sound. Y, como no podía ser de otra forma, volvieron a repetir el triunfo sobre un público distinto (menos barbas, más Blackberrys), quizás incluso más entregado aquí. El demoledor inicio con “A New Error” hizo retumbar el estrecho escenario del SonarLab, que se convirtió en una pequeña trampa sin escapatoria mientras, si me permiten el oxímoron, los gravísimos bajos se elevaban cubriendo el cielo nocturno de L’Hospitalet. El delirio del respetable sólo fue acrecentándose en el transcurso del concierto (el éxtasis que produce “Bad Kingdom” hay que vivirlo), y para cuando “Seamonkey” empezaba a poner el punto final de la actuación de Moderat, teníamos que reconocer, empapados en sudor, que estos tres señores se la habían vuelto a sacar. [DMDL]
[dropcap]K[/dropcap]AYTRANADA. Seguimos a la espera de que Kaytranada lance este año su debut en largo y se convierta en lo más grande desde Michael Jackson, pero mientras tanto siempre nos quedarán sus sesionacas… Ahí, a la lumbre del mundo mixtape, se ha formado Kaytranada. Y si va a haber en el Sónar un set que sintetice a la perfección el zeitgeist de la nueva generación Soundcloud, esa será la de Kaytranada: su elegancia a los platos impresionaba, el acabado estilizadísimo de sus mezclas hacía pensar en una sesión de estudio. Y, sobre todo, el niño de oro nunca perdió de vista que la madrugada empezaba a arropar a los asistentes y que allá lo que todos queríamos era bailar. ¿No querías sopa? Pues toma dos tazas. O dos tazones. O dos calderos a rebosar de hitazos calentorros, sensuales, negroides, de soul y funk pasados por la era de la robótica digital. Todo ello cerrando por todo lo alto con su remix enloquecedor del «If» de Janet Jackson. No hay duda: aquí empezó el Sónar para muchos… Pero seguro que también se acabó para muchos otros. [RDT]
[dropcap]A[/dropcap]LIZZZ. Lo de Cristian Quirante, nombre en el pasaporte de Alizzz, pilló a unos cuantos por sorpresa. Y si empezaba su actuación con un SonarLab relativamente despejado y con los operarios trabajando por detrás suyo para preparar el escenario que más tarde tendría que ocupar Gesaffelstein, tres cuartos de hora después había congregado ya a una importante legión de, imagino, nuevos seguidores. Y es que es normal, ya que la trifulca de beats rotos, ritmos sincopados y efectos que iba disparando Alizzz desde el escenario era capaz de levantar a un muerto (y alguno había por ahí con rostro, digamos, preocupante). Para cuando llegaba el final de su set, con esa deconstrucción intercalada del “Ain’t No Sunshine” de Bill Withers, ya nos tenía a todos en el bolsillo. Dropeando, dropeando, triunfó breakeándolo. [DMDLH]
[dropcap]C[/dropcap]ARIBOU. Está claro que, después de ponernos la miel en los labios al hacer público «Can’t Do Without You«, el tema que abrirá su nuevo disco («Our Love«), muchos esperábamos que la actuación de Caribou en este Sónar 2014 fuera una presentación en toda regla de lo que podemos esperar de cara a la continuación del ya icónico «Swim«. No fue así. Pero eso no significa que hubiera espacio para la decepción: más que una apertura hacia sus nuevas canciones, Dan Snaith convirtió su actuación en algo así como el mejor adiós posible a sus antiguas composiciones. Un adiós que pasó por llevar hasta el límite temas tan conocidos como «Sun«, «Bowls» o «Odessa«: la base estaba ahí a modo de anzuelo, para enganchar al público, pero pronto la banda de Snaith hacía volar las canciones alto, muy alto, hasta una altura en la que era prácticamente reconocer sus contornos sin quedarte bizco. Hace tiempo que, en directo, a Caribou se la pela el formato de canción pop: lo suyo es dinamitar las fronteras de este formato para dejar que se filtren en su interior las arrolladoras y frescas aguas de la electrónica de baile. Verdadera música dance practicada desde la analogía: una receta impecable, hipnótica, hipnagógica, que hace perder la cabeza sin necesidad de recurrir a artificiosidades ni a artificios. Y, sí, «Can’t Do Without You» hizo acto de presencia para recordarnos que Caribou va a seguir siendo inmenso en cuanto «Our Love» esté entre nosotros. Hasta entonces, el gusto es nuestro. Y el amor, según el título del disco, también. [RDT]
[dropcap]G[/dropcap]ESAFFELSTEIN. Y con el francés llegó la locura. Camisa blanca, chaqueta negra, pitillo en mano y pelazo cuidadosamente descuidado al aire. Así aparecía Mike Lévy aka Gesaffelstein en el púlpito que habían construido para él en el escenario del SonarLab. El tipo se sabe un semidiós y, en realidad, todos pudimos dar fe de ello. Con un par de focos apuntados directamente sobre él y economizando astutamente sus gestos, Gesaffelstein se creó una especie de aura mesiánica mientras apuñalaba al personal con su technazo de padre y muy señor mío. Así, mientras temas como “Pursuit” o “Hate Or Glory”, auténticas bombas lapa, atronaban el recinto y el público perdía las formas, el decoro y la congruencia articular coxo-femoral, algunos empezábamos a darnos cuenta de que quizás había sido buena idea dejar a Caribou (doloroso solape) para otra ocasión. [DMDLH]
[dropcap]R[/dropcap]ECONDITE. Con más bombo tecno que arrebatos ácidos, la sesión de Recondite pasó de puntillas por el SónarClub. Sin pena ni gloria sirvió, sobre todo, a la parroquia zapatillera que quemó bien la suela a base de un tecno austero. Sólo algunos trallazos ácidos del disco “On Acid” despuntaron de vez en cuando a modo de esporádicos rayos fosforescentes que iluminaron la aridez tecno. [JMC]
[dropcap]T[/dropcap]ODD TERJE. Había ganas del directo de Todd Terje. Y lo demostró el hecho de que el SonarPub no se vaciara ni un pelo después de la gloriosa actuación de Caribou. Desde aquí mando un beso y un abrazo a los programadores por poner seguidas estas dos maravillas de conciertos que, por un momento, nos hicieron olvidar que estábamos bajo el frío hormigón del Fira 2 y nos hicieron sentir que bailábamos en la playa, con la arena en los pies y el pelo encrespado por la humedad del mar. Con Caribou salió el sol, y el noruego se encargó de ponerle banda sonora al atardecer. Los hits de “It’s Album Time” se sucedieron alcanzando picos de locura generalizada con “Strandbar”, “Svensk Sås”, “Delorean Dynamite” y ese cierre con la eterna “Inspector Norse”, claro. Lo primero que sonó en su actuación fue el “You Should Be Dancing” de los Bee Gees, y vaya si bailamos. Como si no hubiera un mañana. [EC]
[dropcap]F[/dropcap]OUR TET. Las sesiones de Four Tet son como las cajas de bombones de Forrest Gump, que nunca sabes lo que te va a tocar. Puede que le dé por el rollito étnico y exótico (como hizo la última vez que lo vi en los Warehouse Projects de Manchester, donde se cascó una sesión divertídisima) o puede que se ponga duro y contundente, como fue el caso de la sesión del Sónar de Noche de ayer. Sin concesiones y sin hacer prisioneros, Kieran Hebden disparó desde el escenario trallazos en forma de calambres bass, rompiendo breaks y construyó un discurso muy serio y muy denso a base de techno progresivo que la parroquia recibió con respeto y veneración. Y es que Four Tet es muy Dios. [EC]