[dropcap]L[/dropcap]YKKE LI. Con Lykke Li tocó asumir dos problemas relacionados entre sí. La primera pega es que una hora de reloj se antoja demasiado poco tiempo para el set de una estrella en ciernes como es ya la artista sueca, con tres discos como tres soles. El segundo problema, derivado del primero, es que si toca recortar, seguramente lo haga de su primera obra, el favorito personal “Youth Novels”. Y efectivamente, así fue como ocurrió, ya que el setlist estuvo basado abrumadoramente en “Wounded Rhymes” y en el reciente “I Never Learn”. Más allá de esas pequeños y estrictamente personales sinsabores, pocas objeciones se le pueden poner a una cada vez más diva Lykke Li. La vocalista se presenta en el escenario después de que su banda ya esté ubicada: atuendo negro de pies a cabeza a juego con su cabello húmedo, que contrasta con su extrema palidez. Tras el inicio con “I Never Learn” y una precoz y emocionante “Sadness Is A Blessing”, se suceden los temas más intensitos del set, como “No Rest For The Wicked”, “Just Like A Dream”, “Gunshot” y “Never Gonna Love Again”, pertenecientes al último disco de Lykke, o “Jerome” y “Love Out Of Lust”, de su anterior trabajo. No se olvidó de interpretar temas con más músculo como “Youth Knows No Pain” y “Rich Kids Blues”, mientras que apenas queda un guiño a su obra primigenia con una reinterpretación en clave vigorosa de la otrora delicada “Little Bit”, antes de afrontar en la parte final del set las coreadas “I Follow Rivers” y “Get Some”. Un concierto sólido y disfrutable en lo objetivo; imborrable en lo personal. [DMDLH]
[dropcap]Y[/dropcap]ELLE. Los que no querían cortarse las venitas con Calimera Li (primera hora de la noche, sábado, último día de festival… igual no procedía) tenían la alternativa de pegarse unos buenos bailoteos con Yelle, que normalmente no fallan nunca. Y, efectivamente, cambiabas la atmósfera oscura e intimista del SónarPub por el SonarLab y, nada más llegar, notabas la energía desbocada de los franceses: banda perfectamente alineada detrás de la cantante y un símbolo de la paz invertido para forma la Y de Yelle presidiendo el escenario. He de reconocier que a Yelle les había perdido un poco la pista. En esta actuación presentaban su tercer trabajo, la continuación de aquel “Safari Disco Club”, discreta joyita de europop chicloso, y lo hacían con un show totalmente nuevo que sonó potente y dinámico en el que la estrella es, al fin y al cabo, ella: la enérgica Julie Budet, uniformada con un hoodie sin mangas, mallas de leopardo y que no paró de bailotear y saltar en todo momento. Igualito que en 2007 cuando lo petaron con “A Cause Des Garçons” y llevaron aquella cosa del tektonic a las grandes masas. Yelle se han quedado un poco en ese 2007 pero, mira, si a cambio ofrecen un buen espectáculo que sea a la vez bailongo y divertido, pues bien está. Que, al fin y al cabo, aquí habíamos venido a pasarlo bien, ¿no? [Estela Cebrián]
[dropcap]J[/dropcap]AMES MURPHY. Voy a decirlo pronto y mal: James Murphy es capaz de lo mejor y lo peor cuando se pone a los platos. Y también voy a expresar una teoría que empiezo a tener últimamente: Murphy lo borda cuando su sesión se desarrolla en un horario decente, pero tiende al desastre cuando le toca abordar las altas horas de la madrugada. Sólo hay que comparar la anterior visita del frontman de LCD Soundsystem al Sónar (cuando, con el sol saliendo por el horizonte, se tuvo que enfrentar a diversos problemas técnicos y a las hordas de walking deads que le pedían más tralla) con la maravilla que bordó ayer sábado antes de que el reloj diera las dos de la madrugada. Abrimos un paréntesis para las preguntas sin respuesta: ¿es Murphy mucho mejor construyendo atmósferas que poniéndoles un broche festivo y conclusivo? Puede que sí, puede que no. Lo único que se puede confirmar aquí al cine por cien es que su última visita al festival barcelonés se zanjó por todo lo alto: partiendo del proto-disco y el funk calentorro, pasando por un house supurante de emociones y cerrando con la sensación de que James Murphy ha sido uno de los grandes triunfadores de este Sónar 2014. ¿Alguien podrá superar en el futuro el binomía de DESPACIO sumado a esta impecable sesionaza? [RDT]
[dropcap]L[/dropcap]AUREL HALO. Mírala cara a cara que es la primera. Así me pasé gran parte del set de Laurel Halo: observando atentamente a esa muchacha con look casual y pinta de no haber roto un plato mientras montaba el sarao más grande que parió la Madre Tierra. Bueno, quizás la cosa no fue exactamente así y me esté dejando llevar por la euforia del momento. Pero que nos quiten lo bailao, que fue mucho y muy fuerte. Laurel Halo tiró duramente de teKnacho en el recogido escenario del SonarCar, dejando puntualmente algunos huecos para sus florituras rítmicas marca de la casa. Pero es que, amigo, a esas horas o tiras de 4×4 o adiós muy buenas. Y todo bien, la verdad es que allí hubo decibelios para todos y los acúfenos de la mañana siguiente se los debemos en gran parte a la de Ann Arbor. [DMDLH]
[dropcap]C[/dropcap]HIC. Efectivamente, la sensación de que lo de Chic fue una gran verbena no nos la va a quitar nadie, ¿verdad? Pero ni falta que hace. Aquello fue la verbena por antonomasia, la verbena definitiva del siglo XXI, la V-E-R-B-E-N-A con mayúsculas. Quien quisiera algo más sutil, tenía a los mismos Rudimental en el SonarClub. Pero la cantidad de gente acumulada en el SonarPub para ver a la banda de Nile Rodgers, todos de blanco inmaculado, indicaba que había ganas de fiesta, de que acabe el invierno y de volver a nadar en el mar. En un set diseñado al milímetro para que la diversión sea el elemento cohesivo primigenio, hubo espacio tanto para las versiones que intuíamos (desde el “I’m Coming Out” de Diana Ross hasta el “Get Lucky” de Daft Punk, pasando por el “Let’s Dance” de David Bowie) hasta los clasicazos propios como “Everybody Dance” o una extendida y celebrada “Le Freak”. Al final, como no podía ser de otra forma, el riff de bajo más famoso de la historia ponía en marcha ese hit imperecedero que es “Good Times”, con invasión de escenario incluida y homenaje fugaz a The Sugarhill Gang. Y de esa forma ponía servidor, que ya no está para muchos trotes, punto final a un Sónar difícilmente olvidable. Definitivamente, good times. [DMDLH]
[dropcap]F[/dropcap]UTURE BROWN. O de cómo el gran hype del festival se convirtió en un bluff todavía más grande… Future Brown lo tenían todo de cara: ¿cómo podía salir algo mal siendo este el supergrupo que une a Fatima Al Qadiri, J-Crush y a los integrantes de Nguzunguzu, Alma Maroof y Daniel Pineda? ¿Cómo podía irse esta actuación al garete si ya bajo el nombre de Future Brown han entregado dos pildorazos ultrasónicos como «Wanna Party» y «World’s Mine«, que les han valido múltiples halagos que vienen a coincidir en la impresión de que estos chicos tienen el sonido del futuro pillado por la entrepierna? No tiene explicación. Pero lo cierto es que presenciar esta actuación fue como asistir al parto de un chiste sin gracia: ¿qué hacen quince mamarrachas sobre un escenario (porque, la verdad, allá había más gente que los cuatro que se suponía que debían estar) alterándose para poner un par de canciones cada uno y para bailar sin ganas de vez en cuando entre charleta y charleta de colegas? Pues lo único que hacen es pinchar música pretendidamente rompedora abusando del bombo como si no hubiera un mañana y pasando por alto que nuestras reservas de sorpresa se agotaron cuando conseguimos superar el terrorismo del grime, el footwork, el trap y otras locuras. Lo que viene siendo pasarse de modernas. [RDT]
[dropcap]D[/dropcap]APHNI B2B JAMES HOLDEN. Cuando la noche había pasado su ecuador, llegó el momento de que estas dos bestias pardas de la electrónica unieran fuerzas y dieran una lección sobre cómo hacer una sesión de baile impecable de principio a fin. Tecno-house fino y potente a partes iguales, trance en su justo punto de marcialidad, bass music que te convierte la caja torácica en caja de resonancia haciendo vibrar, literalmente, las entrañas. Con el escenario SonarLab a reventar y un público que enloquecía de placer ante trallazos bailables que apuntaban directamente a sus piernas, Holden y Dan Snaith se ganaron medalla de oro en lo que a dj set se refiere. Algunos ejemplos fueron el pepinazo trance “Arid Ocean” de Embedded Frequency remezclado por Oliver V y Calleigh D o el remix exquisitamente ácido que Four Tet ha hecho recientemente del “West Coast” de Lana Del Rey. Mención especial merece “Can’t Do Without You”, primer tema publicado del próximo álbum de Caribou y momento memorable de esta edición del festival por concentrar en unos minutos el éxtasis de cientos de personas que saltaban al unísono y se deshacían en aplausos cuando el corte llegó a su clímax. Nosotros tampoco lo podríamos hacer sin vosotros. ¡GRACIAS! [JMC]
[dropcap]T[/dropcap]IGA. Una pena que la lluvia aguara, en parte, la fiesta al aire libre de fin de esta edición del Sónar. Tiga fue el encargado de agarrar firme un timón electro-tecno y ácido de un barco que por momentos parecía inundarse por la que caía de forma esporádica. Cuando más apretaba la lluvia, la mayor parte de los asistentes desaparecían dejando un aire desértico en el SonarPub y un regusto a “esto ha sido todo, nos vamos a casa”… Pero era mentira, ¡no se habían ido los muy traviesos!, las criaturas insaciables del amanecer sólo se habían quedado agazapadas en cualquier sitio que sirviera de cobijo, porque era descampar y en una centésima de segundo ver el SonarPub lleno de nuevo con un público al que le sobraban ganas de exprimir el momento hasta el final. Pero al final llegó el final (que no lo dicta la lluvia, sino la clausura de la música) y, no sin cierta melancolía, como en cada edición, tuvimos que decir: ¡Sónar, no nos faltes el año que viene! [JMC]