[dropcap]B[/dropcap]FLECHA. Su “ßeta” fue el mejor disco nacional del año pasado para esta santa casa, así que era evidente que había que estar en primera fila del Village a pesar del bochornazo para ver bien de cerca a Belén Vidal aka BFlecha. Ataviada con un conjunto de sudadera-pantalón rosa muy a la moda (en Fantastic Plastic Mag estamos en todo), Belén se ha desenvuelto a la perfección tras su sintetizador Roland Juno-60, mostrándose cautivadora en su toma de contacto con el escenario principal del Sonar de Día. Pronto han caído las favoritas “A Marte” y una preciosa “B33” bien provista de graves que ha hecho vibrar más de un cartílago. Y de ahí, todo para arriba, con el loquísimo 2-step de “ßeta”, “Reflejos” y una “Mundo Bizarro” que ha contado con la presencia de Arufe en las rimas. Por resumir, como acertadamente le ha gritado un fan en el transcurso de su actuación, lo de BFlecha es auténtica Galicia Calidade. [DMDLH]
[dropcap]N[/dropcap]ILS FRAHM. Rodeado por un grupo de teclados (dos sintes, un piano de pared y otro de cola), Nils tejió una red de maravillas que capturó, cual araña cautivadora, a todo un público que tras cada pieza se partía las manos aplaudiendo y se quedaba sin voz gritando. El repertorio, con ausencia casi de beats, representaba con cierta libertad su último disco “Spaces”. En ocasiones, hizo uso de un modulador de frecuencias que le daba un aire kosmiche y espacial (no podía ser de otra manera). Sintes en reverb que se repetían y engarzaban con composiciones de piano, que te elevaban y sostenían. Llegabas al clímax y, con una facilidad pasmosa, el compás daba un giro radical y ya no sabías por dónde derramar tanta emoción, si por el pecho o por la piel, erizada como estaba. Señores, lo que se vivió en el SonarHall fue algo muy especial… Una de esas veces en las que vibras y sientes que lo que te está pasando es simplemente fantástico y, lo que es más, es un sentimiento compartido. Echabas un vistazo a tu alrededor y veías cómo una eterna sonrisa de placer recorría todas las caras de un público que no dejaba de asombrarse sobre lo que estaba aconteciendo. Cuando la técnica viene acompañada de talento y savoir-faire es cuando se pueden obrar milagros sobre un escenario. Si lo que pasó allí no fue Amor, que venga Nils y lo vea. [JMC]
[dropcap]R[/dropcap]YAN HEMSWORTH. Antes de entrar en el recinto, tengo que reconocer que me metí entre pecho y espalda un buen bocadillo cocinado por un chico que me preguntaba qué era lo que más me apetecía ver en la primera jornada del Sónar 2014… Ryan Hemsworth fue uno de los primeros nombres que salió de mi boca, y el chico me respondió con cierta frialdad: «Ah, bueno, ese le gusta a mi novia«. Unas horas después, recordaba aquel desafortunado comentario al ver cómo Hemsworth ponía del revés a la masa de SonarVillage, hombres, mujeres y viceversa. Su sesión fue larga, tan larga como para que Ryan empezara con las mejillas sonrojadas de quien acaba de salir de la ducha y acabara con una toalla encima de la cabeza intentando sobrellevar el calor lo mejor posible. Pero es que, ¿cómo no acalorarse cuando lo que practica este niño a los platos es puro calentorrismo? Nu-r&b, post-soul, pop desquiciado e incluso electrónica y chorreante: el set de Ryan Hemsworth pasó por muchos estados. Como un buen polvazo. [RDT]
[dropcap]N[/dropcap]ISENNENMONDAI. Les tenía ganas no, lo siguiente, al trío tokiota. Por eso, no haber logrado entrar en la (por otra parte no especialmente sencilla) propuesta de Nisennenmondai me cabrea especialmente. Masako Takada, Yuri Zaikawa y una Sayaka Himeno que realmente se ha ganado el sueldo con su trasiego constante y monofásico a las baquetas abrieron el set con “A”, la apertura de “N”, su último disco. A partir de ahí, el trío fue desarrollando su kraut electro-orgánico de mínimas variaciones sin perder la monocromía tonal, manteniendo enfermizamente la pulsión sensorial que se crea en sus construcciones sin llegar a descargar la tensión. Ese tantrismo instrumental, por así llamarlo, ha generado división de opiniones en una audiencia más bien poco alertada, que parecía más demandante de bombito bueno que de propuestas más experimentales. Las sensaciones que me quedan, compartidas y coincidentes además con las de otros compañeros, es que hemos asistido al mítico sketch “When Will The Bass Drop” de Andy Samberg para Saturday Night Live alargado ad infinitum bajo una coartada arty. Indiscutiblemente, una experiencia en sí misma que dejó con el gesto levemente contrariado. [DMDLH]
[dropcap]D[/dropcap]ESERT. Cosas que pasan cuando pillas un concierto empezado (algo que, por otra parte, es más que habitual en los festivales): tu Whatsapp se llena de gente que te dice que se pira porque «este no es lugar para una actuación como esta» y otros que te advierten que «no te puedes perder lo que está pasando aquí«. En el caso de la actuación de Desert en el Sónar 2014, tengo que reconocer que estoy más cerca del segundo grupo: ¿podía existir un escenario más pluscuamperfecto para la propuesta de Cristina Checa y Eloi Caballé que esa sala de congresos transformada en el genial SonarComplex? Silencio sepulcral, obscuridad íntima y aire acondicionado por un tubo para conseguir que la presentación en sociedad del EP «Envalira» brillara con un fulgor loquísimo. De nuevo, aparece la sensación de que con una voz como la de Checa cualquier cosa impresionaría… Pero no nos dejemos llevar por juicios apresurados. Esas bases, esas melodías, esa especie de abrigo de agua que mantiene tu temperatura emocional en su estado óptimo, ni muy alta ni muy baja, va mucho más allá de los logros de la voz: Desert han conseguido dominar el todo musical. Y lo que da miedo es que, a partir de aquí, sólo pueden crecer. [RDT]
[dropcap]T[/dropcap]RENTEMØLLER. Otra vez volvimos al Sónar Hall, la sala más oscura del festival y una de las pocas capaces de crear atmósferas únicas. Esta vez, Anders Trentemøller, el dj y productor danés que tan bien sabe crear ambientes oníricos de bosques frondosos y mundos en calma en sus discos, trasladó sus canciones al directo de una manera diferente. Con una banda compuesta por varias guitarras, batería y una solista que ponía voz y lirismo a sus canciones, Trentemøller nos hizo vibrar a todos con su mezcla de eléctronica y rock y su puesta en escena con unas crisálidas (o algo parecido). Lástima que nos tuvimos que ir sin acabar de ver terminar el concierto para llegar a Massive Attack… Porque, visto lo visto, mucho mejor hubiera sido habernos quedado a disfrutar del show de Anders. [Miriam Arcera]
[dropcap]B[/dropcap]EN FROST. No conozco un disco reciente que se preste a una mayor cantidad de metáforas malrolleras que el “A U R O R A” de Ben Frost. Personalmente, mi favorita es la de la extracción dental múltiple sin anestesia. Y algo de eso quedó plasmado en varios momentos del concierto de este trío conformado para la ocasión, con efectos que recordaban a turbinas, fresas de acero y aspiradores de saliva entre la orgía de decibelios que ha atronado el Sonar Complex. Dos baterías enfrentadas entre sí en paralelo (en una de ellas me parece reconocer a Thor Harris de Swans) y Ben Frost entre ambas: así se presenta en directo el artista australiano, envuelto en varios haces giratorios de luz blanca que sirven para ensombrecer su rostro, creando una apariencia definitivamente espectral y acorde con su propuesta sonora. Con la poderosísima “Venter” como punto culminante en un set tan incómodo como robusto, la fisicidad adquirida por el sonido que emitían la doble percusión y las disonancias emitidas por Frost era de tal magnitud que había entre el público quien levantaba la mano para intentar tocar con sus dedos la no-materia. Así, sobrecogidos, nos pasamos la hora que duró la actuación de este asesino visionario. Y, así, servidor finiquitó la jornada inaugural del festival: con el susto en el cuerpo. [DMDLH]
[dropcap]P[/dropcap]LASTIKMAN | OBJEKT. Dos días después del lanzamiento de su último trabajo, “EX” (un disco grabado en directo el pasado mes de noviembre en el Museo Guggenheim de Nueva York), Plastikman aterrizó en el SonarVillage para presentarnos una variación de aquel espectáculo. Objekt está formado, visualmente, por un obelisco de LEDs que actúa como foco del campo visual y deja en un segundo plano al artista (concepto que comparte con la experiencia Despacio, también vivida en el festival). Musicalmente, se compuso de material en la línea de este aka del Sr. Hawtin. Sintes ácidos que se encadenan y retuercen sobre bases gravísimas forman el ADN de su tecno minimalista y ácido. Un buen ejemplo de su inconfundible código fue “EXpire”: sintes que se repiten, que se traban, que aumentan progresivamente el pulso y se deforman con una plasticidad hipnótica hasta llegar a un clímax sintético que acaba por derrumbarse sobre si mismo con una facilidad pasmosa. Mención especial merece “EXhale” por su aportación al tecno espacial. Capas de sintes que se superponen sinuosamente, modulaciones glaciales que se expanden y disuelven en ondas estratosféricas… Plastikman se nos presentó no como una fiera festiva de bombo y platillo que se afianza a tus piernas para que no pares de bailar (para eso ya tiene otros alias), sino un agente catalizador que juega con tu cerebro y tus sentidos. [JMC]
[dropcap]M[/dropcap]ASSIVE ATTACK. Hubo opiniones para todo. Personalmente, creo que el de Massive Attack fue un concierto demasiado largo y aburrido. Aunque quizás influyó que me dolieran los pies y que, además, desde la posición en la que estaba situada no se escuchara demasiado bien. Por otra parte, había una serie de visuales que tuvieron sus mayores aplausos cuando empezaron a salir unas frases en catalán un poco populistas (y otras bastante bizarras e incompletas) que desvirtuaron un poco la canción que estaban tocando, ya que la gente se fijaba más en las frases y en aplaudirlas que en escuchar el concierto. Algunas frases fueron “Felipe VI abdica”, “Can vies es trasllada al Castell…”, “La dona més lletja del món…”. Sólo algunos momentos con sus hits más celebrados salvaban a muchos de los asistentes del letargo. [MA]