Por desgracia, queridos lectores, en estas tierras la ropa deportiva de clase es sinónimo de camisetas oficiales del Barça que valen un huevo de pato. Pero en países más avanzados y del primer mundo (como Inglaterra, por ejemplo), la cultura de la ropa deportiva no se limita solo a fibras sintéticas que absorban el sudor en verano o a ítems que puedas enseñar con orgullo en las noches de pizza+birra, sino que hay toda una cultura de estilo detrás que hace que sea una ropa elaborada y magnífica. En el fondo, el hecho de hacer ropa deportiva elegante es una cosa de lo más práctica: te permite ir del club deportivo a un evento social sin necesidad de volver a pasar por el armario. Totally cool… ¿no?
Otro prejuicio que tenemos por aquí es pensar que los únicos deportes guays son el fútbol y el baloncesto (el tenis desde lo de los guiñoles y la biografía de Arancha Sánchez Vicario se ha vuelto demasiado espinoso y mejor no tocarlo). El resto de deportes hay que mirarlos con cara rara (habrá que esperar cómo le sienta al rugby el fenómeno «Moneyball» – Brad Pitt haciendo de Jerry Maguire con edulcorante artificial): ¿polo? ¿cróquet? Pues me perdonen, pero son deportes de lo más elegante (menos la parte en la que los caballos cagan mientras corren). Y lo mejor de todos son las equipaciones: auténticos uniformes que marcan lo mejor de cada hombre… Awww…
Toda esta introducción pro-british es simplemente para hablar las nuevas piezas de Slazenger, marca mítica en el ámbito del cróquet y el tenis a nivel mundial; conocida, entre otras cosas, porque son los patrocinadores y proveedores oficiales de pelotas de Wimbledon desde 1902 -con lo que protagonizan unos de los acuerdos comerciales más antiguos del mundo- y ahora favorita en esta casa por sus nuevas piezas. Y es que no hay nada que le siente mejor al verano que un buen look prep: un polo de algodón y unos colores claros (el blanco es obligatorio). Estas nuevas piezas recogen el espíritu de las prendas hechas para la práctica del cróquet que la propia firma fabricaba a principios del siglo pasado y las aplican a la ropa de calle y a nuestros tiempos, actualizándolas pero conservando siempre unos estándares muy elevados de calidad.. También se permiten la licencia de ofrecer piezas más street para los que quieran un toque un poco más desenfadado y menos pijo de la zona alta. En cualquiera de sus formas, lo tenemos claro: Slazenger es divino y classy.