¿Crees que el ajuste pluscuamperfecto no existe en lo que respecta a auriculares de botón? Pues necesitas echarle un vistazo a los Skullcandy Strum.
Maravillas del mundo moderno: las tendencias pueden ser pendulares, pero siempre dejan una estela por detrás. Nos explicamos con un ejemplo muy concreto: hace algunos años, la locura máxima fue re-incorporar los auriculares grandotes a nuestro arsenal de gadgets tecnológicos. Y, oye, la cosa estuvo muy bien porque nadie duda de que unos buenos auriculares grandotes suenan mucho más que fetén. Pero al final tuvimos que darnos por vencidos y rendirnos ante la evidencia de que los altavoces grandotes están muy guays, pero que llevarlos todo el día es un poco coñazo. Así que, sin abandonarlos, ¿qué hicimos? Pues volver a los auriculares de botón.
Y es que, a la hora de disfrutar de una vida repleta de estreses y de correr arriba y abajo, de ir de aquí para allá sin parar ni un segundo, lo mejor son tus auriculares de botón… con el mejor ajuste posible. Con el ajuste pluscuamperfecto. Pero ¿existe tal cosa? Desde Skullcandy piensan que sí, y sus nuevos Strum vienen a certificar tal cosa gracias a novedades tan interesantes como la tecnología Brinx Tech, gracias a la que se construye una carcasa delantera flexible que se alinee naturalmente con el ángulo del canal auditivo, garantizando así un encaje no sólo óptimo, sino también personalizado.
Pero es que, además, los Skullcandy Strum se benefician de otras dos tecnologías más que punteras: la Off-Axis Tech asegura un diseño angular y ovalado que mejora tanto confort como aislamiento, mientras que la Fix Tech es la característica forma de gancho que aporta una sujeción a prueba de tirones y tracción. Si a todo esto le sumamos le sumamos el Supreme Sound de Skullcandy (que es un locurón que optimiza la música con potentes bajos, voces naturales y agudos precisos), nos encontraremos con unos auriculares que, aquí y ahora, apuestan por lo que debería interesante a elegir un cacharro de este tipo: ajuste pluscuamperfecto, sonido de puta madre… Eso sí, lo sentimos mucho, pero el musicón corre de tu cuenta, chaval.