La jornada final del festival Sinsal no se pudo celebrar en julio, pero se trasladó al 29 de agosto con As Donas en un escenario de ensueño.
Con las islas Cíes de fondo vistas desde su cara sur, después de pasar frente al imponente faro de cabo Silleiro y siguiendo la serpenteante línea de costa siempre con el Atlántico en paralelo, se llega al Real Monasterio de Santa María de Oia, medio escondido entre el mar y la sierra de A Groba en una parroquia tranquila y acogedora que, cuando se observa con atención, muestra toda su monumentalidad natural.
Hasta allí se trasladó la jornada final del festival Sinsal que debería haberse celebrado el 25 de julio en Vigo como colofón del fin de semana musical vivido en la isla de San Simón (Redondela, Pontevedra). Ese cambio forzoso convirtió la tarde del 29 de agosto en una agradable cita que fue más allá del concierto que As Donas, ensemble formado por Pilar Moráguez (soprano), Marta López (clave), Elena Vázquez (violín barroco) y María José Pámpano (violín barroco y dirección artística), ofrecerían en el denominado Escenario Océano x FEST Galicia.
La plazuela cercana al antiguo y rehabiltado monasterio estaba salpicada de turistas (de aquí y de Portugal) que, entre foto y foto y paseos, animaban el ambiente. En el atrio de la iglesia colindante, subido al palco de las verbenas, un grupo de lugareños y lugareñas de diversas edades se entretenían con el tradicional juego de la rana mientras los ojos y los oídos no se apartaban de las fichas chocando y rebotando.
Aún quedaban unos minutos para otear una vez más con detenimiento el paisaje e imaginarse qué acontecimientos ocurrieron en la zona desde el siglo XII, cuando se levantó el monasterio de Oia, tal como se contó en la visita guiada -una acción promovida por la Fundación Bretal para divulgar este Bien de Interés Cultural- a través de sus entrañas (la otra opción consistía en introducirse en el mundo submarino de la ría de Vigo mediante gafas de realidad virtual).
Todos los sucesos que se produjeron dentro y fuera del monasterio marcaron el devenir no solo de los frailes que lo habitaron, sino también del área circundante e incluso del sur de la provincia de Pontevedra. En ciertos momentos, los relatos sobre unos hombres dedicados al culto y al trabajo se transformaron en aventuras bélicas por la condición del monasterio de baluarte defensivo en el siglo XVII y en narraciones de pioneros que domesticaban caballos salvajes o cultivaban los viñedos que dieron origen al afamado caldo de O Rosal.
Esa época de vino y rosas en la que se desarrolló una intensa -y, en algunos aspectos, avanzada- vida monacal se fue apagando a partir de la desamortización de Mendizábal del siglo XIX con la consecuente expulsión de los monjes y el paso de la propiedad del monasterio por varias manos hasta llegar a la Guerra Civil y convertirse en campo de concentración franquista de condiciones deplorables. Un caso similar al de la isla de San Simón, en su día prisión de la dictadura. El festival Sinsal establecía de este modo una conexión entre ambos espacios, revalorizando su presente sin olvidar su pasado a través de la música.
En la esquina del patio de naranjos presidida por la torre barroca del campanario, se había dispuesto el Escenario Océano x FEST Galicia al que se subieron As Donas para realizar un concierto que encajó a la perfección con el entorno. Pura magia histórica. De hecho, su repertorio de piezas clásicas, al igual que parte de la arquitectura del monasterio, procedía del Barroco y del Renacimiento.
Sin embargo, su evocadora propuesta cambió las figuras masculinas de los cenobitas de Oia por protagonistas femeninas que superaron las limitaciones que les imponían en sus respectivos contextos para que sus mentes creativas volaran libremente. As Donas recogieron ese legado que ni siquiera se estudia en los conservatorios y, luchando contra el incómodo viento, lo abrillantaron mediante un programa respetuoso, bello y reivindicativo.
Cuatro grandes mujeres de hoy rindieron homenaje a cinco grandes mujeres del ayer. La primera de ellas fue Isabella Leonarda, monja ursulina italiana de la que interpretaron una solmene sonata, con los pajarillos trinando en una bucólica estampa de verano. También se escuchó a otra servidora de Dios transalpina, Bianca Maria Meda, que compatibilizó su servicio eclesiástico con la composición musical. De ella se escuchó una pieza pensada para voz que ensalzó Pilar Moráguez.
Luego As Donas viajaron de Italia, en concreto de Venecia, a Francia. Esa travesía hizo Antonia Bembo para embelesar al rey Luis XIV aunando los estilos de ambos países entre los siglos XVI y XVII. Sin salir del país galo, con una partitura de Élisabeth Jacquet de la Guerre se llevó a cabo un salto en el espacio y en el tiempo hacia alguno de los ampulosos salones del palacio de Versalles en los que deleitaba a la corte.
Y, para acabar, As Donas regresaron a Venecia, tierra de Barbara Strozzi, con cuyo espíritu Pilar Moráguez, Marta López, Elena Vázquez y María José Pámpano pusieron el broche dramático-poético a una deliciosa sesión que fue, a la vez, toda una lección sobre cómo la mujer, a pesar del prolongado olvido, ha roto prejuicios artísticos desde hace cientos de años.
Así se despidió el festival Sinsal hasta 2024, mientras el sol se ocultaba entre las nubes en el horizonte, las piedras del monasterio se oscurecían y la marea descendía poco a poco dejando ver las rocas que fueron testigos inertes de la historia de Santa María de Oia. [FOTOS concierto As Donas: Olalla Lojo][Más información en la web de SINSALaudio]