El Sinsal 2019 en San Simón volvió a demostrar que es uno de los festivales más especiales de nuestro país… Y así lo explica nuestra crónica.
El Sinsal es tan especial que, para llegar y salir de él, no hay que pasar por encima del puente de Rande, la simbólica construcción que une las dos orillas de la ría de Vigo… Sino que se debe pasar por debajo. La única manera de acceder al festival que se celebra en la isla de San Simón (Redondela, Pontevedra) es por mar, así que la obligatoria travesía en barco se convierte en uno de los grandes alicientes del certamen al ser un plácido periplo en el que se puede ver -si hay suerte- un arroaz surcando las olas, contemplar sin interferencias el panorama costero, observar de cerca las tradicionales bateas de la zona y ver cómo se aproxima, poco a poco, San Simón. Mejor dicho, el archipiélago de San Simón, ya que allí también se encuentra San Antón, enlazadas ambas por su propia pasarela de piedra.
Una vez con los pies en tierra, una de las virtudes del Sinsal SON Estrella Galicia que se aprecia rápidamente consiste en que, a pesar de que se agoten las entradas y abonos para sus jornadas de fin de semana, en el entorno no se notan los efectos de ese éxito de público. Un hecho que volvió a repetirse en su edición de 2019, aunque hay que tener en cuenta que el aforo se limita a 800 personas por día. Así se preservan la naturaleza y los elementos históricos del espacio y, al mismo tiempo, se consigue que haya sitio suficiente para todos los asistentes, con lo que el ambiente agradable está garantizado.
Con este aspecto se relaciona uno de los detalles más llamativos del festival: muchos de los presentes en la cita redondelana no se centran necesariamente en la música en directo… Bueno, sí que lo hacen, pero se les abre un abanico de diferentes opciones para disfrutar del ecosistema insular de varias maneras: mediante actividades infantiles y para adultos, caminatas o las Sesiones San Simón, en las que el músico e investigador Aleksander Kolkowski registra en cilindros de cera algunas de las voces participantes creando una especie de viaje sonoro al pasado.
Dentro del apartado dedicado a los conciertos, el Sinsal SON Estrella Galicia volvió a funcionar como una vuelta al mundo musical realizada en cuatro días -del 25 al 28 de julio- y en tres escenarios –San Simón SON Estrella Galicia, Buxos Fest Galicia y San Antón New Balance– a los que se subieron nombres procedentes de diversos países de todo el planeta y practicantes de múltiples géneros dispuestos a ser descubiertos en muchos casos.
Este verbo, ‘descubrir’, suele marcar el desarrollo de cada Sinsal y, también esta vez, hizo que reluciera su condición de vía a través de la que conocer nuevos grupos, compositores y cantantes que exhiben una variedad y originalidad difíciles de hallar en otros eventos. De hecho, el Sinsal 2019 escapó otra vez de la tiranía anglosajona dentro del pop, el rock, la electrónica y sus afluentes para mostrar cómo estos y otros estilos adquieren estimulantes formas desde ópticas artísticas siempre interesantes y muy femeninas, un enfoque que posee un gran peso en el festival.
Con estos ingredientes mezclados y agitados con la suavidad de la brisa marina, el Sinsal 2019 se mostró en todo su esplendor como ese festival al que todo el mundo quiere ir, aunque su exclusividad se expresa con el mejor de sus sentidos. En San Simón primó el espíritu integrador, transversal y sostenible en otro capítulo en el que empaparse de su esencia insular. El festival ofreció, como viene siendo habitual, momentos curiosos y, sobre todo, una amplia cantidad de sonidos que no se quedan en la isla, sino que fuera de ella continúan escuchándose como parte de los recuerdos perennes de cada Sinsal.
VIERNES 26 DE JULIO: Pasión entre las flores
Muchos de esos recuerdos sinsaleros cuajan, primero, en forma de sorpresa. Como la que dio Juan de Pablos. El querido y ya retirado locutor, que hace unos meses cerró el micrófono de su mítico programa “Flor de Pasión”, apareció en San Simón para contar y recordar bajo los árboles isleños historias de la música y de la radio y, los días siguientes, compartir tras los platos con su alma juvenil intacta una buena ristra de temas (todos clásicos) favoritos. El homenaje ideal a Juan de Pablos fue que su público estuviera tan cerca de él, demostrándole el amor y la admiración que siempre le ha profesado mientras lo escuchaba en privado.
La otra gran sorpresa del Sinsal SON Estrella Galicia 2019 fue su cartel secreto, que se desveló progresivamente según dicta la norma desde sus inicios: sólo se conoce cuando se desembarca en la isla. Así, en la víspera, Big Joanie, Lidia Damunt, Mattiel, Charlotte Adigéry y FRA! levantaron el telón de un festival en el que, al contrario de lo que decreta la costumbre, los denominados géneros musicales estándar ceden el protagonismo a sugerentes, atractivas y exóticas propuestas que logran romper moldes y prejuicios. Es más, los sonidos considerados convencionales chirrían, por decirlo de algún modo, en el Sinsal.
Mercedes Peón enseguida confirmó esta teoría con su arranque electro-panderetero, reflejo de las mil vueltas de tuerca que le da (y ha dado) a la música tradicional gallega. Poseedora de una fuerza vocal y gestual arrolladora, montó en el escenario San Simón SON Estrella Galicia una verdadera tecno-foliada mezclando con naturalidad sonoridades sintéticas y orgánicas elevadas por las voces entre poderosas y delicadas y perfectamente acopladas de sus compañeras.
Esta unión de pasado y presente autóctono (línea seguida en la actualidad por otros valores galaicos como Baiuca) no se quedó en un mero experimento en vivo, sino que transcurrió sobre una montaña rusa sónica en la que se incitaba a la fiesta, se relajaba el nervio para dejarse llevar por armoniosos pasajes reposados y se encendía la mecha que sacudía a la audiencia a base de capas de ruido, percusiones veloces y vibraciones gaiteras. En las manos de Mercedes Peón y su grupo, el folk se expandió hacia el noise, el dub, la electrónica y la poesía hasta conformar un rico mestizaje vanguardista que tenía su traducción extramusical en una azada tuneada como palo selfie con una manzanita plateada pegada en su reverso que manejaba uno de los espectadores. Glocalismo en estado puro…
El contraste con el directo de El Petit de Cal Eril en el Buxos Fest Galicia fue acusado. Aunque originario de la interior Guisona (Lleida), Joan Pons trasladó a la costa atlántica el aire mediterráneo de su indie-pop de tono cálidamente nostálgico y con un toque playero ensoñador. Al contrario de lo que indica el título de su último disco, “Energia Fosca” (Bankrobber, 2019), la electricidad del repertorio de la banda catalana no fue negra, sino luminosa y cristalina, unas veces ejecutada con la característica pereza slacker y, otras, insertada en píldoras psicodélicas con una acentuado sabor tameimpalero aportado por los sintetizadores cósmicos y coloristas. Lo de menos era intentar entender las palabras de Joan: según él, ni siquiera comprenden el significado de sus letras los catalanoparlantes… “Todas hablan de lo mismo”, concluyó con buen sentido del humor. En cualquier caso, sus canciones refrescaron la tarde estival isleña.
El nuevo proyecto en el que se ha involucrado el prolífico músico y productor Raül Refree lo ha conectado con una de las mejores voces del fado contemporáneo: Lina. La traslación a las tablas de su alianza resultaba, en apariencia, sencilla: ella al micrófono, vestida de riguroso a la par que moderno negro; y él, sentado ante el piano y un juego de sintetizadores. Pero su materialización fue creciendo en complejidad a medida que Lina cantaba con un sentimiento cada vez más profundo y Refree construía un, por momentos, complejo entramado electrónico condimentado por los solemnes golpes de las teclas.
Esa era justamente la fórmula del dúo: el fado llevado a un contexto sonoro alejado y arriesgado que, en lugar de distorsionar o reducir su intensidad dramática, la multiplicaba. El alimento primordial de ese proceso era la subyugante interpretación de Lina, imbuida por el espíritu de Amália Rodrigues, a la que rendía tributo a través del fatalismo amoroso, el arrebato desgarrador, la saudade romántica y el grito callado de la tristeza del fado. Si el halo mágico que rodeó hace dos años la vinculación artística entre Raül Refree y Rosalía fue la antesala de la explosión de la catalana, ¿por qué no puede suceder algo similar con Lina?
Para escuchar en disco la colaboración entre Lina y Refree habrá que esperar al próximo enero. En cambio, del trabajo de Manuel Blanco (voz y guitarras) y Xoán Domínguez (batería y coros) como Blanco Palamera ya tenemos una prueba: su notable debut en largo, “Promesas” (Raso Estudio, 2019), publicado en febrero y que no tardó demasiado en convertirse en uno de los álbumes nacionales más elegantes de este año. Esa finura se conservó en el Sinsal mediante su sofistipop diáfano y emocional, aunque en vivo llegó con mayor empuje gracias a la batería de Xoán, a la que daba contrapunto Manuel con sutiles punteos de guitarra. Las sinuosas melodías y frases de unas piezas de exquisito acabado conquistaron el paseo de los Buxos, empapado de la misma sensualidad que se siente cuando se reproduce “Promesas” en la intimidad.
Hacia el final de la tarde, en San Simón no había espacio para el romanticismo, sino para el entusiasmo. En uno de los típicos desenlaces bulliciosos del Sinsal SON Estrella Galicia, Kyekyeku & Ghanalogue Highlife practicaron una combinación de highlife (el género característico de Ghana, su país natal) y afrobeat que revolucionó al personal. Llegados directamente de Andalucía, no se les notó ni una pizca de cansancio cuando aplicaron sus ritmos frenéticos apoyados en trompetas y una percusión exuberante con las que se metieron al público en el bolsillo desde el minuto inicial. De ahí que tuvieran que conceder un solicitado bis tras recibir una merecida ovación, no sólo por su gozosa música, sino también por haber transmitido su alegría vital.
SÁBADO 27 DE JULIO: Cantando bajo la lluvia
Y bailando, a pesar de que las peores previsiones meteorológicas se habían cumplido. El cielo estaba encapotado y el día nublado y gris, pero se comprobó cómo la audiencia del Sinsal SON Estrella Galicia está hecha de otra pasta: en vez de resguardarse, se concentró frente a los escenarios y no perdió el ritmo del festival, algo que no sucede tanto cuando reina el sol y muchos aprovechan la ocasión para dispersarse por el archipiélago. Así se formó una llamativa procesión de chubasqueros rojos en busca de los sonidos que más calentaban…
Los primeros con los que se toparon fueron los de The Venopian Solitude, que lucharon contra la borrasca armados con una suerte de noise-post-rock tocado en clave malaya.
Parecía que una tormenta caía del cielo… Pero no, salía del escenario San Simón SON Estrella Galicia cada vez que Suiko Takahara se desgañitaba mientras su banda daba fuertes latigazos eléctricos venidos del sudeste asiático. En determinadas fases, The Venopian Solitude recordaban a los surcoreanos Jambinai -presentes en la isla en 2014-, en la enésima muestra de la transculturalidad del Sinsal. En otros tramos se aproximaban al pop, ya fuera adornado por sonidos tradicionales de Malasia, loops vocales o una potente percusión. Uno de los momentos cumbre -y el más inesperado- se produjo con una catártica versión de “Show Me The Meaning Of Being Lonely” de Backstreet Boys. Sí, leen bien: Backstreet Boys. ¿Quién se acordaba de que arreciaba la lluvia?
Nadie, como ocurrió con Gaye Su Akyol en el San Antón New Balance, hasta el punto de que algún atrevido se desprendió del calzado y danzó con sus pies desnudos al son del rock psicodélico con raíces turcas de la artista de Estambul y su grupo. A los que estuvieron presentes en el Sinsal 2018 seguro que les venían a la cabeza Altın Gün… Lógico, ya que ambas bandas comparten una similar visión modernizadora del folk otomano. Eso sí, Gaye Su Akyol se aproximó con más energía al rock (con guiño al “Heaven On Their Minds” de “Jesus Christ Superstar” incluido) que al funk o al pop, por lo que el conjunto podría ser calificado como los Barrabás de Anatolia.
En su caso, tampoco recurre al atávico saz turco, pero sus riffs guitarreros trazaban arabescos que cruzaban tanto las fases de trance (con Gaye dirigiendo el ritual con los movimientos de una colorida capa) como las sacudidas punk salidas de su LP más reciente, “İstikrarlı Hayal Hakikattir” (Glitterbeat Recors, 2018). Dado que la relación entre el Sinsal y la nueva ola turca se está consolidando, desde fantasticmag proponemos que en su siguiente edición se prolongue con Derya Yıldırım & Grup Şimşek.
La conexión del festival con Portugal es notoria desde hace tiempo, de ahí que no resultase extraño que Surma sustituyese a Elom en el cartel. Al principio, la peculiar gesticulación y la aniñada voz de la multiinstrumentista lusa dejaron a más uno descolocado y, segundos después, hipnotizado. Situada entre las coordenadas de Grimes por su interpretación de duende y su performance corporal y de Aries por su manera de confeccionar estructuras sintéticas a base de glitches, programaciones y ritmos troceados, lentamente fue aflorando su propia identidad: musicalmente, a través de un synth / tecnopop de corta y pega, pátina galáctica y tono dreamy; y, personalmente, mediante una adorable timidez que nada tenía que ver con su audacia creativa.
Alguna clase de fuerza rodeaba a Surma, porque la lluvia desapareció con su salida al escenario Buxos Fest Galicia, transformado en un espacio abstracto en el que rebotaban melodías juguetonas, una guitarra gaseosa y un bajo afilado, todo ello bien regado de efectos. El set de Surma fue un auténtico alarde de experimentación con beats y texturas electrónicas que escapó de cualquier tipo de etiqueta.
Después del viaje ultrasónico de Surma, STUFF. volvieron a poner los pies de los asistentes en la tierra. Su arranque anticipaba que el combo belga iba a continuar la costumbre del Sinsal de presentar grupos anclados en un pop minimalista y elaborado como aquel que habían practicado alt-J en su emblemático concierto en la isla en 2012. Pero solo duró un tema, porque su planteamiento se inclinó hacia el jazz alternativo de desarrollo progresivo al que se añadían samples y otros detalles electrónicos. Más que a mover las extremidades -pese a que no les faltaba dinamismo-, las piezas instrumentales de STUFF. conducían a la liberación mental, lo que en plena hora de la digestión y con el sol ya calentando las cabezas supuso caer en una pequeña modorra…
… que desaparecería de un plumazo con Liniker e Os Caramelows en San Antón. Activista transgénero en pro de los derechos del colectivo LGTBIQ, defensora de la igualdad desde su Araraquara natal y representante de la nueva música negra de su país, Liniker tiró de soul clásico con acento brasileño y de su gran voz para realizar un animado canto a la libertad y a la democracia (sin necesidad de mencionar directamente a Jair Bolsonaro, el reaccionario presidente de Brasil…) salpicado de gotas de samba, funk y reggae. La conexión de Liniker con la audiencia fue total, lo que facilitó que las danzas realizadas sobre las tablas (a veces agitadas por el twerking…) saltasen más allá hasta contagiar a todos los espectadores del que, probablemente, fue el concierto más festivo y divertido de los dos días de Sinsal que vivimos.
Teleman tenían la complicada papeleta de continuar con la atmósfera de celebración, aunque en realidad tampoco se les pedía obligatoriamente algo así… Los londinenses fueron otros de los escasos miembros del club alternativo guitarrero en el Sinsal SON Estrella Galicia 2019, cuyo pabellón defendieron con corrección (las bandas británicas difícilmente patinan en directo, ni siquiera si sus miembros están resfriados o cojos), pero sin el suficiente punch para enganchar al 100%. Su tendencia al new wave los metía una y otra vez en el saco de Franz Ferdinand por los moldes de unas canciones que, quizá, escuchadas en otro tipo de festival hubieran calado con mayor fluidez.
A Teleman les habría gustado haber contado con el ímpetu y el brío con los que irrumpieron en el San Simón SON Estrella Galicia Michelle David & The Gospel Sessions, que pusieron el broche de oro al sábado (el domingo se repetiría el cartel nombre por nombre) con su felina lideresa soltando su impresionante chorro de voz, vestida con los ropajes de Tina Turner y Aretha Franklin y rodeada por una solvente a la par que impecable banda. Llevado a cabo a la vieja usanza, su fogoso directo arremolinó a la audiencia en las filas delanteras atraída por un explosivo cóctel de rockabilly, boogie, rock ‘n’ roll, soul, blues, funk y gospel que Michelle entregó con la fuerza de un tornado.
Ya fuera bajo el ardiente sol estival o avanzando contra viento y marea, el Sinsal SON Estrella Galicia 2019 se confirmó un año más no solo como uno de los acontecimientos culturales más importantes del verano en las Rías Baixas, sino también como un festival único dentro del circuito español y europeo.
No importa cuántas veces se haya acudido al Sinsal (en fantasticmag llevamos ocho ediciones consecutivas): la música en San Simón siempre brilla con deslumbrante fulgor; y el propio archipiélago, con su extensa historia, paisaje atlántico y particular microclima, se exhibe como co-protagonista del festival. Hora de cerrar el cofre que guarda el tesoro de otra edición grabada a fuego en la memoria. [Fotos: Iria Muiños] [Más imágenes de los grupos y de ambiente en nuestro Photobucket]