Esta es la historia de cómo un humilde irlandés que iba para carpintero un buen día decidió coger los bártulos y emigrar a Nueva York. Suena a la breve biografía de alguno de los personajes del ladrillazo que es “Gangs Of New York” (Martin Scorsese, 2002) o al pasado del padre de Henry Hill en “Uno De Los Nuestros” (Martin Scorsese, 1990)… pero no. A pesar de que podría dar el pego perfectamente como hombre made in Scorsese adaptado al siglo XXI, Marcus Lambkin (el alma que se esconde tras Shit Robot) no tiene nada que ver con ese universo cinematográfico. El hombre, simplemente, vio que su Dublín natal no era el lugar adecuado para adentrarse en el mundillo de los dj’s y la producción electrónica a principios de los 90, y sabía que sus posibilidades de conseguirlo pasaban por trasladarse a Nueva York. Allí no es que las cosas le hubieran ido de maravilla al comienzo, y se tenía que conformar con pinchar en locales de baja estofa y afluencia escasa. Sin embargo, como suele suceder en este tipo de relatos, la casualidad hace que repentinamente todo cambie y empiece a tomar mejor rumbo. Así, una vez que se había integrado totalmente en la Gran Manzana y ya había logrado una serie de contactos profesionales, Lambkin empezó a componer sus propios temas en compañía de un compatriota suyo, Dominique Keegan, en el mismo edificio donde tenía su oficina principal el sello DFA. Con lo cual, sólo era cuestión de tiempo que los señores James Murphy, Tim Goldsworthy o Jonathan Galkin escuchasen la musiquilla que salía del piso de sus desconocidos vecinos o recibiesen en su puerta al mismo Lambkin. Fuese como fuese, la cuestión es que el irlandés pasó a formar parte de la familia neoyorquina, para la cual fue firmando los maxis “Wrong Galaxy” (DFA, 2006), “Chasm” (DFA, 2007), “Simple Things (Work It Out)” (DFA, 2009) y “I Got A Feeling” (DFA, 2010), repletos del disco mutante, los destellos de neón ochentero y el retro-electro-punk-funk marca de la casa Murphy.
Lambkin ya estaba presto y dispuesto para lanzarse al formato LP, y durante el proceso rescató de esa serie de publicaciones, pensando en su debut en largo (“From The Cradle To The Rave”; DFA / Nuevos Medios, 2010), las dos últimas referencias citadas y la cara B de “Wrong Galaxy” (“Triumph”). Así, “I Got A Feeling” (que nadie la vea como una versión o remezcla de ese éxito ideal para despedidas de soltera/o y politonos de móvil que es la homónima canción de los inefables The Black Eyed Peas) podría considerarse el enganche de este álbum con los beats más actuales gracias a sus sintetizadores electro. Pero conforme avanza se va escapando hacia los 90, sobre todo cuando aparecen las notas de teclado tan características del house de la época. El efecto revival crece con “Simple Things (Work It Out)”, de hechuras similares (ese piano y esa percusión electrónica…) pero más detroitiana, de cuando el techno dejaba de mearse en sus pañales y lo hacía sobre las cabezas de las aves nocturnas de la misma Detroit, Chicago o Nueva York (por cierto, aviso para atrapar a los oyentes de Máxima FM: seguro que les encanta por su relativo parentesco con el “Work It Out” de DJ Disciple). Cierra la terna de cortes conocidos “Triumph”, en el que interviene el propio James Murphy (que ejerce igualmente de productor) dejando su impronta en su tramo final, donde una voz reverberada, que bien podrían aparecer en cualquier disco de LCD Soundsystem, hace crecer y explotar el cierre de “From The Cradle To The Grave”.
Pero toca dirigirse al comienzo del álbum, punto de arranque de los seis temas restantes, considerados como composiciones realizadas ad hoc para este disco y que amplían la paleta estilística utilizada por Lambkin hasta los albores de la dance music en el tránsito de los 70 a los 80. La inicial “Tuff Enuff?” confunde un poco en la primera toma de contacto: la voz filtrada pregunta si se está preparado (se supone que para el desenfreno), aunque la bola de colores de las discotecas ochenteras a las que remite gira lentamente y el teclado new age no incita precisamente al baile. El cual sí se vislumbra en “I Found Love” (nuevo single extraído del álbum), combinación sui generis entre la melodía del “Da Funk” de Daft Punk y las bases de Metro Area. La intervención de Alexis Taylor, líder de Hot Chip (hay que decir que este es un disco con una constelación de estrellas invitadas), en “Losing My Patience”, y su acercamiento a los postulados de Lipps Inc. ayudan a recrear con mayor fidelidad cualquier dancefloor de hace tres décadas, época en la que los pinchadiscos aún no se preocupaban de empalmar los temas en sus sesiones, sonaban hasta el último segundo… Ahí quedaría que ni pintada “Take ‘Em Up”, gran pieza italo-disco (interpretada por Nancy Whang, de LCD Soundsystem) que tanto pica de Giorgio Moroder como de Aeroplane. El asunto empieza a retorcerse (rítmicamente) en cuanto entra en escena The Juan McLean para tirar de “Grim Receiver”, auténtico homenaje a DFA y a sus fundadores, que debieron de relamerse con su desarrollo ascendente y los punteos de guitarra eléctrica casi hard-rock. La guinda la pone “Answering Machine”, pirula psico-disco azotada por violines delirantes de cuyos efectos da buen cuenta la cantante anglo-germana Planningtorock.
Tras completar la revisión de “From The Cradle To The Rave” surge la inevitable pregunta: ¿a quién quieres más, al Shit Robot estridente de antes, con sus 12”, o al de ahora con su primer LP, vintage y más abierto de miras? Si la respuesta es la segunda, habría entonces que eliminar la palabra rave del título porque los tiros no irían tanto por ahí. Seguro que James Murphy prefiere esa cara cargada de maquillaje y laca de su protegido. O más bien, de su padrino, que es como llama Murphy a Marcus Lambkin: el padrino de DFA. Será porque el irlandés luce galones de veterano del sello… o porque al final va a resultar que realmente tiene aire de personaje mafiosillo de Scorsese. Aunque, dado el apodo, estaría más cerca de Francis Ford Coppola.