Hay cineastas que, pese a no tener un discurso propio reconocible ni tampoco una narrativa especialmente elaborada o grandes películas en su filmografía, gozan de una buena situación en la industria del cine, contando con el respeto mutuo (salvo en contadas ocasiones) tanto de crítica como de público. Es el caso de Edgar Wright, director de “Scott Pilgrim Contra El Mundo”. Otro cineasta similar que me viene a la cabeza es Robert Rodriguez; quien, salvando las distancias y al contar con un currículo mucho más amplio, es fácil a día de hoy reconocerle en casi todas las cintas que ha rodado. Wright, al margen de su labor tras las cámaras, es un tipo que cae bien, y el desparpajo que demuestra al abordar los distintos géneros que ha tocado en cada una de sus películas, gusta mayoritariamente. Revisando los anteriores trabajos del director, queda claro que no hay pretensión alguna mas allá que la de entretener y se nota que el hombre se divierte de lo lindo rodando sus peculiares obras. Siempre en clave de humor, Wright ha ido tocando con bastante acierto cada uno de los géneros que le fascinaron en su niñez.
Su opera prima, “A Fistful of Fingers”, le servía como excusa para hacer todo un compendio de referentes en torno al spaghetti western perpetrado por Leone, donde, pese a la precariedad de sus medios y a la austeridad de todo su conjunto, ya se podía intuir a un cineasta con cierto estilo y buen dominio del ritmo. En “Shaun of the Dead”, primera de sus dos películas junto a la pareja Simon Pegg / Nick Frost, aquí estrenada con el ya antologíco titulo de “Zombies Party”, de momento su mejor película, donde hacía un homenaje a todas las cintas de zombies sin desmerecer en absoluto al genero, con momentos tan inspirados como la batalla de vinilos en el jardín o el tramo final en el pub irlandés. Por cierto, nunca dejará de fascinarme la facilidad con la que en este país se destroza, pervierte o descontextualiza ciertos títulos para su posterior distribución, donde parece que importa poco o nada que haya un autor detrás, que se toma la molestia de firmar su obra con determinado nombre, ya que siempre estarán los eruditos de turno que no lo encontraran apropiado, viéndose obligados a pasar por encima de la figura del guionista, haciendo los cambios pertinentes, a veces con funestas consecuencias como en el caso de «La Semilla del Diablo«. En su siguiente largometraje, “Hot fuzz”, aquí estrenada como “Arma fatal” (sic), mostraba todo un catálogo referencial del subgénero de las buddy movies (esas películas de colegas, en este caso, policíacas), donde era fácil reconocer a toda la saga «Arma Letal” o a películas como “Le Llaman Bodhi”. Hay que mencionar todo su clímax final: un canto al exceso que parece sacado de las fantasías más inspiradas de John Woo.
«Scott Pilgrim Contra El Mundo» es la primera pelicula de Wright que no se basa en una idea propia (como sí ocurría en sus anteriores films, coescritos junto a Simon Pegg), sino que toma como base el material escrito en formato de novela gráfica por Bryan Lee O’Malley que, desde el año 2004, ha dado vida a lo largo de seis tomos hasta el 20 de julio de este año, cuando se publicó su último volumen. Son muchas las virtudes de su adaptación al celuloide, empezando por la acertada recreación de todo el universo colorista ya planteado en el cómic, que aquí Wright explora utilizando todos los recursos que tiene a su alcance para deformar totalmente la narrativa cinematográfica convencional, haciendo que su película sea una experiencia única y totalmente merecedora de ser visionada en la mejor sala de cine que uno tenga a su alcance. El salto hacia Hollywood le ha permitido al director poder contar con un presupuesto mucho más elevado que en sus anteriores trabajos, haciendo que aquí se pueda permitir todo tipo de lujos y caprichos.
Durante la proyección, asistimos a un espectáculo de puro artificio en el que nos encontramos pantallas partidas, alteraciones en el formato de la proyección, infinidad de juegos de luces, onomatopeyas que inundan el plano constantemente o (los ya habituales en el cine de Wright) montajes acelerados por el corte inmediato del frame y cámaras lentas. Pese a trasladar varios recursos utilizados en el universo del comic, «Scott Pilgrim Contra El Mundo» también toma como referencia el mundo de los videojuegos (por otro lado, mucho mas arraigado a la cultura popular actual) para presentarnos cada una de las batallas en las que se ve involucrado el protagonista.
El planteamiento de la historia es bien sencillo: Scott Pilgrim, interpretado por el soso de Michael Cera (nunca me cansare de repetir lo insípidas que me parecen cada una de sus “interpretaciones”; y sí, lo pongo entre comillas prque, habiendo visto todas sus películas y alguna de sus entrevistas, es bastante discutible decir que este chico esta actuando cuando se muestra igual tanto fuera como dentro de la pantalla) se enamora perdidamente de Ramona Flowers (encarnada por Mary Elizabeth Winstead, actriz que me robo el corazón desde que la vi en la pelicula “Sky High” y que luego sería chica Tarantino en la reivindicable “Death Proof”). El único inconveniente para conseguir a la chica es que nuestro amigo deberá enfrentarse nada menos que a siete de sus ex novios malvados antes de poder poseerla por completo. La película mantiene una estructura muy parecida a la de los video juegos estilo “Zelda”, donde el protagonista tiene que superar varias pruebas que le irán haciendo crecer en habilidades para, finalmente, derrotar al jefe final y así poder conseguir su tesoro, que en este caso no es otro que la damisela de turno.
El arranque de «Scott Pilgrim Contra El Mundo» es arrollador: se nos presenta a cada uno de sus personajes y el universo en el que viven, estableciendo desde el inicio todas las reglas del juego. En este aspecto, es una película totalmente honesta en la que no hay que buscar ningún tipo de lógica ni discursos profundos más allá de las lecturas acerca de la madurez o crecimiento personal que cada uno le quiera encontrar. El problema del film de Wright es que, una vez expuesto claramente su planteamiento, la fórmula queda totalmente agotada, dando la sensación de que ya no le queda nada más que ofrecer tras ver su media hora inicial. La estructura se hace repetitiva y tediosa hasta el punto de que, cuando uno ya ha visto a Scott enfrentarse al cuarto de sus contrincantes, no puede evitar empezar a mirar el reloj por la total falta de interés que desprende todo el relato. Todo el clímax final esta alargado hasta la saciedad y lleno de excesos, careciendo del buen ritmo que el director había demostrado en la primera parte del film.
Al margen de esto, la película esta llena de momentos brillantes, casi todos en su arranque, destacando especialmente su gran elenco de secundarios, empezando por la prácticamente desconocida hasta día de hoy Ellen Wong (interpretando el papel de Knives Chau, una de las ex novias de Pilgrim). El enfrentamiento con el personaje que interpreta Chris Evans está realmente inspirado; al igual que todos los momentos que Scott comparte con su compañero de piso interpretado por Kieran Culkin, quien compone un papel homosexual totalmente alejado de los clichés habituales en el cine hollywoodiense. Hay que hacer también una mención especial a la maravillosa Anna Kendrick, que aquí interpreta a la hermana de Scott, aunque el personaje esté totalmente desaprovechado. Y no me olvido de Jason Schwartzman, actor que siempre me permito criticar abiertamente, primero porque me parece malo y segundo porque para defenderle ya están los modernos de gafas de pasta, que le bailan cualquier memez en la que aparezca.
Resumiendo, «Scott Pilgrim Contra El Mundo» no es una mala película, en absoluto. Es un divertimento al que no hay que buscarle nada mas, básicamente porque no hay nada que encontrar, y mucho menos para los espectadores que sean un poco exigentes o que no se dejen abrumar fácilmente por artificios de feria de pueblo… Aunque hay que reconocer que la experiencia merece la pena.
[Alex Aviño D’acosta]