Cada día es más habitual en el mundo de la música el surgimiento de grupos paralelos a las formaciones teóricamente principales y que, poco a poco, van adelantando posiciones entre las prioridades que los miembros les dedican… e incluso superando en éxito a las originales. Varios ejemplos han pasado ya por Fantastic Plastic Mag: Shearwater (que poco a poco ha ido superado a Okkervil River) o The Depreciation Guild, que si bien con su “Spirit Youth” no se acercaban a The Pains Of Being Pure At Heart, sí que ofrecían una alternativa real a ese sonido. Los últimos en llegar, aunque no sean nuevos en ello ya que se trata de su segundo álbum, son los americanos School Of Seven Bells, curioso nombre que proviene de una mítica academia de carteristas suramericana. Un trío originario de New York en el que participan Benjamin Curtis de The Secret Machines, y las hermanas Dehez, anteriormente tocando en On! Air! Library!
Se conocieron durante un concierto de la gira de Interpol, banda a la que teloneaban, y a partir de ese momento decidieron dedicarse preferentemente a este nuevo proyecto que tuvo su primera entrega con “Alpinisms” (Ghostly International, 2008), un sorprendente debut lleno de canciones tan oscuras como dinámicas en el que se acercaban descaradamente a los postulados de bandas como Siouxsie and The Banshees o Cocteau Twins: tupidas capas de pop apoyadas en sintetizadores… Lo que siempre se llamó y tan de moda está ahora: dream-pop. Dos años después y tras la correspondiente gira de presentación de su primer disco, SVIIB vuelven a ser noticia con el lanzamiento de este “Disconnect From Desire” (Vagrant / PopStock!, 2010) que viene a ser algo así como una cuidada secuela en la que, si bien no se aprecian visos de profunda evolución, sí que se distinguen composiciones un poquito más directas y alegres, dicho sea de paso.
Comienza el disco con la pegadiza “Windstorm”, que condensa en casi cuatro minutos todo lo que estos chicos son capaces de ofrecernos en las diez canciones que han grabado: beats electrónicos y bailables, experimentación, preciosos coros, algo de épica y la palabra clave que destaca por encima de todo: pop. “Dust Devil” y “Heart is Strange” no se salen de esa acertada línea melódica; y en el ecuador del trabajo aparece “Babilonia”, una canción “Cocteau Twins total” más que correcta, en la que los coros de las gemelas van trepando capa a capa hasta elevarse por encima de todos los riffs. La primera parte de “Disconnect From Desire” no está nada mal. El problema viene después, cuando las canciones empiezan a alargarse innecesariamente para no conseguir nada que no hubiesen logrado previamente en 3 o 4 minutos. Así, “Joviann” o “Bye Bye Bye”, que no son para nada malos temas, no llegan a rallar al nivel de las anteriormente comentadas. El otro inconveniente al que tienen que hacer frente todos estos grupos es al dilema de aligerar su propio sonido o no, decisión que puede ser contraproducente, ya que tanto pueden sonar más sólidos como dar la sensación de dejar inacabadas sus estructuras. Sin embargo, esto no les supone un problema a School Of Seven Bells, quienes en esta ocasión no tienen ninguna dificultad para encontrar ese equilibrio, a diferencia de lo que les ocurrió en un “Alpinisms” en el que puede que pecaran de novatos en el género.
Quizás ayude a entender un poco el sonido el hecho de que, en el tiempo que separa los dos dsicos, la banda ha teloneado a White Lies, Blonde Redhead o Bat For Lashes, aunque puestos a buscar formaciones similares me decantaría por el shoegaze de M83, por los modernacos de The Big Pink o por el pop de sintetizador de los también neoyorkinos The Depreciation Guild, con el añadido de unas acertadas voces femeninas siguiendo a las complicadas melodías que estos School Of Seven Bells plantean. “Disconnect From Desire” no está nada mal, pero sí que puede pensarse que este trío está recibiendo más atención de la que merece por parte de la crítica especializada, ya que ni ofrecen nada nuevo (como hicieron, por ejemplo, The xx hace no tanto) ni superan a las bandas más veteranas del género, aunque sí que son capaces de despachar un buen disco con el que dejan el futuro del dream pop más que asegurado. Nuestros adorados Candy Claws serán los siguientes.