«Safari Honeymoon» de Jesse Jacobs te obligará a cambiar la forma en la que miras el mundo… ¿Y si lo que crees primitivo fuera en verdad el futuro?
Hace poco más de un año, yo mismo escribía lo siguiente a tenor de la publicación de «Por Sus Obras Le Conoceréis» de Jesse Jacobs en nuestro país: «Contra la visión de que todo ha sido creado para que nosotros seamos el centro, Jacobs presenta una historia en la que sólo somos un error, un virus destructivo pensado para llevar hacia el colapso una obra bella y armónica«. En aquel cómic, el autor presentaba un fascinante juego del ajedrez cósmico cuyo tablero estaba formado por hipnóticos arabescos de seres interestelares ante los que era imposible no caer seducido. Sobre ese tablero de ajedrez, un aprendiz de Dios creaba a unos Ani-males que son pura armonía, mientras que su envidioso rival introducía los Hu-manos como elemento de entropía que rompa el equilibrio y conduzca el conjunto hacia la implosión y la destrucción.
Es curioso considerar, entonces, que el nuevo cómic de Jesse Jacobs, «Safari Honeymoon» (editado en nuestro país de la mano de La Mansión en Llamas, igual que el anterior trabajo de este autor), plantee algo así como la respuesta natural a «Por Sus Obras Le Conoceréis«… En esta ocasión, el cómic sigue a una pareja que ha elegido un peligroso safari para celebrar su luna de miel. En sus aventuras les acompaña un guía que tiene un lengua parasitaria (o simbiótica), que es un verdadero chef en la cocina y que se conoce un entorno bello pero mortífero en el que, tal y como advierte al principio del cómic, todo lo que existe tiene una cualidad común: es venenoso.
Esta especie de selva está retratada a la manera de Jacobs: si en su anterior libreto la hipnosis venía provocada por las imaginativas figuras cósmicas, aquí es la Naturaleza la que se revela con caras tan fascinantes como inquietantes. En las primeras viñetas, un extraño ser mezcla de pulpo, araña y pesadilla darwiniana se desliza fuera de su madriguera para acabar atacando a los protagonistas. Será tan solo la introducción de una flora y una fauna que Jacobs ilustra con las delicadas maneras de un taxidermista construyendo su propio tablón de animales y plantas raras.
El retruécano final es que, a diferencia de los taxidermistas habituales, el tablón de Jacobs es un ser en sí mismo. Profundizando en esa capacidad que el autor tiene para presentar el cosmos como un sistema armónico en el que diferentes partes independientes pueden formar parte perfectamente (y forman parte perfectamente) de un nuevo cuerpo de mayores dimensiones, la selva de «Safari Honeymoon» es un ser vivo despiadado cuyo único empeño parece ser acabar con los protagonistas… Hasta que se revela que, durante todo ese tiempo, su verdadera intención ha sido más bien asimilarles e integrarles en la armonía imperante como un elemento más del cuerpo natural.
Esta realidad final viene impulsada por un continuo y elocuente juego de antagonistas. Por un lado, el hombre de la pareja protagonista lanza continuos comentarios sobre su poder adquisitivo elevado, sobre lo que ha pagado por el safari y sobre las protestas que piensa interponer al volver a la civilización. Por el otro, unos «monos de la selva» observan todo lo que va ocurriendo desde la impasible distancia soportando el desprecio del guía, quien los califica de seres primitivos. La mujer de la pareja protagonista será la encargada de descubrir que lo primitivo es todo menos primitivo: es más bien demasiado evolucionado como para ser entendido por los hombres.
«Todo, a su debido tiempo, se reduce a su estado más primitivo«. Y lo primitivo es, en resumidas cuentas, lo más evolucionado: la armonía con una Naturaleza que solo parece implacable cuando no la entiendes, cuando vives de espalda a ella y la observas por encima del hombro pensando que lo entiendes todo cuando en verdad no entiendes nada. Al fin y al cabo, en «Por Sus Obras Le Conocerás» Jesse Jacobs retrató al ser humano como fuente de entropía, mientras que en «Safari Honeymoon» parece entregarnos las claves para poner fin a esa entropía y volver al redil, a lo natural, a lo primitivo (que en verdad es el futuro). [Más información en la web de Jesse Jacobs y en la de la Mansión en Llamas]