He de reconocer aquí y ahora que dudo profundamente que exista este año alguna otra actuación que me impacte más que la que ofrecieron Röyksopp y Robyn en el pasado Sónar 2014: sobre el escenario del festival barcelonés, los suecos demostraron una comprensión magistral de lo que ha de ser un espectáculo musical en el siglo 21. La progresión fue perfecta y el show demostró una capacidad sublime para reinventarse sobre la marcha, para no dejar de sorprender, para no otorgar ni un segundo de descanso; una capacidad que casa a las mil maravillas con el déficit de atención y la adicción a las fuertes intensidades de la vida post-moderna. No es de extrañar entonces que, al anunciarse que habría un nuevo disco de Röyksopp, lo primero que se me pasara por la cabeza es que el dúo se aplicaría sus propias enseñanzas dentro del estudio para crear algo nuevo y desafiante.
A ese respecto, «The Inevitable End» (Arts & Crafts, 2014) se abre de forma pluscuamperfecta: «Skulls» entra a quemarropa, con un bombo hipnótico, una cadencia rítmica de viaje en coche hacia el fondo de la noche y con una voz espectral que es la mejor invitación que vas a recibir en mucho tiempo: «If you wanna ride with us tonight / We will be the love you’ve always wanted / We will be the fire in your blood / We will be the vice of your desire / We will be salvation in the flood / We will be the arms that lift you up and / We will be the hand that strike you down / We will make you scream our name forever / We will make you go another round…«. A continuación, «Monument» ofrece nueva visión (más enfocada a la pista de baile) del corte que ya pudimos escuchar en el EP compartido con Robyn: algo así como si el «Monument» original se mezclara con «Sayit«. Y, a partir de ahí, una calma absoluta que sabe a «intro»: «Sordid Affair» parece una revisión de «Poor Leno» en clave amorosa, y «You Know I Have To Go» es una de las baladas rompecorazones que llevará hasta las lágrimas a aquellos que crecieran con The Blue Nile o con las bandas sonoras de Craig Armstrong.
Lo dicho: sabe a «intro», a principio del camino mientras vamos cogiendo velocidad, ¿verdad? Sin lugar a dudas, estos cuatro temas iniciales hacen pensar que vamos a asistir a un viaje planificado a la perfección por Röyksopp: ellos nos preguntan «if we want to ride«, y nosotros respondemos que sí, que «ride» hasta la muerte. Pero, desgraciadamente, a partir de aquí «The Inevitable End» se convierte en una experiencia heterogénea con sus altos (los más) y bajos (los menos): los temas de electro-pop de vocación danzable son tan marca de la casa Röyksopp que se acaban confundiendo los unos con los otros, sin llegar a destacar del todo. Curiosamente, los cortes que consiguen sorprender y quedarse en la memoria retentiva son «Here She Comes Again» y «Compulsion«, ambos con el acompañamiento vocal de Jamie Irrepressible: en ellos, Röyksopp consiguen cerrar el círculo que WhoMadeWho y Thomas Barfod llevan varios discos intentando completar. Y suenan brillantes. Suena muy brillantes.
Ahora bien, que suenen brillantes en algunos cortes es algo a lo que estamos acostumbrados en la carrera de unos Röyksopp que jamás han dado un paso en falso. Así que, al llegar al final de «The Inevitable End«, queda a la vez una sensación de frustración y de añoranza: el último corte, titulado «The End«, vuelve a hacer resurgir la idea de que este podría haber sido el viaje definitivo… Pero se impone la realidad: Röyksopp han anunciado que, aunque seguirán haciendo música en otros formatos, este será su último álbum (en forma LP, se entiende). Al fin y al cabo, puede que sea la decisión más acertada. De nuevo, los suecos han comprendido de forma preclara una actualidad en la que el formato álbum no tiene ningún sentido: pocos son los artistas con capacidad y arte suficiente para darle sentido a todo un álbum y, definitivamente, la gente ya no escucha discos, sino canciones sueltas en un salto especular hasta el infinito y más allá siguiendo el «artistas similares» de Spotify. Así que sí: «The End» al formato «álbum», pero es una pena que Röyksopp no hayan aprovechado este «The Inevitable End» para, como ya hicieran con el formato «directo», sublimarlo y adaptarlo al nuevo milenio.