El sentimiento de comunidad es importante dentro de «El Sueño Fantasma», el nuevo disco de RIPOLL del que el artista nos habla en primera persona.
Con mirada realista, un marcado pulso emocional, fuerte conciencia política y vena combativa. Naturalmente auténtico, despojado de imposturas mercadotécnicas y armado con un afilado verbo. Así se define RIPOLL, el proyecto de David Ripoll después de haber pertenecido a bandas variopintas como Hazte Lapón, El Pardo o Alborotador Gomasio, paso que decidió dar empujado por “cortarme el pelo como Kim Jong-un, que disimula la alopecia y da autoridad. Que la democracia está bien para un rato, una primavera en la juventud, pero luego lo que atrae es mandar. Y si lo que puedes hacer es mandar sobre tus amigos, mucho mejor”.
Antes esas palabras, debemos admitir que David también va sobrado de sentido del humor. Y, si saltamos al plano estrictamente sonoro, de firmes convicciones musicales, como demostró en el EP “Marinero Sentimiento” (Lunar Discos, 2023), su debut… ¿en solitario? Él mismo matiza este detalle: “En esto de RIPOLL me siguen aguantando amigos con los que ya he compartido grupos en años anteriores. De RIPOLL forman parte Francisco Jiménez (batería) y Juan Pedro Gálvez (bajo) -a los que conozco de mi etapa en Viaje a Sidney-, Manuel Dacosta (guitarra) -de los buenos de Gente Terrible– y Miguel Breñas como productor, con el que compartí unos cuantos años en Alborotador Gomasio y otros tantos en El Pardo y Hazte Lapón. En realidad, lo que más me sigue gustando en el mundo es tener un grupo: ser cuatro o cinco personas que se acompañan de una forma o de otra, con una misma idea de la que todos se sienten partícipes, compartir tanto las grabaciones de las canciones como los directos… No me sale hacerlo de otra forma, así es cómo estoy cómodo. Sin ellos me aburriría como un chimpancé”.
Con lo cual, hablemos de RIPOLL en plural, porque cuando se publicó “Marinero Sentimiento” nos habíamos quedado con la idea de que se trataba de una aventura individual. Aquella ópera prima contenía solo cuatro canciones, aunque deslumbrantes y poderosas, que se movían con fluidez entre la lírica envenenada y la ensoñación nocturna. Tan redondas eran esas piezas que volvieron a aparecer en el primer largo de RIPOLL, “El Sueño Fantasma” (Lunar Discos, 2024). Con todo, no hay que achacar esa repetición a la pereza de David, sino que tiene una explicación: “El disco se grabó en su conjunto y del tirón en su parte decisiva. Hubo mucho trabajo previo con Miguel Breñas en las grabaciones de Madrid, quien se encargó de todos los arreglos y fue decisivo en el buen resultado final”.
Después, el proceso empezó a coger otra velocidad: “Una vez en el estudio, volvimos un poco loco a Borja Pérez, el productor, porque fue remezclando las sucesivas versiones de las canciones según iban surgiendo cambios o según aparecían las colaboraciones. Además, fue el responsable de equilibrar si queríamos darles más espacio a las guitarras, ir más hacia Fontaines D.C. o The Last Shadow Puppets o, a veces, a la parte de querernos parecer a Los Rodríguez. Un poco de esquizofrenia que él supo conducir y manejar con mucha soltura, como había sucedido en “Marinero Sentimiento”, en el que mezcló de manera muy natural esas dos vertientes. Desde el principio, el disco estaba concebido para que todas las canciones formasen parte de algún modo de la temática general de “El Sueño Fantasma”.
RIPOLL consiguen en “El Sueño Fantasma” que se combinen a la perfección el fulgor del pop y la energía del rock gracias a “las paellas de Borja Pérez”. Pero, más allá de los efectos de esas mágicas habilidades culinarias, David y amigos demuestran en el álbum su pericia para facturar melodías cegadoras, como sucede en “Humo y Heridas” y “Episodio Nacional” (la cual, al mismo tiempo, enseña la cara más épica de RIPOLL); hacer que una línea de teclado dé brillo a “Historia Universal” y se pegue al cerebro; y mostrar brío rítmico sin que la luminosidad decaiga, caso de “Luna Rosa” y “El Sueño Fantasma”.
Aunque la palma se la lleva la exultante “Septiembre”, un hit en potencia que debería atrapar a cualquier amante del indie-pop y en el que se escucha a Olaya de Axolotes Mexicanos. Una colaboración que refleja la flexibilidad de RIPOLL, que contaron con otros invitados para expandir el carácter de “El Sueño Fantasma”. David nos habla de ellos y, aprovechando la ocasión, desgrana otros aspectos de un disco que engancha sin compasión.
“El Sueño Fantasma” en palabras de RIPOLL
LAS COLABORACIONES. En primer lugar, tengo que dar las gracias a todos y a todas las que se han ofrecido para ayudarme a sacar el disco adelante, grabando voces o instrumentos en muchas de las canciones. Aparte de los nombres que aparecen en las colaboraciones, tengo que agradecer a Alberto Robla (Alborotador Gomasio, Puzzles y Dragones) y a Begoña Casado (Cómo Vivir en el Campo) el haberse prestado para grabar coros en muchas de las canciones; a Alfonso Moreira por los arreglos de violín; a Álex (Junio), por su riff en “Insomnio”; y a Borja Pérez (Yawners, Confeti de Odio) por hacer que todo suene en su sitio con la mezcla y el mastering y por nuestras conversaciones sobre El Último de la Fila.
Con Frankie, la colaboración se me ocurrió porque la letra de la canción en la que participa, “Historia Universal”, cuenta con un guiño al tema “John Wayne” de Los Enemigos. El grupo de Frankie, Camellos, tiene una colaboración con Josele Santiago y de ahí que me pareciera gracioso que fuera él quien cantase la parte de John Wayne.
En el caso de Olaya, de Axolotes Mexicanos, siempre he admirado el carisma de auténtica estrella del pop que desprende desde que la vi por primera vez en un concierto. Es de esas personas que tiene un imán para que el público la siga cuando está encima de un escenario. Creo que uno de los mejores estribillos pop que tiene el disco es el de “Septiembre”, así que pensé en ella inmediatamente para que grabase su voz en esa parte de la canción.
Sobre “Marinero Sentimiento”, aparte de lo que ya conté antes, debo añadir que se barajó como nombre para el disco. Finalmente, fue el nombre de nuestro primer EP. En muchas canciones de El Pardo, Raúl Querido y yo teníamos esas partes a doble voz, él hablando y yo gritando de fondo, como así sucede en las estrofas de esta canción. Así que, en este caso, salió de la manera más natural.
El tema en el que colabora Algora, “Humo y Heridas”, es probablemente el más melódico de todos los que hay en el LP. Creo que la voz de Víctor encaja como un guante en una canción de este tipo y hace claramente que sea mejor.
LAS INFLUENCIAS MUSICALES. En los grupos en los que he estado tocando anteriormente, teníamos puesto el foco en las bandas clásicas del indie en castellano y en las del rock americano de los 90, como Dinosaur Jr. o Superchunk. Eso se nota en las canciones más directas del disco, como “Septiembre”, “Historia Universal” o “El Sueño Fantasma”. Pero también he explorado una parte un poco más íntima en la forma de escribir las letras, escuchando a autores como Rafael Berrio, Alberto Montero o Nacho Vegas.
En ese sentido, creo que el disco adquirió un desarrollo distinto respecto a la introducción de arreglos más clásicos -de cuerda, trompetas- y al protagonismo de las guitarras. Quizá esto se deja ver con mayor evidencia en canciones más confesionales y de radiografía social, como “Insomnio”, “Episodio Nacional” o “Podemos Seguir”.
Además, desenterré recuerdos del rock en castellano que había metido en el cajón con el paso de los años y que tienen su huella en el disco -en “Podemos Seguir”, “Marinero Sentimiento” o “Tienen que Arder”-, como Los Rodríguez, Calamaro, El Último de la Fila, Ilegales o Los Enemigos. También hemos puesto mucho el ojo en arreglos de bandas como Love, The Damned, Fontaines D.C. o The Last Shadow Puppets. Y luego está el guiño ochentero en “Luna Rosa”, que pretende tener tintes de grupos como La Dama se Esconde o The Smiths.
LAS INSPIRACIONES EXTRAMUSICALES. El disco está concebido en torno a la idea de sustentar la resistencia ante el desencanto que nos puede generar la incertidumbre del día a día con respecto a las amistades y a las personas que te acompañan en la vida. Quizá la mayor inspiración del disco sea justamente esa idea de ir codo con codo con las personas a las que quieres para poder seguir, como dice “Podemos Seguir”, y estar atentos a lo que sucede a nuestro alrededor. Es algo que afecta a nuestras relaciones familiares, de pareja o en el ámbito laboral, por lo que hay que cuidar esa red comunitaria que puede hacernos sobrellevar mejor el peso que nos cargan desde arriba.
Hace años que vivimos en un ambiente hostil y de descrédito del concepto de hacer comunidad, situación que genera discursos tremendamente individualistas que hacen que crezca nuestra sensación de fatiga y de soledad sobre la proyección de un supuesto futuro que habíamos imaginado pero que no termina de concretarse. De ahí un poco el título de “El Sueño Fantasma”, esa especie de idea de futuro pasado que ya no nos pertenece y que nos hace dudar de si en algún momento fue algo verdaderamente real o de si siempre fue un mero espejismo.
Los tiempos de una narrativa propia invitan a un ritmo menos frenético que el que lleva una banda, y eso ayuda a que haya algo más de espacio para la introspección a la hora de elaborar tu relato personal. Pienso que he conseguido que se vea mejor y de manera más clara lo que quiero transmitir en lo que cuento en RIPOLL con respecto a otras etapas mías anteriores.
LA ANÉCDOTA. Las últimas sesiones de grabación fueron en Ávila y en ellas contábamos con un solo amplificador de guitarra. Por supuesto, todo lo malo que pueda pasar acaba pasando, y el amplificador se nos rompió el primer día. Raúl Querido, que nos acompañó en las grabaciones, tuvo que terminar haciéndose Madrid-Ávila / Ávila-Madrid para poder traernos un amplificador de guitarra que sustituyera al que inicialmente llevamos. La auténtica tractorada.
LA PARTE MÁS FÁCIL Y LA MÁS DIFÍCIL. La más difícil: las letras, que siempre las dejo para el final y se me hace una auténtica tortura tener que escribir las canciones así, de una. La más fácil: ir a mesa puesta con los arreglos grabados por Miguel Breñas, decirle lo que quería que sonase en cada canción y no tener que sentarme a grabar ni una sola de las notas que no fuesen las guitarras que yo grabé. A ver si le regalo un christmas o algo por Navidad.
Como se ha podido comprobar, “El Sueño Fantasma” no solo captura los pensamientos y sentimientos de David Ripoll, sino también las sensaciones que genera la convulsa y compleja época en la que nos encontramos inmersos. De ahí que haya que prestar mucha atención a lo que nos dice David en sus canciones… Sin embargo, en este punto nos deja una respuesta para la posteridad:
¿De qué manera te gustaría que llegasen y se interpretasen los mensajes de las canciones de «El Sueño Fantasma»? De la forma opuesta en la que se interpretan los mensajes de Arde Bogotá. [Más información en el Instagram de RIPOLL] [Escucha «El Sueño Fantasma» en Apple Music y en Spotify] [RIPOLL presentarán “El Sueño Fantasma” el 22 de marzo en la sala Cadavra dentro de la programación del Bee Week Fest]