IGLOO / Ø4. El Conjunto Vacío. En la superpoblada escena del pop-rock nacional que se considera alternativo y que se presenta con ínfulas de independencia (aunque luego maneje buena parte de sus hilos alguna discográfica de las grandes), al final se acaban imponiendo los nombres de mayor veteranía que verdaderamente han seguido un itinerario alternativo y cuya independencia (sobre todo creativa) ha sido contrastada con pruebas a lo largo de su trayectoria. Entre ellos se encuentran los gallegos Igloo que, desde su estreno con el LP homónimo “Igloo” (Junk, 2005), han desarrollado una carrera en constante progresión (especialmente los últimos cuatro años) hasta alcanzar su dulce momento actual gracias a “Ø4. El Conjunto Vacío” (Ernie, 2013). Un álbum de estética cuidada e interactiva (el comprador del CD debe pegar, literalmente, sus carátulas) que muestran a unos Igloo incisivos cuando aprietan el pistón (“Halloween vs. Samaín”, “Todo” -ambas con una percusión de acero- o “Sinatra”) y certeros en la construcción de melodías adhesivas (“Han Solo”, “La Máquina de Fabricar Relámpagos”), aunque relativamente menos inspirados cuando les corresponde ejecutar los consabidos medios tiempos y tramos baladísticos (“Todos los Días Amanece”, “Canción Para el Fin del Mundo”). Aún así, Igloo han despachado un disco que se mueve por encima de la media (musical y líricamente) y del que habrá, tal como afirma el grupo y por el simbólico hueco que se le deja en el estuche del CD, una segunda parte que debería llegar en 2014. [Jose A. Martínez]
