[dropcap]83%[/dropcap] ARCADIA / Ramona Lisa. “¡Ella! ¿Quién me dice si era ella?” Pues ya te lo digo yo, Alejandro, no sufras. Sí, es ella. Ramona Lisa es ni más ni menos que el alter ego de Caroline Polachek. La mitad más visible y audible de Chairlift, autores del -a mi juicio- mejor disco de 2012, aquella joya de pop incoercible llamada “Something” (Columbia, 2012), emprende carrera en solitario (y, esperemos, en paralelo) con este a priori desconcertante proyecto. Y es que poco o nada tiene que ver el sonido al que nos tiene acostumbrados el dúo neoyorquino a través de trabajos como el mencionado “Something” o su debut “Does You Inspire You” (Kanine, 2008) con la propuesta armónica de este también a su manera precioso “Arcadia” (Terrible, 2014), definido por la misma Polachek como “música electrónica pastoral” (abro paréntesis: si la definición perfecta del álbum ya nos la da su propia autora, ¿qué c*** hago yo aquí?).
Conceptual en su concreción, nada en “Arcadia” hace pensar que su génesis tiene lugar en el portátil de la talentosa Caroline, por cuanto su caudal sonoro es tan abrumador como riquísimo en detalles. Ciertamente, en “Arcadia” afecta más el cómo que el qué. Los temas que lo componen parecen estar al servicio de la atmósfera inducida (oigan la majestuosa apertura con la titular “Arcadia”, la bonita nana “Wings Of The Parapets” o la tensa “Avenues”). Dicho esto, no debemos pensar que estamos ante un disco-sin-canciones al uso. Ahí están el pop brillante de “Dominic”, bellísimo e imposible hit apoteósico en su pereza, la preciosa y etérea “Izzit True What They Tell Me”, o “Backwards & Upwards”, quizás el tema más cercano al legado Chairlift, con una sección rítmica en claro primer plano. Quizás lo que cuenta finalmente aquí, como en todo, es cuánto es capaz de trascender en vida una obra. Y Caroline Polachek ha vuelto a hacerlo. Ahora son otros los elementos que envuelven su prodigiosa voz (de verdad, no es de este mundo) y son otros los propósitos que Ramona Lisa busca con este insinuante doppelganger artístico, pero el resultado vuelve a ser cosa mágica, ambrosía semicorpórea, exquisito en definitiva. [David Martínez de la Haza]