Adoradores de los 90, dejad de buscar vuestra zapatilla pluscuamperfecta para esta temporada y echadle un vistazo a la nueva Reebok Aztrek OG.
Los 90 nos vuelven locos. Y eso es así. No podemos negarlo, porque negar esto sería como negar que nos gusta el chocolate, el sexo o el sexo con chocolate. Pero hay que andar con cuidado y no confundir el tocino con la velocidad: los 90 nos chiflan porque fue una época de colorinchi ravero, siluetas oversize, maximalismo estético y looks desenfados. Lo que también ocurre es que, en muchas ocasiones, detrás del colorinchi overdrive de aquella década hubo verdaderas revoluciones tecnológicas en lo que a moda se refiere. Y eso tiende a olvidarse con una facilidad que resulta pasmosa y peligrosa.
Por eso resulta tan interesante que la nueva locura de Reebok haya sido recuperar de su catálogo histórico una zapatilla como la Aztrek OG, que fue ideada en 1993 por el icónico diseñador de sneakers Christian Tresser. Y es que, de entrada, las pintas de esta Reebok Aztrek OG no podría ser más gozosa, con una silueta de altura magnánima, con un upper blanco que contrasta deliciosamente con el branding negro, con detalles reflectantes 3M y también con partes vibrantes de malla, además de incorporar la tecnología Hexalite que nos hizo perder el culo en los 90… E incluso en las décadas que vinieron después.
Hasta aquí, bien. La silueta, fetén. Los colorinchis, fabulosos. Pero nadie debería obviar que lo que realmente pretendía Tresser, tal y como ha declarado recientemente con motivo del lanzamiento de la Reebok Aztrek OG, era desafiar las convenciones del calzado deportivo y forzar los límites establecidos un poquito más allá: «Simplemente trataba de ser intuitivo y descubrir hasta dónde podía llegar con mis diseños«. Y resulta que sus diseños llegaron tan lejos como para que, hoy por hoy, desde Reebok hayan decidido recuperar esta Aztrek OG y regalarnos la que, sin lugar a dudas, va a ser la zapa estrella de la temporada para los adoradores de los 90.
Más información en la web de Reebok.