Con una pandemia por medio, Ramirez Exposure vuelve con su mejor disco hasta la fecha: «Exit Times». Y por eso le entrevistamos en profundidad.
La historia de Víctor Ramírez podría ser la soñada por cualquier persona que decide emprender una aventura en el negocio de la música. Para empezar, se enroló desde muy joven en su primer grupo, Oh Libia!, que contó con la producción de Ken Stringfellow (The Posies). Posteriormente, dio el salto en solitario con su apellido como alias artístico y colaboró con experimentados colegas musicales, Jorge Tórtel y Remi Carreres, en Coleccionistas. Y, para poner el listón en todo lo alto ya rebautizado como Ramirez Exposure, grabó y tocó dentro y fuera de España con ilustres nombres de la talla del mencionado Stringfellow, Marc Jonson, Brian Young (The Jesus And Mary Chain, Fountains Of Wayne) y Richard Lloyd (Television). Y no hay que olvidar, claro, los discos que publicó a lo largo de esa trayectoria: “Book Of Youth” (Demian Records, 2015) y “Young Is The New Old” (autoeditado, 2017).
Pero, ¿qué ocurre después de vivir experiencias de ese calibre? Que vienen los golpes de realidad, como si no hubiera derecho a seguir cumpliendo deseos. Son los rigores de nuestro tiempo: a la vez que el amor es cada vez más líquido, las ilusiones se van diluyendo ante las presiones materialistas. Llegado a ese complejo punto en el que surgen los dilemas y se enfrentan los anhelos con el pragmatismo, Víctor encontró su lugar en un hospital ataviado con el uniforme de celador, ropa que se quitaba al llegar a casa para volver a ponerse en la piel del músico que nunca había dejado de ser. Pero su manera de enfocar el proceso creativo tuvo que variar por culpa de la crisis que puso a toda la sociedad del revés y metida entre cuatro paredes: la pandemia del coronavirus. Sin embargo, lo que para otra persona hubiera supuesto una pesada losa difícil de aguantar, en el caso del valenciano significó abrir una novedosa puerta en su manera de componer.
En tales circunstancias se desarrolló el trabajo que dio como fruto «Exit Times» (Lovemonk, 2021), tercer álbum de Ramirez Exposure, quien se estrenaba en las labores de la autoproducción. Con una grabadora multipistas siempre a mano y cobijado en su hogar, Víctor moldeó un disco que conserva incólume su espíritu musical, enraizado en el pop guitarrero de trazas clásicas. Eso sí, a pesar de las obligatorias restricciones, volvió a contar con la ayuda de Ken Stringfellow y Brian Young para perfilar y completar «Exit Times», repitiendo parte del modus operandi seguido en su predecesor, «Young Is The New Old».
Aprovechando la coyuntura, Víctor amplió la paleta cromática de su habitual pop, independientemente de que se le cuelguen las etiquetas ‘sunshine’ o ‘power’. De esta forma, en «Exit Times» se escuchan teclados multicolor, se aprecian algunas melodías vaporosas y, en determinados tramos, se relaja el pulso rítmico hasta distinguir la cara más sugestiva de Ramirez Exposure, que asoma en paralelo a las piezas luminosas y burbujeantes tan características del valenciano. Aquí, efectivamente, es oro todo lo que reluce. Pero bajo esa pátina dorada se extienden unos versos que no se acompasan necesariamente con esa efusividad. De hecho, las palabras de Víctor no rehúyen la ironía ni la crítica sobre el mundo a la deriva que nos ha tocado soportar.
Está muy bien tener ideales, pero la vida nos enseña que no podemos hacer demasiadas florituras con ellos… A no ser que te llames Ramirez Exposure y lidies con esa resignación entregando resplandecientes canciones.
Han pasado cuatro años desde tu anterior disco, “Young Is The New Old”. ¿Por qué te tomaste ese tiempo hasta llegar a “Exit Times”? Sí, han trascurrido cuatro años… Aunque, en 2018, hice la gira con Richard Lloyd y Marc Jonson. Ese sería el final de aquella etapa, pero no estuve muerto durante ese período: hice otras cosas, más giras, alargando un poco la vida de “Young Is The New Old”. Es verdad que, tras aquella época, me estalla la cabeza, después de la experiencia tan enriquecedora de haber conocido a Richard y de haber tocado con Marc. Realmente, había sido todo como un sueño para mí: grabar un disco en Estados Unidos y hacerlo con gente a la que admiro. Lo que sucede cuando cumples los sueños es que te das cuenta de que no eran para tanto.
¿Quieres decir que, una vez cumplido el deseo, desapareció la motivación que te llevó a conseguirlo? No exactamente, sino que te lo tomas con serenidad. Antes era muy mitómano, de observar a la gente a la que admiro como inalcanzable. A Marc Jonson lo veía como una persona fuera de la norma, algo que siempre me ha atraído mucho. Pero no veía que él y otros podían ser igual de capullos o igual de majos que cualquier hijo de vecino. Cuando conoces a la gente así, lo normalizas todo más. Para mí fue muy importante, porque me hizo ser consciente de cómo me siento con respecto a la música: soy un creador más, he desarrollado una trayectoria que es mía y personal, fruto de mi trabajo y de mi sacrificio, algo que me ha costado mucho llegar a entender a lo largo del tiempo. Nunca he tenido una autoestima suficiente para valorarme adecuadamente a la hora de defender lo que hago. Ahora noto que eso ha cambiado, que esto es algo que hago por el placer enorme que me produce grabar discos, sin centrarme en cuestiones fútiles, sino en captar la emoción que me produce hacerlo.
Entonces, ¿cómo definirías tu evolución artística desde tus inicios hasta este momento? Me siento más libre que nunca para crear y expresar lo que quiero decir con mi música. He encontrado el camino a la hora de componer y grabar. Y me gusta la forma en que se ha materializado todo ello. Este disco es el primero que produzco yo mismo, después de contar con producciones de Ken, Marc o Joaquín Pascual. Yo entraba también en el proceso, aportando mis ideas y mi visión, pero el hecho de estar en la soledad de una habitación, como frente a un papel en blanco, en este caso frente a una grabadora multipista, y poder marcar la dirección del sonido del disco desde los pasos iniciales, ha sido muy divertido. Y placentero, porque nunca lo había hecho así. Esta es la principal diferencia entre este nuevo álbum y los anteriores. Todos mis discos tiene algo especial, pero este lo es más por esa circunstancia, porque lo he hecho solo -con colaboraciones a distancia- y porque es el disco más mío.
Te considero uno de los músicos más estadounidenses que hay en España. ¿Te ves a ti mismo de esa manera? Me gusta mucho que me consideren así. Nunca me he sentido demasiado ubicado en el indie español o en la música que se hace en España. Me alegra que mis discos lleguen fuera y los compre gente o que me pinchen en programas de radio extranjeros porque me acerca un poco más al público que creo que es más abierto y receptivo al tipo de música que hago. Aunque aquí también hay muchos amantes del power-pop o del sunshine-pop, estilos a los que estoy inevitablemente unido. Esto no va a cambiar de un día para otro: mañana no voy a pasar al castellano, porque no me interesa. Además, Valencia es muy californiana y, aunque esté lejos, me siento más cerca de la forma de ser de allí que de la del valenciano medio.
Da la sensación de que, probablemente, no naciste en el país ni en el momento adecuados… No tanto… Me parece muy sui generis que una persona de Valencia haga esta música, me parece algo guay estar ocupando el lugar que me toca. Seguirlo de esta manera lo hace más emocionante porque lo tengo más difícil, todo es un reto, más que si estuviera en Los Ángeles o, yo qué sé, Nueva York. Es más estimulante para mí, no me genera ningún tipo de problema.
Con todo, no me negarás que te encantaría vivir en un lugar como la imaginaria Cicely de “Doctor en Alaska”, una de tus series favoritas. Sí, aunque vivo en un sitio parecido, alejado de la civilización. Tengo un bosque precioso al lado de casa, adonde voy siempre a pasear con mi perro Colombo. Soy una persona de campo más que de ciudad. No es lo mismo despertarte una mañana con el ruido de los coches que con el silencio y el sonido de los pájaros que cantan en los alrededores. Tengo mi propio Cicely.
Por cómo suena, y teniendo en cuenta las actuales modas musicales, “Exit Times” parece un disco venido de otra época del pasado. Quizá a nivel formal, no sabría decirte… Pienso que mi música es bastante actual. Igual que lo que piensa la gente sobre, por ejemplo, Tame Impala, Real Estate o Mac DeMarco: suenan muy actuales, pero beben de unas fuentes muy evidentes. Con mi música ocurre lo mismo, aunque eso no significa que esté anclada a una época en concreto. Lo bonito y fascinante del sunshine-pop o del power-pop es que las melodías y su estructura no envejecen, son atemporales, y es algo en lo que siempre incido mucho.
¿Te gusta que se describa tu música como sunshine-pop o lo consideras un simple cliché? Lo de sunshine-pop viene como un recurso de los periodistas, quienes la mayoría de veces dicen que hago pop soleado porque suena alegre y absorbente. Como soy de Valencia y aquí hace sol… Se unen todos los tópicos, pero me parece muy guay, no digo que sean tópicos malos. De hecho, me resulta muy halagador que digan que mi música es soleada y alegre, a pesar de que lo que cuento en las letras no es tan optimista como se quiere reflejar. Me gustan esas canciones que son muy alegres en melodía y tristísimas en contenido o, por lo menos, un poco pesimistas. Pero sunshine-pop es una etiqueta que sí va bien a mi música, porque me fascinan grupos de voces corales que hubo en los años 60. Lo más importante de este tipo de música son las voces. Intento lograr un gran contenido en voces, coros y armonías. Aunque sucede como cuando se afirmaba que yo hacía power-pop: realmente, no era power-pop puro y duro, sino otra cosa dentro de ese género. Siempre me cuesta mucho describirlo… Creo que es pop sin más, pese a que me siento cómodo con esas etiquetas.
¿No te influyó el panorama que tenemos desde hace más de un año en la composición de las nuevas canciones? ¿O ya las tenías pensadas con anterioridad? Empecé a grabar el disco cuando comenzó la pandemia, así que había compuesto algo, pero las letras no estaban del todo terminadas. Con lo cual, sí, la situación me inspiró un poco. La obligación de recluirme, cuando soy una persona que ya se recluía de por sí habitualmente, no fue un gran cambio como para pensar que no iba a poder hacer las cosas que hacía antes, sino que fue inspirador ver que a todo el mundo se le iba a imponer que debía vivir un poco más en soledad. Lo vivido con la pandemia ha sido un ejercicio de mirarse a uno mismo en lo más profundo, y eso a nivel creativo fue también muy estimulante. No podía hacer otra cosa: ir a trabajar, volver a casa y grabar. Era muy fácil poder inspirarse sabiendo que no había nada más que hacer. Optaba por no encender el televisor porque ya sabía lo que se venía encima al enterarme en el hospital. Ha sido como estar muy metido dentro de mí mismo pero, al mismo tiempo, muy fuera, porque realmente no estaba pensando en mí, sino que me estaba dejando llevar.
La portada del disco, firmada por Angela Dalinger, contiene varios símbolos relacionados contigo y tu mundo. ¿Qué querías exponer con ese conjunto de elementos? Había trabajado anteriormente con Angela, es muy amiga mía. La portada de “Young Is The New Old” es un exterior y la de “Exit Times”, un interior. Lo único que le dije, y ella me entendió perfectamente, fue que acercase todo un poco más. Es decir: en la portada anterior yo salgo muy pequeño con mi perro, y en esta aparece todo más próximo, hay muchos detalles. Solo le dije que quería salir en una habitación con mi perro; y que escuchase las canciones y leyese las letras para que dibujase todo lo que le sugerían. Angela creó con total libertad. Me conoce bien, sabe cómo soy y conocía las cosas que podía incluir o no. Los elementos que se ven son cosas que me acompañan siempre. De hecho, hay una foto de mi tío-abuelo -el cual todo el mundo confunde con Charlot-, que fue un maqui, y quería hacerle un homenaje. También aparece la portada de “Brainwashed” de George Harrison, que es uno de mis discos preferidos, algo que fue idea de Angela, ya que también le gusta mucho. Aunque no lo incluimos solo por la admiración que le profeso a ese gran músico, sino también por las alusiones que hace en ese álbum a la sociedad, sobre cómo se deja manipular hasta perder su identidad, algo que tiene mucho que ver con la temática de “Exit Times”. George Harrison supo ver lo que iba a ocurrir en este mundo, como lo que está ocurriendo ahora mismo. Era un visionario.
En las hojas interiores de “Exit Times” se lee una lista de diez reglas. ¿En qué consisten? Como era la primera vez que producía uno de mis discos, cuando me enfrento a algo que es desconocido para mí hago una especie de lista de pasos a seguir. En este caso, referidos al proceso creativo. Investigué mucho sobre las estrategias oblicuas de Brian Eno, que las utiliza a veces -al igual que otros muchos músicos- a la hora de hacer un disco. Son unas cartas que sacas al azar y te salen frases que te dicen lo que podrías hacer. Unas frases son muy abstractas, como “mete suciedad”, que tienes que traducir a una canción; otras son más concretas. Cogí algunas de esas reglas, como “mira el orden en el que haces las cosas”, “sé menos crítico más a menudo”, “qué error cometiste la última vez”, “escribe sobre lo que sabes”, “di con buenas melodías lo que te gustaría expresar con palabras”, “hazlo divertido y dramático al mismo tiempo”, “convierte lo perfecto en humano” o “wall of sound”, en referencia al muro de sonido de Phil Spector. Parece una cosa muy tonta, pero me ayudó mucho mientras hacía el disco. Las tenía colgadas en grande en la pared y, cada vez que me perdía o no sabía muy bien por dónde tirar, las miraba y reflexionaba. Las he querido enseñar porque también pueden ayudar a otra gente. Me parece que tienen mucho significado y que son muy valiosas.
Por todo lo que has comentado hasta ahora, “Exit Times” es el disco que, quizá, se vincula más con tu personalidad. Absolutamente, representa muy bien todo lo que me gusta transmitir con las canciones, que proceden de lo más profundo de mi ser. Suena muy cursi, pero me siento muy en sintonía con lo que canto y digo en este disco. Fue la primera vez que, terminado el disco, sentí alivio y, simultáneamente, una enorme satisfacción. Si solo hubiera hecho un disco, me gustaría que hubiese sido “Exit Times”.
Has repetido colaboración con Ken Stringfellow y Brian Young, dos músicos fundamentales en tu carrera. Vamos a intentar verlo desde el otro lado, desde la perspectiva de ambos. ¿Qué ha supuesto para ellos, dada su veteranía, trabajar contigo, un joven chico valenciano? Como son tan humildes y tienen tanto oficio, creo que dirían que también aprenden trabajando conmigo y que disfrutan muchísimo. Un buen músico es alguien que, cuando conecta con otro músico, puede crear un vínculo especial. Ken lo ha dicho en alguna entrevista, que aprende mucho de la gente joven que hace la clase de música que a él más le gusta. Por otra parte, fue muy divertida la forma en que trabajamos, porque lo hicimos cada uno en un país diferente.
Precisamente, ¿cómo llevasteis a cabo esa tarea ante las circunstancias provocadas por la pandemia? Mi idea inicial era quedar con Ken y mezclar el disco con él estando yo presente. Incluso había pensado que él estuviera conmigo durante la grabación, como había hecho en anteriores ocasiones. Pero la situación me obligó a grabarlo yo todo y, en cuanto tuviera las canciones, mandárselas a él y a Brian para que fueran introduciendo sus partes. Me sorprende que el disco suene tan bien, en el sentido de que es muy difícil crear una conexión cuando no tienes al batería y al bajista tocando al mismo tiempo que tú. No es lo mismo, es como pintar un cuadro por partes. Pero fue muy divertido, ya que, por ejemplo, le decía a Brian: “imagínate que esta es una canción de XTC, ¿qué batería meterías ahí?”. Siempre venía con lo que yo quería o con cosas incluso mejores. Y Ken también, los dos tenían ideas muy originales que mejoraban lo que yo les pedía.
Así que, al final, no fue tan complicado trabajar a distancia ni grabar en tu particular estudio casero… Eso es, con una multipistas Tascam 24, un híbrido de consola analógica y digital que me permitió acercarme al método de registrar una pista entera con una ejecución lo más natural posible, de principio a fin. Es muy importante en la música ser natural con todo lo que tocas, sin hacer un Frankenstein. Con respecto a Brian y Ken, lo mismo, se nota que sus tomas son muy fluidas. Lo novedoso de este disco es que los tres hemos logrado un método muy bueno, adaptándonos a las circunstancias. No me importaría en absoluto hacerlo de la misma manera en el futuro porque me ha gustado trabajar solo en los primeros pasos.
Sin embargo, falta otra persona clave en tu vida musical: Marc Jonson. ¿Hubo opción a que participara como en tu anterior disco? Tenía una canción que había salido como single, “Dysfunctional Girl”, descartada de “Young Is The New Old”. Y decidí incluirla en “Exit Times”. La había grabado con Marc en Estados Unidos y me pregunté: “¿cuál es la mejor manera de que Marc vuelva a estar presente en este disco?”. Es alguien muy importante en mi trayectoria y no quería que se quedara fuera, así que añadí ese tema. Con Marc no descarto trabajar en el futuro, ha estado a otras cosas, enfocado en las reediciones de sus discos y en grabar nuevo material. Aunque a mí también me apetecía trabajar de otro modo. Hacerlo con él es muy satisfactorio, pero también un poco agotador en el sentido de que es una persona complicada, dicho con todo el cariño del mundo.
Sin abandonar tu habitual estilo pop, en “Exit Times” se aprecian nuevas texturas sonoras, como las aportadas por los teclados en “Another Fool With A Good Heart” y en “The Rituals”. Me gustó mucho ver en su estudio cómo Marc Jonson daba importancia a los teclados y cómo los colocaba en sus canciones. Me preguntaba: “¿cómo trata este tío las texturas de teclado para reforzar las voces?”. Las aumentaba, les daba más sentido. Y yo quería obtener algo parecido, que los teclados sirvieran de apoyo pero que fueran una especie de colchón mágico de los coros y las voces. Los grabé yo mismo probando mil cosas con un teclado muy denostado: un Yamaha CSX1 de no más de 200€.
Luego está el envoltorio de temas como “Dalingeria” o “A Silly Ode To A Serious Love”, que escapan de la sección rítmica estándar para sonar a los Beach Boys más orquestales y barrocos. Tienen un toque más electrónico, son muy cinemáticas. Hay una parte de “Dalingeria” que parece una mezcla entre “Urgencias”, la serie de George Clooney, y “Expediente X”, tiene un aire de serie de televisión y un poco cinematográfico. Creo que funcionaría muy bien en una serie o en una película.
Uno de los cortes emblema de “Exit Times” es el que da título al disco. Es una canción por la que pagarían haber compuesto los Teenage Fanclub de hoy en día… Eso es por las malas críticas que ha recibido su último disco [Risas]. La gente que sabe hacer canciones como churros, como ellos, de 200 o 300 temas a lo mejor, buenas, buenas, ¿cuántas habrá? Pero las que son buenas sabemos que lo son. Hacer estas canciones es un trabajo de orfebrería. Teenage Fanclub es un grupo que me gusta muchísimo pero, realmente, no es el que más puede representar mi música, aunque me agrada ese paralelismo.
¿“Exit Times” es el disco más reflexivo e introspectivo de tu carrera? Estoy muy orgulloso de las letras. Es una putada que, aquí en España, la gente opine que, si se canta en inglés, no es muy importante lo que se transmita. Pero es todo lo contrario. En “Exit Times” las letras tienen un trasfondo muy profundo sobre muchas cosas, algunas abstractas y, otras, no tanto. También hay frases súper-divertidas, como la que aparece en “The Rituals”, que dice que el mundo actual es el spa del diablo. Me parece muy potente cómo suena. O una línea de “Exit Times”, que afirma que antes el mundo estaba muy bien, pero que ahora es peor que el smooth-jazz [Risas]. Me gusta jugar con la ironía, con cosas emocionantes, pero que sean divertidas al mismo tiempo. Siempre digo que lo que leas mientras escuchas un disco debe tener un contenido potente, pero que no se tome demasiado en serio. Es mi forma de ver la vida, algo que se plasma en mis letras. [MáRs información en el Bandcamp de Ramirez Exposure // Escucha «Exit Times» en Apple Music y en Spotify]