Aunque no lo parezca, nuestra intención no es comentar la tercera temporada de «¿Quién Quiere Casarse Con Mi Hijo?» programa a programa, minuto y minuto. Para eso ya está Borja Prieto, que bastante bien lo hace (de hecho, es nuestro Muso de los realities televisivos y nunca lo podremos hacer mejor que él). Ayer por la noche, cada cual puso la tele en su casa en Cuatro a la hora convenida, ya fuera en compañía de sus parejas o amigos, y nos dispusimos a disfrutar del tomate casamentero sin más, si acaso echándole un ojo al Facebook y al Twitter de vez en cuando. Pero lo que se nos plantó en la cara durante la noche de ayer volvió a ser tan glorioso y tan fantásticamente su(b)real que, cuando acabó el programa, no pudimos evitar convenir que todo lo que había pasado y todo lo que habíamos visto y oído tenía que ser puesto por escrito para la posteridad, para enseñárselo a nuestros hijos, para leerlo en nuestro lecho de muerte e irnos al más allá con una sonrisa y pensando: «carajo, ¡qué grande que es el género humano!«. Así que aquí tenéis un nuestro top de lo que dio de sí el segundo programa de esta temporada, ordenado de forma anárquica y escrito de forma totalmente visceral, prácticamente vomitado, copypasteado de las conversaciones que hemos mantenido durante las últimas horas por redes sociales y mensajerías instantáneas varias… Todo para que las genialidad que rodearon al programa de ayer conserven al máximo la magia del momento…
MARICARMEN ES DIOS. Se confirman nuestras sospechas: Maricarmen (así junto para simular la velocidad de metralleta de sus frases) es el advenimiento o la personificación o el poltergeist o la reencarnación o un «hacer el cuelpo» to the max de algún ser mitológico que desconocemos. Por ahora. No sabemos si ha venido a la Tierra para ayudarnos o para destruirnos, pero ya sólo por los grandes momentos que nos dio ayer, merece la pena que la Humanidad perezca entre sus manos.
Por partes: los responsables del programa escucharon los ruegos de la audiencia y la subtitularon (¡bien!), pero solo un ratito (¡mal!). Como ser mitológico que es, Maricarmen no se expresa como el resto de los mortales, y nosotros, pobres humanos, no estamos preparados para entender qué cojones quiere decir esta señora cuando habla. Aún entendimos varias cosas de este peculiar ser, principalmente que en su planeta o dimensión no tienen muy claro el sistema de apareamiento humano. Se llevó a las pretendientas de su hijo (¿cómo se llama? ¿A alguien le importa ya?) a una mercería a comprar bragas. Bragas de mercería. Que es lo mejor que le puede pasar a cualquier fémina que haya nacido después de 1947. A Maricarmen la gustan las bragas, sobre todo las de «cuello vuelto» (sea lo que sea esto) y no entiende que las «gordiyas» lleven tanga. Si estás gordiya, nada de tangas. Tangas no, cuello vuelto sí. Gracias, Maricarmen.
Más cosas: el sistema límbico de Maricarmen estalló en mil pedazos cuando se enteró de que RiHouda es bisexual. BI-SEXUÁ. Según ella, cuatro palabras que no entiende (en serio, ante comentarios, la impasibilidad de Luján justifica su sueldo). Fuerte. Durísimo. No hemos visto tanto desconcierto en pantalla desde que Belén Esteban dio las uvas en Fin de Año. Ser «morilla» es bien. Comer con las manos, aunque seas mora, también es bien. Pero ser BI-SEXUÁ no. No se entiende. Y Maricarmen intentó parafrasear a otro líder de masas interplanetario del que seguro que tiene una foto en tamaño real en su salón: «Una pera es una pera, un plátano es un plátano y ahora que me explique alguien qué es ser bisexual. Porque los plátanos tienen potasio y las peras mucha agua«. Fin de la cita. Señores de la NASA, Indiana Jones, Iker Jiménez, James Spader de «Stargate«, el espectro de Jiménez del Oso: júntense todos e investiguen qué se esconde detrás de estas crípticas palabras. Puede que el destino de la Humanidad dependa de ellas.
LETI ES SU HIJA EN LA TIERRA. Si Maricarmen es Dios, la encargada de transmitir su mensaje y redimir a los seres humanos es Leti. Ya nos dejó claro dónde piensa redimirnos a todos: en Ibiza. Ibiza, qué bonita Ibiza, la capital de Argentina… según Leti, claro, porque Ibiza es el centro de ese mundo fiestero de eternos amaneceres en Pachá donde esta mujer con más entradas capilares que Nicolas Cage quiere pasar todas las horas de su vida. Leti se desmarcó como la única genia que hay en el grupo de Leo (luego vamos a por ti, Leo, querido), y en lugar de ponerse bizca cuando Topazio-Bárbara-Fresh-Rey preguntó cuál era la capital de su país natal, ella ubicó al país de Eva Perón entre Mallorca, Menorca y Formentera. Ahí. Ibiza. No sin antes hacerse cruces y no entender a qué coño esa manía de tener que poner Argentina en el mapa si, total (y citamos textualmente): «¿Para qué quiere nadie saber dónde está Argentina si no te sabes hacer la ralla de los ojos o pintarte los labios? Hay cosas que una señorita no necesita. Además, qué me va a decir a mi esta mujer si tiene 50 años y nunca ha ido un after. Cuando quiera ir a un after, va a ser una momia«. Estamos contigo, Leti. ¡Ah! Y también somos de la opinión como tú de que si chupas un sapo (argentino o no) te colocas. Vamos, fijo.
Y SVETLANA ES EL ESPÍRITU SANTO. Por esas de que nació en tiempos inmemoriales y prehumanos. Aunque nuestra Svetlana diga que tiene 33 años (blink, blink) estamos convencidos de que ella fue la anfitriona en la inauguración de la Torre de Babel… De ahí ese arte que posee con las lenguas. Y para jugar al despiste, porque lo de preguntar que qué es una choni (palabra a la que llegó tras desbrozar la sección de la ch en el diccionario: chochi, chocho…) sonaba a cortina de humo (o de lentejuelas o de cadenas de salón sadomaso). Pero para arte el que tiene haciendo pole dancing: todos (dentro y fuera de la pantalla) nos quedamos fritos y horrorizados al mismo tiempo al ver la maravillosa actuación en una terraza nosesabedónde de Madrid. Svetlana (o Slobena, como la llaman sus contrincantes) demostró unas habilidades inusuales agarrándose a la barra… Pero claro, jugaba con ventaja: sabemos de buena tinta que se aprovechó de su sequedad vaginal post-menopáusica para agarrarse a ella como una babosa vieja adheriéndose a un dildo.
ARMANDO ES EL DEMONIO. O va de eso. Ayer quiso poner la tentación delante las candidatas de su hijo y las dejó con la cara llegando al suelo. En un giro inteligentísimo y nada obvio, don Armando se llevó a las chicas de Alexis de compras a lo «Pretty Woman» a una tienda de ropa carísima (pero con carteles de 50% de descuento en el escaparate) y les dijo que les regalaría el vestido que quisieran. No lo iba a hacer, evidentemente, porque está claro que este hombre es de los que en una cena se van al WC cuando llega la cuenta a la mesa. Sólo quería ver hasta qué punto eran todas unas prostitutas cazadoras de fortunas en potencia. La que mejor sorteó el momento fue Svetlana / Slobena / Diga33 cuando Armando le dijo que ya le valía, que se había ido directa hacia uno de los vestidos más caros y ella le respondió que ni puñetera falta le hacía su cochino vestido porque «yo tengo diamante» (así, sin artículo ni nada)… y enseñó un dedo donde no había diamante ni nada. ¿O no señalaba el dedo? ¿Se estaba señalando el chocho (antediluviano)? ¿Para qué? ¿Escondía el diamante en el coño? ¿Le mandaba mensajes subliminales a Armando? No entendimos nada.