Querida Ainhoa, esto no es una crónica del Festival de San Sebastián 2018… Esta es una carta en la que te hablo de todas las pelis que he visto por ahora.
Querida Ainhoa:
Tres días de festival llevo y ya estoy para el arrastre. Absolutamente derrengao. Quienes se quejan de las distancias y la fatiga del Primavera Sound es que no han visitado esto que montan a finales de septiembre en San Sebastián. Oye, y qué calor nos está haciendo. Qué bochorno, qué deshidratación. ¿Qué fue del tan añorado fresquito inherente al País Vasco? Es que menuda gracia pasar un verano de cinco meses y subiendo.
Bueno, al lío.
El festival empezaba con “El Amor Menos Pensado” de Juan Vera y, en fin, ¿cuál es la última buena película que recuerdas como inauguración del festival? Pues ve sumando años y daños, porque esta tampoco lo es. Bueno, espérate, que este año me había propuesto no sentar cátedra y no lo estoy consiguiendo. Digamos que a mí no me parece una muy buena película. No obstante, eso sí, les gana la partida a inauguraciones previas como aquella insufrible “Inmersión” de Wim Wenders o la ridícula “La Doctora de Brest”. Aquí estamos al menos ante una simpática nadería a propósito del segundo coming-of-age de un matrimonio de clase media-alta, con Ricardo Darín haciendo de galán descuidado, casual, con piyama e ínfulas filosóficas y una Mercedes Morán que parece querer dar la réplica a la “Gloria” de Sebastián Lelio por la vía de la comedia.
Se trata de una película sorprendentemente larga, lo que al menos parece otorgarle cierta enjundia a la hora de querer desenredar el enredo de las relaciones adultas, pero que apenas funciona más allá de un par de escenas realmente brillantes en cuanto a construcción del gag (la cita de Tinder del personaje interpretado por Darín, por ejemplo, es francamente divertida) y de algún secundario memorable. En fin, será un probable éxito entre el sector que nuestro amigo Àlex Lascort bautizó como tietista (me consta que Ricardo Darín atesora un tirón importantísimo entre muchas de las señoras y algunos de los señores que llenan parcialmente las sesiones de tarde en las capitales de provincia), pero poco más que rascar.
¡Y atenta al apunte certero que comentaban nuestros queridos Daniel Pàmies y Manu Argüelles! A Darín le hace falta recurrir a Tinder para buscarse un ligue meses después de su ruptura. A Louis Garrel en “Un Hombre Fiel” le bastan apenas unas horitas, suprimidas además mediante elipsis, para llevarse a la cama a una moza. ¡Ah, qué cosas! Oye, por cierto, si viste la anterior película de Louis Garrel, aquella cosita torpe llamada “Les Deux Amis”, y habías decidido razonablemente no darle ninguna oportunidad más, replantéate la cosa, porfa. “Un Hombre Fiel”, lejos también de la gravedad de parte de la obra de Garrel padre, parece querer retrotraer una cierta exploración moral rohmeriana por la vía lúdica de la confusión de géneros (una comedia que parece un drama, un drama que parece un thriller, un thriller que parece una comedia), que de igual manera la emparentan con películas del Resnais más tardío o con las comedias agridulces firmadas por la pareja Jaoui / Bacri.
Me parece brillante, más incluso que los diálogos, el juego de miradas y sonrisas que a lo largo del metraje se revelan entre el trío amoroso formado por Garrel, Laetitia Casta y Lily-Rose Depp. Por cierto, que Lily-Rose es la viva imagen de su madre. Y por cierto de nuevo, ¡que nos hemos enterado todos aquí que Louis y Laetitia son pareja! ¿No te parece muy fuerte? Demasiada belleza en ese matrimonio. ¡Pero es que además la primera pareja conocida de Garrel fue Valeria Bruni-Tedeschi, que se llevaban veinte años! Tremendo que nada de esto apareciera censurándose en redes sociales, la verdad.
Uy, la que yo creo que también te ha de gustar es “Apuntes Para Una Película de Atracos”, de León Siminiani, que está en la sección Nuevos Directores aunque de “Mapa” hace ya seis años, lo cual es como medio raro. Siminiani parece que, entre esta nueva película y “Lo que la Verdad Esconde: El Caso Asunta”, le ha cogido el gusto a indagar sobre los perfiles y las circunstancias que orbitan alrededor de determinados casos criminales, ya sea la muerte de Asunta Basterra o aquí los atracos de bancos a cargo de la banda liderada por el autodenominado Robin Hood de Vallecas.
La verdad que Siminiani es admirablemente hábil a la hora de contar una historia. De hecho, más que contar, él realza la historia, algo que sabes bien en tanto que bastante fan de su “El Caso Asunta”. Por ejemplo, cuando toma de “Mapa” su gusto –su buen gusto– a la hora incrustar particularidades personales en el relato narrado, como cuando él y su pareja se dedican a recrear los diálogos que han tenido fuera de cámara el atracador y su mujer. O cuando cede el hilo conductor de la cinta al propio Robin Hood para que se interprete a sí mismo. Se crea por tanto así algo mucho más lúdico y cercano para el espectador que un documental al uso, una especie de juego, de cuento donde no hay buenos ni malos y sí bastante empatía y mucho apunte a pie de página.
De “Le Livre D’Image” no sé si hablarte o no, que ya sé que tú y Jean-Luc Godard no hacéis buenas miguitas. Pero, ¿sabes?, vas a tener que aguantarte, porque a mí me dejó bastante sobrecogido. No, no tengo la capacidad analítica ni el background filosófico para enfrentarme a ella desde un punto de vista intelectual. Saldría muy malherido de ese trance. Pero creo que se trata de una obra que admite varias lecturas. Godard parece querer mostrar quizás por última vez su particular álbum de recuerdos, lleno de imágenes en movimiento y de sonidos en pausa. Y la forma en que lo muestra es confusa, inquietante a veces, lúcida otras tantas y apasionante siempre, como las últimas palabras de quien ve la muerte de cerca. Palabras que aquí se convierten en imágenes y en sonidos o en la ausencia de ambos.
De alguna forma, con ello se reivindica, a sí mismo (“por lo que a mí respecta -creo recordar que narra- siempre me encontraréis del lado de las bombas”) y a la validez aún hoy de su obra. Y en su discurso agitado se intuye una lección por la cual las imágenes del pasado pueden ser también un anticipo del futuro. De verdad que merece la pena verse, acaso sin pretender encontrar el fugaz hilo narrativo que podía sugerirse en “Adiós al Lenguaje”, aunque solo sea por su apabullante segmento final. Sé que no me harás caso, pero sabes que con Godard–Ainhoa no desistiré hasta que me quede sin fuerzas.
Por cierto, hablando de imágenes en movimiento, ¿nunca te habías parado a pensar que en inglés “imágenes en movimiento” e “imágenes conmovedoras” se dice de igual manera? Moving pictures. A mí esto me parece muy bonito, y desde que lo pensé por primera vez me disgusta mucho cuando el movimiento de las cosas no me afecta emocionalmente.
Hablando de emociones, Hirokazu Koreeda ha presentado su última película, ganadora de la Palma de Oro en Cannes, como ya recordarás. Su título para el mercado anglosajón es “Shoplifters”, y en España se va a estrenar como “Un Asunto de familia”. Porque, claro, si recuerdas las clases de inglés sabrás que shop = un asunto y lifters = de familia. Así que todo bien. Y, mira, te confesaré que yo esperaba la vuelta del gran Koreeda humanista, el de, mismamente, “Still Walking”, mi favorita de toda su filmografía. Y aunque no se queda muy lejos, no me ha llenado de igual manera. No sé si el que ha cambiado es Koreeda o soy yo. Probablemente ambos. Aquí el cineasta japonés (que, por cierto, se ha emocionado visiblemente al recibir su Premio Donostia, so cute) sigue dando vueltas de tuerca a su gran eje temático: el núcleo familiar especialmente centrado en los conflictos paterno-filiales. No obstante, afortunadamente en esta ocasión se aleja de la mecanicidad sentimental de, por ejemplo, “De Tal Padre, Tal Hijo” y sí muestra una cierta retranca sutil a la hora de poner a planos las bondades y miserias de la naturaleza humana.
Por cierto, no conozco un cineasta que le dé más importancia en sus imágenes a comer fruta que Hirokazu Koreeda, ya que si en “Still Walking” era la sandía, aquí es la naranja. Bueno, pero es que es súper importante comer fruta: hidrata, regula el tránsito intestinal y mantiene un buen balance de carbohidratos.
Creo.
Acabo con la mejor de todas. Y mira que a mí “Ida” tampoco es que me entusiasmara. Pero “Cold War” de Pavel Pawlikowski se postula desde ya como más que firme candidata a película del año. De verdad, qué cosa más bonita. Una historia de amor bigger than life entre un hombre y una mujer aparentemente incompatibles pero destinados a estar juntos, con un desarrollo totalmente depurado de almíbar, narrado a golpe de elipsis durante quince años de posguerra, de una belleza de verdad abrumadora. Cuidadito de hecho con la partitura, importantísima además en la película, que se marca el compositor Marcin Masecki, que me parece magnífica incluso descontextualizada de las imágenes que la apoyan.
Por cierto, ¿por qué la figura del pianista medio atormentado y por lo general estudiadamente desarreglado constituye una imagen tan potente y atractiva en la pantalla? Es que, fíjate, desde Jeff Bridges en “Los Fabulosos Baker Boys” a Ryan Gosling en “La La Land” pasando por este desconocido actor polaco Tomasz Kot aquí, todos ellos emanan carisma y atracción sentados a su piano mientras el desespero les come por dentro. ¿Quizás el único que no cumple este paradigma podría ser Alfred de «Operación Triunfo«? Pues quizás.
Nada, te dejo de momento por hoy. Espero no haberte dado mucho la chapa. No creo, porque como casi seguro que te has saltado lo de Godard, se te habrá hecho cortito. Bueno, sea como sea, que te echamos mucho de menos. Manu te manda recuerdos, rememorando emocionado cuando nos juntamos en aquella cafetería y se liaron a poner videoclips de pop ochentero. ¡Lo que nos gusta a nosotros un revival!
Cuídate mucho.
Un abrazo fuerte.