El cartel del Primavera Sound 2016 ya lo conoces… Pero aquí no te hablamos del cartel: aquí contrastamos la opinión al respecto de una joven y un viejuno.
En 1969, una pantalla atrapó todas las miradas. La respiración contenida, los ojos tan abiertos como brillantes, las manos intentando contener las sacudidas de emoción: Neil Amstrong se marcaba un Heidi sobre la superficie lunar. En 2001, el mundo volvió a detenerse para observar una pantalla, aunque con menos jolgorio esta vez: las Torres Gemelas se derrumbaban ante la mirada atónita de todos. Ayer, 20 de enero de 2016, el gif de un cohete dibujado con Paint no pero casi se repetía incesantemente durante horas y horas mientras alrededor de dos mil personas se quedaban clavadas a sus ordenadores ansiando verlo despegar. Era esta la última estrategia publicitaria elaborada por el Primavera Sound para anunciar el cartel de su próxima edición, maniobra en línea con la campaña de este año, llamada #PrimaveraAllStars, pero discutible. Aun así, es de agradecer que al menos no toquen los cojones con goteo de mini-confirmaciones como otros festivales ni, al menos este año en cuanto a ellos respecta, con galas en la que lo único interesante era la cerveza. La expectación se generó, de hecho, prácticamente sola: la organización del festival se limitó a poner un streaming en su canal de YouTube sin ningún tipo de declaración al respecto.
A las 10 de la mañana de hoy 21 de enero, el cohete despegaba al fin y un vídeo de animación -en el que no entraré en detalles, pues quiero presuponer y presupongo que si se está leyendo este artículo es que ya se ha visto- desgranaba el cartel del Primavera Sound 2016 y blablablá. Blablablá porque, si buscáis un artículo de mero name-dropping en el que prime eso de ser el primero en hablar del Primavera Sound que en decir algo relevante respecto a él, sentimos romper vuestras expectativas. Si estáis leyendo esto es que tenéis ojos y conexión a Internet; y, si tenéis ojos y conexión a Internet, el cartel ya lo habréis visto. Aquí vamos a lo importante: ¿el cartel del PS2016 mola o no? Sí, sí mola. Pero depende de quién lo lea.
Juzgado en términos de sorpresa y relevancia, es un cartel que, por norma general, habrá suscitado vítores de emoción y grititos exaltados en alguien que no lleve demasiado tiempo yendo a conciertos, en alguien que no haya tenido la oportunidad hasta la fecha de ver a Radiohead o LCD Soundsystem en directo, como es mi caso. O a Cabaret Voltaire, PJ Harvey y Brian Wilson marcándose el “Pet Sounds”. La emoción de los nombres más tochos del line-up, por eso, disminuye considerablemente si nos fijamos en Tame Impala (su último disco es una soberana basura que intenta ser psicodelia bailable y se queda en quererse arrancar los oídos), Animal Collective, Deerhunter, Dinosaur Jr., Beach House (perfectos para echarse una soleada siesta en el césped si este año el tiempo lo permite) o Sigur Rós: sin ir más lejos, los cuatro primeros ya compartieron edición hace apenas tres años. A nivel electrónico, tampoco es que sea esto la vanguardia o cosas que no podamos ver en la Apolo o en Razzmatazz cada equis meses, pero a mí la mera presencia de Evian Christ, Maceo Plex o DJ Koze me da ganas de ponerme a bailar como una instructora de step mientras la mandíbula me firma un tratado de independencia. Otra cosa que tiene ser joven es que, con mucha probabilidad, la letra pequeña del festival se dibuje como un entero cosmos de cosas nuevas e interesantes a descubrir -en mi caso en particular, exceptuando los grupos españoles o los trilladísimos grupos de garaje que el Primavera adora (y, en este sentido, que alguien me explique por qué mierdas Thee Oh Sees repiten por segundo año consecutivo) esta edición mola sin duda bastante más que la anterior. Y eso es siempre un punto a favor.
Es un Señor Cartel si no se busca en el Primavera un lugar de actualidad, sino que se toma como un evento que recopila artistas de calidad en único momento y recinto.
Pero al César lo que es una frase hecha de mierda: Air y John Carpenter son dos jodidas confirmazionacas, pese a quien le pese y a todos los efectos. Creo que en el vórtice de rumores, habladurías y hasta confesados deseos que, este año como todos, acompaña la espera del cartel, nadie se imaginaba que pudiéramos sumergirnos en las sublimes atmósferas del cineasta o flotar en bailoteos gracias al dúo francés. Y, ya a título completamente personal, leer en el cartel el nombre de Alex G por chiquitino que esté, hace que mis ojos se conviertan en un torrente de arcoíris y corazones, aunque ahora falta esperar que le proporcionen el ambiente y horario tranquilo que su lo-fi merece.
Por otro lado, a nivel de música nacional, el PS sigue empobreciéndose cada vez más (salvando a C. Tangana), pero creo que estamos todos de acuerdo en que hay muchos otros festivales de menor tamaño y nombre, pero de excelsa calidad, que ya suplen esa demanda. El Primavera -y quizás el error resida en venderlo como tal- no es un festival universal en el que haya cabida para todo lo bueno: es un festival en el que, en pocos días, puede uno disfrutar de un puñadito de artistas a grosso modo de su gusto. Y ya. Lo de Los Chichos, en cambio, no hay por dónde cogerlo si no es por la tendencia cada vez más acentuada de la “alta cultura” que, consumida por su propio elitismo e intelectualización, se apropia de la “baja cultura” según una superioridad –revelada por el mero hecho de distinguir entre cultura alta y baja, línea de pensamiento que, ¡oh, sorpresa!, va siempre de arriba hacia abajo- disfrazada de reivindicación. A modo de lo que hiciera ya el Sonorama con Raphael, esta interrupción irónica de un elemento discordante con las confirmaciones que cabría esperarse de un festival de índole como el Primavera provoca entre risas y admiración… pero no por Los Chichos en sí: Camela habrían cumplido la misma exacta función cultural. Lenore estará contento.
En resumidas cuentas, es un Señor Cartel si no se busca en el Primavera un lugar de actualidad, si no se toma al festival como referente para regocijarse en el directo de artistas que serían o han sido difícilmente disfrutables de ver en otras ocasiones, sino como un evento que recopila artistas de calidad en único momento y recinto. Pero quisiera precisar que esto no es negativo, simplemente es un enfoque con el que mirarlo que depende de los intereses de cada uno. Personalmente, y además de ser por mi temprana edad una ocasión única hasta para ver a grupos con un gran historial de visitas a Barcelona como el ojo pollo de Thom Yorke y su séquito o Richard Hawley, estoy más que satisfecha. En comparativa con otros macrofestivales esparcidos por el territorio español, el Primavera sigue estando por delante. El Sónar, obviamente, es un discurso a parte.
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Sería absurdo que, aquí y ahora, viniera yo a deciros que el cartel del Primavera Sound 2016 apesta o que es un mal cartel. No soy tan imbécil y, al fin y al cabo, objetivamente hablando, no se puede negar que lo de la edición de este año del festival barcelonés es, básicamente, un cartelón. La cantidad de nombres interesantes por metro cuadrado que se acumulan en el anuncio que se ha realizado esta mañana está destinado a, básicamente, propinarte un sonoro collejón que te deje en estado de shock. Sobre todo si tenemos en cuenta que venimos de donde venimos y que el cartel del Primavera Sound 2015 fue, más que probablemente, el peor de toda la historia del festival.
Y, sin embargo, pese a que objetivamente hablando sería una gilipollez y una mamarrachada ponerle objeción alguna al cartel del Primavera Sound 2016, tengo que reconocer que, al entrar en el terreno de lo subjetivo, el tinglado ya no me parece tan sugerente. Mi impulso inicial es pensar que me he chupado demasiados festivales en mi vida, que ya he visto todo lo que quería (y podía) ver en mi existencia, que hace ya un par de temporadas que opino que el «formato festival clásico» necesita una revisión urgente… Muchas razones que vendrían a resumirse en una única: soy viejo (a mis 35 años) y nada puedo hacer para recuperar aquella ilusión que sentía cuando iba a los primeros FIBs, cuando desparramé en mis primeros Sónars, cuando me convertí en un fiel absoluto de la causa del Primavera.
Es una mera cuestión de emoción. El impulso inicial es dejarse llevar por la emoción de ver tanto nombre gordo junto… Pero, ya se sabe, el viejunismo viene acompañado de lo cascarrabias y del ponerle pegas a todo. Así que, lo siento mucho, pero tengo que reconocer que hace tiempo que dejé de ponderar a los artistas por lo que fueron y mido las ganas que tengo de verlos exclusivamente por el momento presente y concreto en el que se encuentran. Así las cosas, tendremos que convenir que el «King of Limbs» de Radiohead pasó sin pena ni gloria (aunque, la verdad, sé que en breve lanzan disco y puede que ahí sí que me emocione). Sobre LCD Soundsystem no voy a volver a incidir, porque ya lo hice hace unas semanas en este otro artículo. Air, Suede y Sigur Rós todavía tienen que demostrar que siguen siendo relevantes. Los últimos discos de Beirut han sido una bajuna. Animal Collective son capaces de lo mejor y de lo peor y sus actuaciones acaban siendo un poco tómbola (o ruleta rusa, vete tú a saber). Lo siento, pero a todos estos grupos ya los he visto en mi vida por lo menos una vez que considero histórica. Ya no estamos anta la era del «es la primera vez que vamos a ver a Neil Young» o «Pulp se reúnen después de una separación realmente larga» (vale, dije que no incidiría sobre el caso LCD, pero no he podido evitarlo). Así que, lo siento, pero soy incapaz de sentir emoción hacia los nombres grandes del cartel.
La emoción puede que esté, por otra parte, en lo que siempre ha estado (para mi) a la hora de abordar el Primavera Sound: en los grupos «medios». Aquí la ristra sí que es impactante: Julia Holter, Chairlift, Daughter, Savages, Floating Points, Empress Of, Shura, Current 93, Holly Herndon, PXXR GVNG, C. Tangana, Jenny Hval, Jessy Lanza, Nao… Sí. Aquí sí que me emociono. Pero, acto seguido, también me paro a pensar. Y resulta que, por ejemplo, hace unos meses veía por vez primera a Empress Of en directo como telonera de Purity Ring en una sala pequeña (Razzmatazz 2) y eso sí que fue realmente excitante. Lo mismo me ocurrió con Holly Herndon en el pasado Sónar 2015. Y ya no se hable de PXXR GVNG, un grupo que el mismo Sónar catapultó el año pasado y que vemos en letras grandes en la edición de este Primavera.
La emoción puede que esté en lo que siempre ha estado (para mi) a la hora de abordar el Primavera Sound: en los grupos «medios». Aquí la ristra sí que es impactante.
Aquí vuelvo a lo que decía antes: no sólo soy viejo, sino que además soy un puto loco de esto de la música y, por lo tanto, incluso a los nuevos grupos intento verlos cuanto antes mejor. No ayuda que, por otra parte, el cartel del Primavera Sound 2016 vuelva a acumular a toda una ristra de nombres que parece que tengan un contrato para venir todos los años. Ya sabes, Shellac y otros dinosaurios (junior) circundantes… Así las cosas, y partiendo del hecho de que todo me parece fetén pero no me excita, ¿realmente soy incapaz de encontrar emoción en ningún rincón del cartel? Tampoco hay que ponerse tremendo. Reconozco que la cada vez mayor presencia de nuevas voces del hip hop (o algo así) en el festival me pone muy pero que muy palote: Pusha T, Action Bronson y Vince Staples, sumados al gigante C. Tangana y a los ya mencionados PXXR GVNG van a darle al Fòrum un meneíto de un par de cojones. (Y, sí, me falta Anderson .Paak para tener el Belén montado, pero ya tengo suficiente con la carnaza que me ha lanzado el Primavera y no voy a protestara este respecto porque eso sí que sería de imbécil redomado.)
Sea como sea, me niego a pensar que me he hecho viejo. Ya he dejado claro que todo ese nuevo hip-hop me deja muy tonto. Y en los últimos tiempos, por ejemplo, he vivido subidones como el del anuncio de ANOHNI en el Sónar 2016 o el de Years & Years en el Bilbao BBK Live 2016 (que parecerá una tontada, pero para mi es el equivalente a Chvrches hace dos años en el Primavera). Puede que, al fin y al cabo, estuviera acostumbrado a que el Primavera Sound me propinara una mayor cantidad de viajes cada vez que anunciaba el cartel. Solo eso. Pero es que me niego a apoltronarme en lo que mi gran amigo y colaborador de esta casa David Martínez de la Haza ha definido como una «cultura del bienestar» que a él ya le va bien.
Será que a mi no. Será que a mi la «cultura del bienestar» me parece sinónimo de inmovilidad y anquilosamiento. Es como si tuviera una pareja con la que he estado follando veinte años y, cuando yo quisiera poner un poco de picante en la cama, se negara a probar cosas nuevas: me encantaría que el Primavera Sound, de repente, se atreviera con el sexo anal o con un sadomasoquismo soft, metafóricamente hablando. Que se saliera de su zona de confort y, a la vez, me obligara a ampliar mis horizontes como lo hacía hace algunos años. Por el contrario, el cartel del Primavera Sound 2016 es como las últimas películas de directores como Almodóvar o de Tarantino: su calidad es innegable y no se puede poner en duda, agradan e incluso apasionan a un 97% de la población humana… Pero son incapaces de dinamitar sus propias fronteras, establecidas hace mucho tiempo, para sorprender y excitar.
Y aquí está el puñetero oxímoron de ser un viejuno como yo. Por un lado, estoy pidiéndole al Primavera Sound que me sorprenda, que me impacte, y esta necesidad es, a su vez, algo que debería asociarse a una edad más joven. Pero, por otra parte, mi capacidad de dejarme sorprender e impactar está seriamente erosionada por eso de tener el culo pelado en festivales y conciertos, por llevar tantos años al pie del cañón. Así que permitidme que lo resuma de la siguiente forma: soy consciente de que el cartel del Primavera Sound 2016 es una pasada, pero echo de menos excitarme con él. Y, por una vez, es verdad: Primavera, cari, lo siento, no eres tú, soy yo.
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