No busques al gran protagonista de la tercera y última jornada de Primavera Sound 2016 entre los nombres internacionales, porque fueron ni más ni menos que PXXR GVNG.
Camisas blancas y negras, trajes de chaqueta satinada, dos teclados, unos bombos y tres instrumentos de viento. Una frase, casi un mantra, llena por completo el escenario adidas Originals en un final de tarde sofocante: «tucoñoesmidroga-tucoñoesmidroga-tucoñoesmidroga-tucoñoesmidroga«. Entre el desconcierto y la fascinación general del público, PXXR GVNG y los suyos reparten a diestro y siniestro coños, yonquis, ratchets, droga y ¿quién se ha follado a tu biiiitch? acompañados por una más que remarcable banda que les marcan ritmos desde el reggeaton a la samba más tropical. De trap, nada. Sea como sea y no sólo por el efecto sorpresa, la unión funciona a la perfección: Yvng Beef y los suyos despliegan sobre el escenario proeza lírica, desparpajo y confianza, y el público -en el que veo con cierta sorpresa incluso a guiris- responde con un igual nivel de baile, aplausos y coros.
Quedaría genial colar aquí un alegato pro-juventud y soltaros el rollo de que, en vez de tirar hacia la pieza de museo anticuario que supuso Brian Wilson interpretando el «Pet Sounds» por entero, preferí acercarme a la actualidad musical y blablabla… Que, para ver a viejos decrépitos ya están las líneas de autobuses y demás. Pero la verdad es que terminar viendo a Gómez, Yung Beef, Khaled y Steve Lean fue mera casualidad: llegaba tardísimo al recinto y me daba pereza tener que cruzarlo entero hasta el escenario Heineken para ver un concierto yo sola. Pero resultó ser un imprevisto sorprendente a la par que involuntariamente acertado que lo de PXXR GVNG, al final, fue de lo mejor de esta edición.
Y esa fue un poco la dinámica que marcó la tercera y última jornada del Primavera Sound 2016: con un cansancio encima de esos de ir por ahí flotando de sueño y ni especiales ganas de un concierto en particular ni ninguna expectativa específica, decidí improvisar sobre la marcha y dejarme sorprender. Y todas, todas las actuaciones del sábado resultaron ser crema. Quizás no haga falta ser muy listo para entender que no se ha inventado un mecanismo que evite la decepción, pero no abarcar ningún tipo de expectativa hacia nada es un buen punto de partida.
Como Deerhunter quedaban más lejos de lo que mis energías de sextagenaria podían soportar en ese momento, me dejé arrastrar a Drive Like Jehu. Pero, eh, al césped, por favor, que estoy que me muero. Y tengo que admitir que, pese a no haberlos escuchado en mi vida y representar a priori todo lo que cada vez me satura más musicalmente -muchos instrumentos, todos tocados a la vez y ademas muy fuerte-, estuvo francamente bien. Sin más y sin quedarme hasta el final, y sin saber yo nada del rollo de música que hacen, diría que ofrecieron un concierto potente y compacto, o al menos lo suficiente como para ver decenas de cabezas cabriolantes y algún que otro crowd-surfing desde la tranquilidad de la explanada que frontea el escenario Primavera. Se oía de fondo corear a Los Chichos todo el rato, así como apunte.
Mismo sitio en el Primavera Sound 2016 pero una hora después, empezó la verdadera diversión gracias a la carismática bolita con barba (desde el cariño lo digo) que es el rapero Action Bronson, quien se llevó el mérito de hacernos parecer a todos una manada de gorilas con mioclonia: creo que estaremos de acuerdo a la hora de convenir que hay pocos bailes más ridículos que el asociado al hip-hop… Pero ¿y lo bien que lo pasamos? Y, claro, llegó su hitazo «Baby Blue» y ahí ya no hubo quien se resistiese a hacer la gaviota con los brazos.
El cansancio y hartazgo con el que había empezado la jornada al fin habían dejado paso a un humor más festivo y amable, así que decidimos al fin ir a explorar el nuevo y flagrante escenario de este año. No es que sea difícil de imaginar visto el nombre, pero entrar al Beach Club es realmente como cruzar hacia una dimensión paralela en la que las playas son de contrachapado, pero son playas. Food trucks, palmeras, lucecitas, la casa artificial montada por Bacardi para aportar un toque cubano a toda la muvi, el puño en alto y la diosa de Lena Willikens a los platos un ratito antes de tirar hacia Moderat.
Pero a Moderat jamás llegamos. En su lugar, conseguí convencer a un amigo de acercarnos a Ho99o9 -que se ve que se pronuncia «horror» y, la verdad, es que tiene bastante lógica- bajo la premisa de «son rap, tío, son rap; va, que va a molar«. Bueno, pues resultaron no ser exactamente rap, pero molar molaron y un rato. Fue como estar metidos en una especie de rave tribal absorbidos por algo a medio camino entre el punk y el hip-hop entre flashes esquizos y videos grindhouse. De veras que otra grata sorpresa de la jornada del sábado.
Ya pasadas las tres nos dirigimos hacia el escenario Ray-Ban para el tradicional reencuentro masivo de todo el grupín de amigos en las gradas de Dj Coco. El problema de las tradiciones es que ya pueden ser un buen truño que como son tradiciones te da cosita dejar de hacerlo, así que nos tragamos una sesión del DJ más mala incluso que en otros años, que abrió y cerró con algo TAN INESPERABLE como Bowie, mezcló sin mucho acierto a Chimo Bayo con New Order, pero que puso el «Opus» de Four Tet. Y, con el sol ya desde hace un rato incidiendo sobre nuestras menos que apetecibles caras, salimos del recinto. Es curioso: al final de este Primavera Sound 2016 nadie aplaude al silencio. [Más información en la web del Primavera Sound 2016] [FOTOS: Dani Cantó + Xarlene]