La colección de Prada y Raf Simons es maravillosa… Pero es el momento de preguntar: ¿puede llegar a definir el futuro de la moda?
El pasado jueves 24 de septiembre, el desfile de presentación de la colección de Prada para la temporada de primavera / verano 2021 se convertía en un evento sin parangón del que no se ha dejado de hablar en los días siguientes. Puede pensarse, al fin y al cabo, que todo el revuelo ha sido causado por el hecho de que esta es la primera colección creada a cuatro manos entre Miuccia Prada y Raf Simons, una colaboración que hacía meses que venía siendo la comidilla fashionista.
Según dicen ambos diseñadores, esta fue un colaboración surgida de forma totalmente espontánea y ajena a los tejemenajes a los que tan aficionados son en los departamentos de marketing del mundo de la moda. Una colaboración surgida de la amistad y el respeto, ya que ambos han demostrado siempre un sincero interés hacia el oficio del otro. Pero, aun así, quedarse con esta idea es algo reduccionista: esta colección no es importante solo por la suma de dos apellidos ilustres, sino por lo que puede significar para el futuro de la moda en sí misma.
Empecemos por el principio: el desfile fue todo lo que podíamos esperar de la conjunción de Prada y Simons. Un show sin espectadores, obviamente, en el que las modelos desfilaban en un espacio monocromático con múltiples pantallas que mostraban el nombre de la prenda. El diseño del espacio corría a cargo de OMA/AMO, colaboradores habituales de Prada. Y la música corría a cargo de Plastikman (es decir: Richie Hawtin), favorito eterno de Raf. El reparto de tareas se intuía al 50% desde el principio.
La colección
¿Qué es lo que pudo verse sobre la pasarela (si es que podemos considerar una pasarela como tal pese a que no tenga público alguno)? Es mejor arrancar con lo que no vimos sobre la pasarela: no vimos un discurso imponerse sobre el otro. Tampoco vimos un diseñador fagocitando el talento del otro. Lo que vimos, de una forma silenciosamente espectacular, fue algo poco habitual en el mundo de la moda: vimos un verdadero diálogo entre Miuccia Prada y Raf Simons.
¿Qué es lo que pudo verse sobre la pasarela? Es mejor arrancar con lo que no vimos sobre la pasarela: no vimos un discurso imponerse sobre el otro. Tampoco vimos un diseñador fagocitando el talento del otro. Lo que vimos, de una forma silenciosamente espectacular, fue algo poco habitual en el mundo de la moda: vimos un verdadero diálogo entre Miuccia Prada y Raf Simons.
Dicen ambos que su principal inspiración para esta colección fueron los uniformes. Pero no los uniformes profesionales, sino lo que cualquier aficionado a la moda suele considerar un uniforme: aquella prenda o combinación de prendas con la que se siente confortable y que de alguna forma le define de forma totalmente atemporal. Simons dice, además, que se ha inspirado más en la forma de vestir de Miuccia que en el archivo de Prada.
Y, sorprendentemente, eso es algo que se nota en esta colección de tan solo 40 looks (lo habitual son 80 looks, pero los diseñadores dicen que el coronavirus se lo ha puesto realmente difícil en su colaboración y que han tenido que dejarlo en la mitad). Se perciben inmediatamente todo un conjunto de siluetas recurrentes: pantalón masculino y top sin mangas, falda evasé con jersey de punto… Y, por encima de todas las siluetas, una original mezcla de capa y abrigo con hombros a la vista y dos aberturas laterales para sacar las manos. Todo ello pasado por el filtro de la elegancia eterna de Prada y su afición por las formas puras y los cortes (aparentemente) simples.
Lo interesante viene cuando estos uniformes se ven distorsionados por elocuentes digresiones plenamente reconocibles en el imaginario de Raf Simons. Y no solo hay que mencionar los reconocibles prints gráficos de Peter de Potter, sino también el toque punk de agujerear los jerseys de punto (sin que por ello pierdan ni un ápice de elegancia) o la dulce transgresión de conjuntar los volúmenes amplios de las faldas de Prada con grandes hoodies oversize con estampados.
Lo que significa la colección
Repito: esto no es una colaboración… Esto es un verdadero diálogo entre Raf Simons y Miuccia Prada. Dice la segunda que su intención era redefinir los valores e ideología de la marca poniendo bajo la lupa el significado de su propia firma. Pero, por el camino, ha conseguido algo mucho más interesante (y, probablemente, visionario) que eso.
Tengamos en cuenta que vivimos en un momento en el que solo parece que existan dos eventos en el mundo de la moda capaz de llamar la atención: el fichaje de grandes diseñadores jóvenes (y a veces no tan jóvenes) como directores creativos de determinadas maisons y la colaboración entre varios pesos pesados del mundo de la moda. Y puede que Raf Simons haya estado ahí, en ambos eventazos, en los últimos años. Pero ¿dónde deja eso a alguien como Miuccia Prada, cuyo mayor asset es precisamente su fidelidad hacia unos principios estéticos inquebrantables?
Es inevitable ver este diálogo de Prada y Simons y no pensar inmediatamente que, más que probablemente, esta sea una nueva tercera vía para el mundo de la moda. Un nuevo tipo de eventazo fashionista que permita que muchos pesos pesados se renueven por dentro y por fuera y lleguen a ese público joven que han sido seducidos por las colaboraciones del street wear y por los nuevos diseñadores de discursos más irreverentes porque ambos les ofrecían evento además de moda.
Es inevitable, digo, no solo ilusionarse con el segundo asalto de este diálogo entre Miuccia Prada y Raf Simons, que llegará en enero cuando presenten la nueva colección de Prada para hombre… Sino ilusionarse también con la brecha abierta por esta colaboración. ¿Cuáles serán los diálogos entre grandes diseñadores que podrían (y deberían) alegrarnos el futuro próximo? Que cada uno haga sus apuestas porque, si cunde el ejemplo, los próximos años podrían ser mucho más estimulantes que los últimos que hemos vivido. [Más información en la web de Prada]